FIN DE SEMANA LLENO DE MEMORIA

Domingo 18 de junio de 2017

Nos hemos pasado cuarenta años observando lánguidamente como iban falleciendo los protagonistas de la guerra del 36 y la dictadura. Nada se ha hecho en serio de forma sistemática estos años. Mucho menos, los primeros. Los hijos de aquellos protagonistas, o por desidia, o poca valoración o, por miedo, solo hicieron servicios mínimos y el Gobierno Vasco y los distintos Lehendakaris, ni eso. Algún acto por aquí, otro por allá, pero nada en serio para ir consolidando un relato sólido de aquella tragedia que tiene mil caras. La prueba más fehaciente es que no tenemos un Museo Vasco o un Museo de la Resistencia que recuerde todo esto.

Últimamente y a raíz de la aprobación de la Ley de la Memoria entre las exhumaciones y distintos recuerdos e inauguración de monumentos, algo más serio se está haciendo con el inmenso handicap de que apenas quedan supervivientes o están ya, muy envejecidos y no pueden salir de casa. Una pena. Desde el minuto uno de la democracia se debería haber hecho un trabajo riguroso para mantener la llama, recordar las fechas, recoger los testimonios y fotografías y valorar ante los jóvenes aquella inmensa entrega.

Y son los nietos ahora quienes se han tomado este trabajo y lo están haciendo muy bien. Todavía son producto de algunos esfuerzos individuales, pero valen mucho la pena.

Este domingo, hemos seguido una tradición que inició Aterpe cuando promovió en Artxanda la escultura simbólica de la Huella a falta de un monumento de verdad al gudari desconocido. Poco a poco, cada año, se ha venido haciendo este acto que éste domingo 18, víspera del ochenta aniversario de la caída de Bilbao, ha contado con más gente y banderas que nunca. Allí le he saludado al sempiterno Gudari Moreno que a sus 97 años, ya no coge el micrófono, pero sigue como si estuviera en Artxanda echando tiros. Y a otro en silla de ruedas que me ha dicho que conoció a mi tío José Mari, que también fue gudari y estuvo luego castigado en Batallón de Trabajadores, ¿Dónde?. Se lo he preguntado a mi primo que por allí andaba y tampoco lo sabía, habiendo estado dos tíos encarcelados y su aita cinco años en un campo de concentración, no sabiendo tampoco donde. Entre que ellos no contaban y los hijos y nietos no preguntaban tenemos una historia demediada.

Menos mal que existen personas como Iñaki García Uribe que entre otras muchas cosas y con gentes vocacionalmente volcadas, entre blas que se encontraba l Alcalde Ekaitz Mentxaka, tratan de que estas historias no se pierdan e incluso las recrean. Han sacado un folleto sobre el Cinturón de Hierro en Ugao explicando lo que fue aquello y ahora lo representan, incluso siendo actores, ellos mismos.

De hecho organizaron esta semana pasada en el Palacio Jane de Ugao una semana conmemorativa. En el Palacio de Cultura van llevando objetos de aquella guerra donde resalta una bomba alemana de 50 kilos encontrada en el Gorbea que la han acomodado y reposa en una de las vitrinas.

A mí me tocó hablar de aquello y con María Esther y mi hermana Maitena preparé un Power Point con un, creo, sugestivo título: ”¿Cómo se puede ganar una guerra sin armas?”. Ante tanto catedrático, les ofrecí los rudimentos de los hechos y obstáculos que el ejército vasco hubo de vencer para ganar esa guerra, como de hecho se ganó a pesar de perder la batalla de manos de aquel asesino apellidado Mola.

También en Gernika hubo un acto de recuerdo y habrá más, pero además de los actos, que están muy bien, debería haber, con presupuesto suficiente, un trabajo organizado y bien planificado para que lo poco que queda no se termine de perder.

Decía Dulce Chacón que “somos herederos del silencio de nuestros padres y responsables de la ignorancia de nuestros hijos”.

Pues que no sea así.

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