Martes 9 de mayo de 2023
Sirve para agrupar a las masas, brindándoles la posibilidad de tener un enemigo común que las cohesione.
Resulta fácil sembrar entre los más pobres la idea de que el enemigo posee su objeto del deseo y que no tienen la posibilidad de poder alcanzarlo por medios propios. Así logran transformar su envidia en odio, así consiguen que no luchen por satisfacer sus deseos.
De esta manera logran que los socialmente débiles permanezcan atrincherados en la envidia y el odio, creyendo que la destrucción del otro les permitirá alcanzar lo que no han sido capaces de producir.
Mi primer acercamiento a la ideología comunista (fase inferior del adoctrinamiento) lo tuve en los círculos de estudio del partido, donde discutimos el libro Crítica de la ideología alemana (discutir era sinónimo de oír en silencio al ideólogo de turno).
Creí que no había entendido nada, porque el barbudo que desmenuzaba el libro escrito por uno más barbudo que él, decía que la ideología era una falsa interpretación de la realidad.
Años después me enteré de que el mismo autor, en su Introducción a la crítica de la economía política, repetía lo mismo, pero más adornado. Y como seguimos leyendo, leímos ¿Qué hacer? de otro que no era tan barbudo, usaba una aristocrática perilla, decía más o menos que la ideología socialista era un compromiso con la vida y que los revolucionarios debían ser profesionales, o sea, un apostolado que implicaba la entrega de la vida a la revolución.
Con ese libro sí entendí, ya sabía qué hacer, estaba armado con un modelo económico que explicaba la historia de la humanidad, daba las pautas para cambiar la sociedad y me brindaba un proyecto de vida.
Tenía la mejor ideología del mundo, el partido y sus dirigentes, ya no necesitaba más nada en la vida. ¡Tenía una doctrina!
El adoctrinamiento comunista en Venezuela siguió varias vertientes, marcadas por las fuentes de financiamiento.
Básicamente, los recursos fluían a través de Cuba, fuertemente marcada por las tendencias estalinistas. En Cuba Trosky estaba proscrito, Rosa Luxemburgo era casi un enemigo, aquí poco leímos de esos autores. Gramsci llegó tarde a Cuba y terminó hermanado al Che.
Poco leímos de Gramsci hasta que Allende lo rescató del olvido latinoamericano. Aquí, nuestros ideólogos lo catalogaban como un neomarxista y eurocomunista, entre otras cosas por introducir categorías diferentes a las marxistas, como las de movimientos sociales en vez de lucha de clases; por afirmar que la hegemonía cultural permitiría lograr el acceso al poder de los trabajadores, la creación del concepto de sociedad civil y por las críticas expresadas al estalinismo en su carta enviada al Comité Central del Partido Comunista Ruso, la cual nunca llegó a manos de sus destinatarios.
Patria o muerte siempre fue más que una consigna, era y es un mantra constante de la existencia que implicaba, como bien lo dice, la ofrenda de la vida, no a la patria sino al partido. Hoy se aprecia su alienante consecuencia, vemos a muchos en Cuba y Venezuela gritarlo, cuando los efectos del hambre le arrebatan la dignidad y la calidad de vida.
La libreta de racionamiento cubana o la caja CLAP venezolana son la recompensa por su apego a la doctrina.
Mucho se puede decir de los mecanismos de ideologización y adoctrinamiento utilizados por el comunismo.
La ideología es la forma más aberrante de la alienación, niega la individualidad, despoja al individuo de la capacidad de discernir fuera de los elementos de la ideología y lo provee de un pensamiento unidireccional que limita el razonamiento propio, la experiencia, el conocimiento empírico y científico y hasta la razón para sustituirlos por la doctrina.
Ojalá podamos algún día resignificar la ideología del odio en una fuerza creadora, que reafirme al individuo, brindándole la posibilidad de transformar la envidia y el resentimiento en planes de vida que le permitan cambiar el compromiso con el partido en un proyecto de vida personal y creativo.
Por Wilfredo Velasquez.
Supongo que la misma higa que les importo a los americanos del norte,cuando acabaron con la población civil en Tokio,Hirosima o Nagasaki.
Las barbaridades no se cuentan únicamente en el número de muertos.Creo Iñaki,que esta vez te has pasado un pelín.
¿O acaso la maldad lo cuentas en proporción directa al número barbaridades cometidas?.Saludos y ongi izan.
P.D.No tengas la menor duda.No soy Stalinista.
Martiartu, un placer debatir contigo aunque no estemos de acuerdo en algunos aspectos. En relación al punto 3, no niego que el ejército rojo cometió barbaridades, sobre todo, en lo que fue la posterior RDA, sobre población civil inocente pero ten en cuenta las atrocidades que cometieron los nazis en territorio soviético previamente y las batallas de Leningrado y Stalingrado. Y con esto tampoco lo justifico. Respecto a Japón, no estoy de acuerdo y mantengo mi postura anterior. Era un muerto mantenido con vida.