Lo que hizo Txomin Saratxaga en la clandestinidad y que no se sabe.

Jueves 4 de julio de 2019

Promovido, entre otros, por Txomin Saratxaga, el IVAP editó un libro sobre la Resistencia vasca tras el fallecimiento del Lehendakari Aguirre en 1960. Uno de los entrevistados por Miel Elustondo fue el propio Txomin, muy reacio a contar su andadura clandestina, sin embargo, a base de insistir, Txomin contestó a sus preguntas y fruto de aquella sesión es este trabajo muy poco conocido que ilustra la arriesgada actividad de Saratxaga en aquellos años de plomo.

Es muy interesante….

Cuéntanos tu andadura, tus inicios en la Resistencia Vasca…

En 1960 fui a un cursillo de verano en París. Unos amigos abertzales y mili-tantes de la Resistencia me facilitaron la posibilidad de hospedarme en la casa de Terese Anglade, gernikarra, donde se alojaba Felipe Urkola, periodista y director de la Oficina de Prensa del Gobierno Vasco. A don Felipe, que en aquella época convalecía de una grave dolencia cerebral le solía acompañar muchas tardes, en sus paseos de recuperación, por los bulevares de Trocadero. Es así como, no solamente le pude tener como maestro de muchas enseñanzas, sino también me dio la oportunidad de conocer y tratar a personalidades tan importantes en el Nacionalismo Vasco de aquellos años, como Manuel Irujo, Alberto Onaindia, Francisco Javier Landabru y José María Azpiazu, sus asiduos visitantes.

Trabajabas en Madrid mientras cursabas tus estudios…

Vine de París con el compromiso de organizar y mantener una línea de mutuo intercambio de informaciones y propaganda con el Gobierno Vasco en la calle Singer 52 por medio de José María Azpiazu. Solamente contaba, para comen-zar, con los buenos criterios, informaciones y publicaciones que me remitía Azpiazu, aunque en alguna ocasión, también me facilitó algún contacto personal. Además de las relaciones y conexiones propias que surgían en la facultad, donde verdaderamente se daban las mejores y mayores posibilidades de hacer algo positivo para los objetivos previstos, era en El Ateneo de Madrid, de la calle del Prado, donde se movía el ambiente universitario más intenso y se concen¬traba parte importante de la colonia de estudiantes que, además para los vas¬cos se incrementaba por la proximidad de la Bascongada en la calle Echegaray y Príncipe. La importancia, por otra parte, de su hemeroteca, facilitaba se pudieran hacer con buenas posibilidades los informes que con noticias, comentarios, opiniones, etc., se recogían de los medios de prensa —de provincias—, y se sabía que escapaban al control de Urkola. Con el tiempo se consiguió formar un grupo que aunque tuvo cierta actividad, esa quedó paralizada y posteriormente sin posibilidad de continuidad.

No hubo resultados…

Ahí no, pero donde sí se consiguieron mayores y mejores resultados, aunque el terreno en el que se trabajaba era muchísimo más arriesgado, fue en el cam-pamento de Montelarreina (Zamora), de las milicias universitarias. Allí sí se consiguió, dado el contingente importante de vascos conocidos y de amigos de confianza, organizar un grupo estable de información con Azpiazu, que se vio obligado a suspender sus actividades con motivo de las investigaciones que realizó la policía militar cuando se anunció por micrófono la organización de una misa en julio de 1963, en memoria de Francisco Javier Landaburu.

Estabas en la mili en Tarifa cuando se celebró el Aberri Eguna de Gernika, el primero después de la Guerra Civil española…

En febrero de 1964 tuve que ir a hacer en el Regimiento de Tarifa las prácti¬cas de milicias. Seguí manteniendo los contactos e intercambios con Azpiazu que se incrementaron con motivo del Aberri Eguna de Gernika. En un registro casual la Guardia Civil me incautó to¬das mis fichas y apuntes de todo tipo, incluso revistas de curso legal como Cuadernos para el diálogo, El Ciervo, etc., poniéndome a disposición del recién creado Tribunal de Orden Público porque en la dictadura todo lo que no era Marca era sospechoso de ser propaganda ilegal.

En principio fuiste miembro de EGI…

Como tantos otros. En el verano de 1963, Josetxu Jauregi, un amigo de toda la vida, me ofreció entrar en el Partido. El ambiente y entusiasmo que entonces se respiraba, y sobre todo desde el eco y repercusión del Aberri Eguna de Gernika, hizo que el Partido convo¬cara la organización del Gudari Eguna en memoria de los gudaris fusilados en Santoña el 15 de octubre de 1937. El BBB autorizó la organización del Gu¬dari Eguna, para la zona de Enkarterri en Abellaneda, facilitando los medios materiales y humanos necesarios para poder llevar a cabo una muy importante labor propagandística que tuvo gran repercusión; no tanto en conseguir gran asistencia a los actos que se programa¬ron, sino como detonante de una toma pública de conciencia de la Resisten¬cia Vasca en la juventud emergente. En enero de 1965, una redada policial detuvo a los responsables de EGI de Bizkaia. Inmediatamente trascendió a la opinión pública la noticia de las torturas a las que se estaban sometiendo a los detenidos. No solamente por el número de los detenidos, sino por la reiterada y habitual práctica policial, se imponía la necesidad de hacer parar aquellas prácticas y protestar por la impunidad policiaca.

¿Qué sucedió después de la redada y detención de los responsables de EGI?

Casi recién comprometido en EGI, me quedé descolgado y sin contactos. La importancia del problema obligaba a actuar urgentemente. Un amigo de los círculos independientes católicos, que no estaba vinculado con ninguna organización política, me sugirió llevar el conocimiento de los hechos a la mayor parte posible de párrocos de Bizkaia, por considerar que podía ser el sector más influyente para conseguir el cese de las torturas, habida cuenta de que todavía los ecos de la «Carta de 339 sacerdotes vascos» del año 1960 estaban vivos. Con la urgencia que requería el caso, el fin de semana en el que toda-vía los detenidos estaban en comisaría, se visitaron a unos 20 párrocos de Bilbo y márgenes de la ría, informando de la actuación policial. Dio la casualidad que en la segunda de las visitas que se hi¬cieron, al destacado párroco de San Vicente de Abando Julián Ikaza, se vio en uno de los confesionarios de la iglesia al obispo Gurpide a quien, fuera de lo previsto se informó detalladamente de la situación. Aunque la iniciativa continuó desarrollándose durante la semana siguiente, como era de manual en aquel estado despótico, las torturas cesaron cuando a la policía le interesó; y su responsable, el gobernador civil, habló con el obispo Gurpide, que dio por bueno el desmentido: «Todo lo que se dice es mentira: la policía no tortura». Pero, se había dejado de manifiesto que la opi¬nión social y política no se resignaba a permanecer callada sin protestar ante la tortura e injusticia.

La resistencia siguió su marcha…

Así fue. En 1965 al concluir el cente¬nario de Sabino Arana, el EBB acordó estructurar sus organizaciones de resistencia impulsando una vez más la actividad de sus veteranas organizaciones municipales agrupadas en cada una de las Juntas Municipales, que además de representar al Partido en cada municipio, dirigían las líneas generales de toda la actividad nacionalista: Emakume, EIA, Mendigoizales, etc. EGI pasaba a conformarse como una organización especifica en activismo y acción directa bajo la dependencia de cada uno de los consejos regionales y con estructuración en grupos aislados y estancos es¬pecíficos para cada acción y cometido concreto.

EGI al principio. Juntas Municipales después…

Al reorganizarse las organizaciones municipales, el BBB conformó un grupo que coordinaba en zonas y sectores la actividad de resistencia con misiones de proselitismo, propaganda, formación logística necesaria para atender los cometidos que se asignaban. Era una tarea difícil porque las circunstancias clandestinas hacían imposible que las organizaciones tuvieran una estabilidad duradera, obligando a una constante rotación y cambio en los medios personales, mate¬riales y logísticos.

Tu labor en la resistencia te llevó a recorrer todo el País Vasco, ¿cómo lo hacías?

Cuando los contactos y relaciones personales de coordinación y enlace entre los responsables de las diferentes zonas y sectores de Bizkaia fueron adquiriendo importancia, se tuvo que montar una empresa, la Editorial GEU y Distribuidora San Miguel, que además de atender unas exigencias culturales hasta entonces no trabajadas —edición, distribución e importación exclusiva de libros y publicaciones vascas—, cubría la necesidad clandestina de dar a los desplazamientos cobertura y justificación coherente. La distribución comercial llegó a todos los puntos de venta de las principales poblaciones de Euskal Herria, desde Tudela a Hondarribia y desde Elizondo a Balmaseda. En muchas localidades, en colaboración con librerías, ikastolas o grupos culturales se organizaron —salvando todo tipo de impedimentos de la administración gubernativa—, numerosas exposiciones, semanas culturales y ferias de libro y disco vascos que en más de una oca¬sión fueron el inicio y arranque de la constitución y formación de las organizaciones del Partido.

Salvando siempre los impedimentos de la administración…

Sí, porque aquella actividad, aunque solapada, era sospechada por la policía. Tanto es así que a finales del franquismo, en el estado de excepción del año 75, un fuerte grupo armado abordo de dos vehículos camuflados de la Dirección General de Seguridad, con matrícula en la Plaza del Sol número 2 de Madrid 1, asaltaron los almacenes y las dependencias de la Distribuidora San Miguel. Puesto el atentado, personalmente por mí, en conocimiento del Delegado de Información y Turismo, éste me aconsejó amablemente «mejor no reclamar». El seguro que cubría el siniestro no pudo indemnizar los im-portantes daños causados porque tres sucesivos gobernadores civiles del posfranquismo que tenían que informar sobre el carácter político social del mismo, se negaron a hacerlo. ¿Algo más que «excesos policiales», no?

¿Por qué estuviste viviendo en Donostia?

En marzo de 1970, unas detenciones en Enkarterri originaron que la brigada político-social intentara detenerme. Lo hizo tan burdamente que pude esconderme. La tarde del domingo 5 de abril, dos buenos amigos, de siempre, Sabin Euba Pelopintxo y Jon Idigoras Txita, que entonces militaban con nosotros, dejaban las gradas de San Mames para llevarme a la primera de las cuatro casas de acogida por las que sucesivamente tuve que pasar. En julio, el Bizkai Buru Batzar consideró conveniente trasladarme a Donostia, desde donde, en un régimen abierto aunque en el anonimato y la semiclandestinidad, podía atender labores de coordinación y apoyo a las organizaciones de Bizkaia y servir de enlace entre el BBB y los otros consejos regionales. El GBB, con Gerardo Bujanda, Jokin Yntxausti y Juanjo Orkolaga, me facilitó dos oficinas de trabajo, una en Herrera y otra en Antiguo, y alojamiento en el domicilio de los militantes Eusebio Areso y Jesusa Segurola, en Intxaurrondo.

Trabajasteis en favor de los presos sin distinción, sin mirar si eran de EGI o de ETA. En ese sentido, la labor que realizasteis durante el proceso de Burgos fue muy importante…

El Partido, por jelkide, es un partido humanista y demócrata. En su filosofía está pues, ayudar a toda persona que pueda y en situación grave, se lo solicite. Su trayectoria en este sentido es larga. Así lo hizo durante la República, la guerra, las cárceles, el exilio, y la clandestinidad… Una de las experiencias más gratificantes que se pueden tener es la satisfacción de haber contribuido a ayudar a alguien perseguido en circunstancias graves. Como cuando el Partido solicitó al Papa Paulo VI, vía Pedro Arrupe, que intercediera ante Franco para que con¬mutara las penas de muerte impuestas a Iñaki Sarasketa el 28 de junio de 1966, y a Andoni Arrizabalaga, el 28 de octu-bre de octubre de 1969, al denegar el Consejo de Guerra las más elementales pruebas de defensa. O como cuando el Partido recogió a Lasa Mitxelena Txikierdi, el 11 de septiembre de 1974, tiroteado en Bilbo; nuestros servicios le extra¬jeron la metralla y le atendieron en uno de nuestros domicilios de acogida hasta su alta médica, ante la imposibilidad de que su organización pudiera atenderle. O como cuando se presta apoyo logístico para la fuga de diez presos de ETA de la cárcel de Basauri el 12 de diciembre de 1969. O como cuando se trasladó a Jabier Zumalde el Cabra y a su mujer, Sabina Igartua, desde Bermeo a Donibane vía Baztan. O como cuando se pasó a un joven militante de ETA, vizcaíno, por el mismísimo Puente de Santiago, haciendo uso de las garantías que daban nues¬tros servicios de soborno… También es cierto que en alguna ocasión, como es el caso de Iñaki Sarasketa el 2 de octubre de 1967, aunque él no estuviera en circunstancias graves, no se pudo prestar el apoyo que se solicitaba, al negarse el propio Iñaki a dar las mínimas garantías de seguridad y clandestinidad.

Háblanos del proceso de Burgos…

El proceso de Burgos supuso una gran actividad por nuestra parte y también una gran tensión. Recientemente, el 2 de febrero del 2016, un comentarista es¬pañol que no me apetece nombrar, decía que «lo relevante del proceso de Burgos fue la evolución política y cívica de algunos de los condenados entonces». Nosotros dábamos y seguimos dando más importancia a valores esenciales… Fue en una reunión del EBB en Beyris, en julio de 1970, y a la que acudía por primera vez como miembro del nuevo BBB, donde se presentó un informe del abogado Juan María Bandrés en el que se exponía la preparación de un juicio militar que con todos los atestados policiales arrancados durante los sucesivos estados de excepción impuestos desde el atentado contra el inspector Melitón Manzanas hasta las detenciones, y sus derivadas, de abril de 1969 en Bilbo. Pocos datos se facilitaban en aquella fecha: identidad de 16 procesados, la petición de ocho penas de muerte y más de 700 años de prisión, y la seria inquietud de los medios de defensa de ETA fundada en la reiterada práctica procesal militar española y en abundantes pruebas que apuntaban a que se montaba más que un juicio jurídico: aunque militar, un juicio de represalia, castigo y persecución política. Y también otro dato altamente significativo: la inclusión, arbitraria y sin ninguna base real, del sacerdote Julen Kalzada, tendente a conseguir, en base al concordato firmado entre el Vaticano y el Estado español que el Consejo de Guerra se celebrara a puerta cerrada y sin garantías de vista pública. Considerado el tema, se llegó, por encima de otras consideraciones, «porque se trata de salvar vidas humanas que están en peligro», a los siguientes a cuerdos: primero que se hiciera lo posible para conseguir que el Consejo de Guerra fuera a puerta abierta; segundo, que se informara a la opinión social vasca, española e internacional para conseguir del franquismo un juicio justo y, en su caso, se pidiera el indulto para evitar muertes.

¿Consideras que conseguisteis vuestro propósito?

Tan pronto como se dispuso de los dossieres necesarios, Leizaola e Irujo se desplazaron a Roma donde, además de dejar en los medios vaticanos del Gobierno vasco constancia del tema, se sentaron las bases para que se pidiera la renuncia al privilegio concordatario. La renuncia tenía que ser pedida por la Conferencia Episcopal Española a la Secretaría de Estado del Vaticano, para que ésta lo hiciera al Gobierno español. Los contactos con los obispos españoles, de obligado juramento a Franco, se realizaron a través de José Maria Zirarda, arzobispo de Iruña y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.

¿Y el Partido?

Por parte del Partido se dispuso de la oficina de prensa del GBB, dirigida por Jokin Yntxausti —alias «Iñaki Zabala»—, que con la colaboración inestimable de sus hermanas Ane y Miren llevó a cabo toda la importante labor de difusión y concienciación que hizo posible la enorme presión social y política vasca, española e internacional que obligó a Franco al indulto de las ocho penas de muerte que se dictaron. Se hicieron informes, memorias y comunicaciones específicas, destacando el número especial de Gudari, boletín de EGI que, con datos, artículos de opinión, biografías y fotografías de los procesados, conseguidas casa por casa de cada uno de ellos, se realizó por los servicios profesionales de prensa de EGI de Caracas y que por su contenido y la gran difusión tuvo fue clave en la campaña de información y mentalización que se hizo.

También proporcionasteis información a nivel internacional…

Ese fue un tema de dedicación especial, la atención a las agencias de prensa extranjera y sobre todo a los corresponsales cuyos contactos ofrecieran garantías de seguridad y reserva, y que salvaran el acoso y vigilancia a que estaban sometidos, no solamente en su correspondencia postal, sino hasta en los contactos personales. Con los medios de prensa españoles solamente se trabajó con aquellos de contrastada seguridad y garantías de clandestinidad. Con el fin de llegar a sectores de la opinión pública y social —profesionales liberales, abogados, arquitectos, economistas, licenciados, enseñanza, sacerdotes, etc.—, a los que no se accedía a través de los cauces de las organizaciones políticas y sindicales clandestinas, se organizó un servicio especial de distribución de información y propaganda masiva por correo. En paralelo, en coordinación y sin interferencias, las Organizaciones Municipales, Juntas, emakumes, estudiantes, EGI, mendigoizales, etc., intensificaron la habitual distribución y propaganda con ambientaciones en concentraciones populares, festivas o deportivas.

Hay una grabación de un momento del juicio, la alocución de Mario Onaindia y el consiguiente revuelo… 

Así es. El 3 de diciembre, dos miembros del EBB, Juan Ajuriaguerra y Sabin Zubiri, en representación del Partido se sentaban entre los asistentes en vista pública. Previamente, a través del abogado Ibón Nabaskues, nuestros servicios habían introducido en la sala un magnetófono reproductor Philips que sirvió para hacer los informes diarios y para que se grabara el Eusko Gudariak con el que Onaindia terminó su interrogatorio, provocando que los militares desenvainaran sus sables y quedara el juicio para sentencia… Por otra parte, todas las tardes, al final de su jornada laboral, salía de Bilbo un mili-tante que recogía en Burgos la información que elaboraban diariamente nues-tros servicios y que entregaba en Irún a Jokin Yntxausti. Éste, desde Donibane, la transmitía a «la Txalupa», la Radio Euskadi de Caracas.

El 28 de diciembre, el Consejo de Guerra dictó ocho penas de muerte…

Franco tenía anunciado para las diez de la noche del día 30 su mensaje de Navidad. La expectación era enorme. Las manifestaciones, movilizaciones y protestas también, durante toda la ma¬ñana y parte de aquella lluviosa tarde estuvimos con Jokin Yntxausti en Bilbo atendiendo a los corresponsales de la agencia Reuter. Teníamos con ellos el compromiso de grabar y filmar en Donostia el mensaje de Franco en el que se esperaba anunciara el indulto. Eran las siete de la tarde cuando salíamos para allí por Colón de Larreátegui en un Bilbo caótico por las manifestaciones, la lluvia y la circulación. Menos de tres ho¬ras para llegar por aquella tortuosa carretera general y montar los aparatos de grabación. Galdakao, Zornotza, Ermua, Eibar, Deba, Zarautz… fue una cadena de protestas continua. Fue estresante pero conseguimos llegar. En una casa por haber conseguido algo importante.

Sabemos de una vivencia personal posterior, cuando llegas al domicilio de los Areso Segurola, la familia que te escondía en Donostia…

Jokin Yntxausti y los periodistas, avan¬zada la noche, se fueron para Donibane. Por motivos de seguridad personal de los periodistas y del material que llevaban, era obligado pasar por la muga en tres turnos separados. Yo fui a casa de Areso Segurola, en Intxaurrondo, donde como en muchas otras casas, muchas tardes y muchas noches, tanto se había trabajado, etiquetando sobres, pegando sellos, ensobrando propaganda… Cuando llegué, Eusebio, militante desde siempre, Pello y Joxemari descansaban porque al otro día, a las seis y a las siete de la mañana empezaban sus jornadas de trabajo y estudio. En la cocina, con la cara de alegría que provocaba la satisfacción del deber cumplido, esperaba Jesusa, la que además de trabajar como todos, metía más horas que nadie pateando buzones y dejando recados donde hiciera falta. Me esperaba, como etxekoandre, con la cena caliente en el horno. Nos dimos un abrazo y lloramos emocionados pe haber contribuido a que un sanguinario no cargara con más muertes… Se ha dicho que el PNV quiere colgarse medallas a cuenta del proceso de Burgos. No lo sé. De lo que sí estoy convencido es de una cosa: si el PNV no llega a actuar como lo hizo, en Burgos hubiera habido muertes. Y que muy pocos de los que ostentan medallas las llevarán con tanta satisfacción y orgullo como todas las Jesusas, Eusebios, Pellos y Joxemaris que hubo.

¿Eráis conscientes del peligro que suponía implicarse en aquellas campañas, del riesgo que corríais?

Indudablemente. No solamente del riesgo en la campaña de Burgos, y especialmente desde el cuatro de diciembre cuando se implantó el estado de excepción, sino que también, se asumía con pleno conocimiento y consecuencia, la permanente inseguridad en la que te hacía vivir el compromiso adquirido. Los que al final de su jornada de oficina, taller, fábrica o consulta seguían trabajando repartiendo propaganda, organizando y realizando nuestras misiones y servicios; los y las que pedían permisos en sus trabajos para traer desde Donostia o desde Iruña la propaganda destinada a Bizkaia; los y las que hacían los servicios de traslado de personas; los y las que, con cierta continuidad, en sus lonjas o garajes, comercios, camarotes o cuadras, mantenían depósitos o «buzones» de propa¬ganda o cualquier otro material; los y las que ofrecían sus casas para atender a los buscados y perseguidos por los aparatos policiales —y algún día se tendrá que hacer una memoria especial en recuerdo de las renuncias a que aquella asistencia obligaba, al cambio de hábitos de vida que suponía y al riesgo de cárcel que entrañaba y, por encima de todo, resaltaría yo la categoría y el talante de las personas de acogida—, todos estos y muchos más, abogados, médicos…, eran plenamente conscientes de su compromiso, ya que el perfil de nuestro militante era fundamentalmente el de la persona que había mamado el nacionalismo en la cocina; lo había cocido en el horno de nuestras organizaciones juveniles, donde se intentaba dar cauce y respuesta a unas inquietudes que el fascismo, totalitarismo y franquismo ni daban ni podían dar. Aquellas inquietudes, después, se afianzaban en cursillos generales y te-máticos, en charlas y contactos donde se llegaba a la persuasión y se alcanzaba la convicción para que la razón de ser y los principios ideológicos se afianzaran en el crisol que suponía la actividad común y compartida del Partido. Por eso, los aventureros, oportunistas y quienes honestamente no llegaban a asumir los principios de ideología táctica y estrategia del Partido eran entre nosotros «aves de paso».

A lo largo del año había una serie de fechas señaladas en la que la actividad era más intensa…

Teníamos en nuestro calendario fechas de obligado recuerdo. Unas, secundando convocatorias del gobierno vasco: Aberri Eguna y primero de Mayo. Otras promovidas por el Partido: Gudari Eguna —celebrado en torno al 15 de octubre, fusilamientos del 15 de octubre de 1937 en Santoña, que recordaba a Eusko Gudaroste—, y las tres fechas en memoria de Sabino Arana: de su nacimiento el 26 de enero en Abando; de su manifiesto del 3 de junio en Larrazabal, y su fallecimiento el 25 de noviembre en Sukarrieta. En estas fechas, la labor activista se acentuaba a nivel de concienciación, difundiendo y regando calles y plazas de propaganda, consignas e ikurriñas y con pintadas murales reivindicativas y de protesta que por su impacto siempre tenían gran resonancia.

Fuiste testigo, y no sé si uno de los protagonistas, de la renovación del Bizkai Buru Batzar en 1970…

Al comienzo de 1970, el BBB, órgano colegiado y que decidía por consenso, es¬taba ubicado en dos sedes tan distantes como Bilbo y Beyris. Lo integraban diez miembros, cuatro elegidos en la última asamblea de 1935 y otros seis elegidos por cooptación, de los que ocho residían en Bizkaia y dos exiliados en Iparralde. El funcionamiento del Bizkai con las organizaciones municipales adolecía de la agilidad y operatividad que requería el desarrollo y la importancia de 45 organizaciones. Por ello los ocho representantes de sector pidieron la conveniencia de estudiar la reorganización y funcionamiento del BBB con las organizaciones municipales. Después de pedir sugeren¬cias y nombres, a primeros de junio el BBB acordó su renovación dando entra¬da en el mismo por cooptación a siete nuevos miembros y sustituyendo a los otros siete miembros de cooptación que hasta entonces venían actuando. En un acto celebrado el 2 de agosto de 1970, y conmemorativo del 75 aniversario del Partido y ante representantes de las 45 organizaciones municipales, Juan Ajuriagerra, en su nombre y de los burukides elegidos en la última Asamblea legal de 1935 presentó al nuevo BBB al que transmitían la autoridad que ellos habían recibido en la Asamblea de 1935. Este nuevo BBB ya venía trabajando desde mediados de julio en su reorganización, en la del EBB, y en la campaña del pro¬ceso de Burgos. Terminó sus funciones con la legalización del Partido en 1977 después de haber preparado la asamblea de legalización de Euba, no sin antes haber soportado y sufrido la escisión de una serie de grupos de EGI y Mendigoizale.

¿Qué nos puedes contar sobre las detenciones, accidentes, caídas, o acerca de los puntos débiles de vuestra organización?

etenciones pocas, pero ahí están la de los hermanos Gorostola, Valentín e Iñaki, de Algorta, con motivo de una de las pintadas llamando al Aberri Eguna de Iruña el 10 de marzo de 1967. También, las que se produjeron en Enkarterri —fueron detenidos J.M. Bernal y J.J. Bilbao, de Muskiz; J. Ureta, de Galdames; J. Nuñez, de Sopuerta; E. Barrenetxea, de Ortuella y J. Usategi, de Santurtzi—, con motivo del Aberri Eguna de 1970. El 6 de marzo de 1973 en acciones previas al Aberri Eguna, en accidente de tráfico falleció en Zornotza Iñaki Oiarzabal. Luis Carro perdió parte del brazo derecho cuando colocaban una ikurriña en el tendido de alta tensión en Kastrexana, en las fiestas de Santa Agueda de 1968. Hay que señalar que se consiguió distraer de los servicios administrativos del Hospital de Basurto el informe y parte médico que ponía en conocimiento de la policía los hechos, evitando en consecuencia toda repre-sión policial. Luis Carro siguió trabajando en la Resistencia hasta su fallecimiento en 2005. De los numerosos buzones y depósitos de material, libros y propaganda, solamente cayó en poder de la policía uno: una lonja trastero de la calle Uribitarte. Otros dos, también localizados por la policía, pudieron ser desalojados antes de que ésta procediera a su registro y requisa: uno de ellos era un local en una planta de oficinas en la calle de Hurtado Amézaga; otro, importante y de riesgo, en un despacho en la calle Eguren, donde estaban depositados los tubosmorteros lanzaikurriñas y el material y dispositivos preparados para la voladura del monumento a Mola en el Arenal y que el comando de EGI, pendiente de las últimas instrucciones que había de recibir de Artajo y Asurmendi, no pudo actuar al fallar el contacto tras el accidente que causó la muerte de los navarros. La policía se presentó en el local horas después de ser desalojado por el grupo de EGI.

¿Y qué nos puedes contar del robo de la corona de la Virgen del Carmen de Zornotza?

La Junta Municipal de Zornotza pidió opinión al BBB para proceder a la sus-tracción de la corona de la Virgen del Carmen de Larrea para denunciar la intromisión de las autoridades civiles en un acontecimiento religioso y popular, ya que la corona se subvencionaba por subscripción popular y el obispado había presionado a los organizadores para que los padrinos de la ceremonia fueran el Presidente —junto con su señora—, de la entonces Diputación Provincial de Vizcaya, en lugar del matrimonio de ancianos baserritarras padres de cuatro frailes carmelitas que ya habían sido designados. Con el parecer favorable a la iniciativa, el 18 de junio de 1968 se sustrajo la corona, pero cometiendo el error de no verificar y comprobar previamente las causas que motivaban la acción, que a la postre resultaron ser falsas. La corona se devolvió con las pertinentes disculpas formales a los carmelitas.

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