PALABRA DE UGALDE

Viernes 3 de enero de 2025

La voz de Luis Ugalde es una voz que hay que escuchar. Sobre todo en esta hora crucial de nuestro país. Sacerdote jesuita de origen vasco, ha hecho de Venezuela su patria. Ha desempeñado cargos de altísima responsabilidad en la orden de los jesuitas, provincial de su congregación, rector de la Universidad Católica Andrés Bello que, bajo su dirección, creció, maduró (con acento) y se convirtió en una referencia de primer nivel en la educación superior del país. La educación es, por cierto, una preocupación permanente de este hombre que apuesta por una gran alianza nacional para rescatar las aulas y transformarlas en el verdadero motor del progreso, la democracia y la libertad.

Columnista de El Nacional, Ugalde ha cerrado el año 2024 con un artículo titulado Duro reto. El solo encabezado ya anuncia a lo que va. “Como dijeron nuestros obispos la realidad venezolana es ‘moralmente inaceptable’. En su exhortación La verdad les hará libres, nuestros obispos dejaron claro que ningún cristiano debe ser cómplice, ni contribuir a que perdure esta realidad de muerte para millones de venezolanos, dentro y fuera del país. El pecado de omisión es muy grave en esta emergencia nacional”, escribe en su texto en el que llama a juntarnos, todos, en la transformación del país.

Ugalde enumera cinco realidades duras e irrebatibles de nuestro presente:

– El deterioro creciente y el descontento nacional generalizado.

– El exilio de más de 7 millones, ahora en incremento ante la imposibilidad de trabajo y vida digna en el país.

– La notoria parálisis de las necesarias nuevas y multimillonarias inversiones, por falta de garantías económicas y seguridad jurídica. Crecimiento mínimo tras la catastrófica caída de 75% del producto interno bruto (PIB).

– El dramático deterioro de los servicios básicos de salud y de educación pública, que abandona en desamparo a la mayoría de los venezolanos.

– El hambre y la desnutrición infantil, vergüenza presente y ruina futura.

Toda esa situación calamitosa se puede superar. Como se hizo en el pasado no tan lejano en la vida de la nación. “Los venezolanos lo necesitamos y tenemos deseos y capacidad para recuperarnos y ponernos a la altura del siglo XXI. Hay talento, voluntad y capacidades, siempre que haya un liderazgo decidido a construir sobre la verdad y a sumar esfuerzos.”

Ese liderazgo está reconocido en la figura de María Corina Machado -fruto de su victoria clamorosa en la primaria de octubre de 2023, y en su persistencia al frente del movimiento nacional por el cambio político- y en la de Edmundo González Urrutia, el diplomático de carrera que aceptó asumir la candidatura presidencial en un momento de altísima tensión como consecuencia del bloqueo oficial a las opciones presentadas por la oposición democrática. “La desesperación y el deseo de la gran mayoría confió su urgencia de cambio nacional a la líder María Corina Machado y eligió a Edmundo González Urrutia. La elección presidencial fue pacífica, ordenada y sin mucho ruido, pero con voluntad democrática contundente”.

“No se puede -continúa el padre Ugalde- violar esa necesidad y voluntad de cambio, ni se debe excluir de él a nadie de buena voluntad. Todo va a hacer falta para ganar esta batalla contra la ruina actual. No importa que muchos vengan de los mismos que equivocadamente contribuyeron a esta tragedia. Cambio y transición inclusiva”.

Que así sea. 

NO ES URDULIZ, ES ESPINOSA

Jueves 2 de enero de 2025

Empiezo el año  retomando una reivindicación. Sé que es perder el tiempo  miserablemente pues vivimos tiempos de insensibilidad y prepotencia, pero no me importa. Siempre habrá alguien de buena voluntad que haga suyos argumentos  de plomo.

Hace unos meses hablé del Consejero sucesor de Alfredo Espinosa, el segundo consejero Manuel de Campomanes, cuya nieta nos había enviado una fotografía de un dibujo que le habían hecho  en la cárcel. Y quedó el Gobierno Vasco en ponerle un retrato en su galería. No sé si lo ha hecho.

Paralelamente hablaba yo de como el hospital Ramón y Cajal de Madrid no se llama el Hospital de Fuencarral que es el barrio donde está ubicado, sino Ramón y Cajal en honor del médico, científico y Premio Nobel Ramón y Cajal. Tampoco el de San Eloy se llama Hospital de Barakaldo localidad donde está emplazado. El Hospital Universitario de Cruces se llama así lo mismo que el de Basurto, porque así los bautizaron. No es el caso del Hospital Espinosa  que lo inauguró el 7 de julio  2016 el Lehendakari Urkullu siendo el Consejero de Sanidad Jon Darpon. Querían que se homenajease al primer Consejero de Sanidad del primer Gobierno Vasco, Alfredo Espinosa, apresado por los franquistas y fusilado en 1937. Era republicano y hacía gestiones para  salvar la vida de los niños. Su carta de despedida la leyó públicamente el Lehendakari Agirre en el Congreso Mundial Vasco de 1956 y el Lehendakari Ibarretxe en acto solemne celebrado en Gernika al cumplirse 75 años de la creación del primer gobierno vasco. Querían que su nombre no se perdiera en la bruma ya que había sido el único Consejero del primer gobierno Vasco asesinado.

Hoy todo eso no importa nada. Al Hospital bautizado con su nombre no se le llama popularmente Alfredo Espinosa sino Hospital de Urduliz y sin desmerecer en nada a esta localidad que tiene vida propia hay un intento manifiesto de borrar nuestra historia reciente y no enaltecer conductas hechas por gentes insignes.

Y digo todo esto porque un amigo me manda la fotografía del mal llamado Hospital de Urduliz, que no de Espinosa, sacada el día de ayer. Aquí no cuenta eso de honrar-honra, sino de incumplir hasta con la nomenclatura dada  oficialmente al edificio para que Espinosa siga viviendo en su nombre. Una auténtica lástima esta forma de actuar.

El postre navideño de la tía Loli

Miércoles 1 de enero de 2025

En navidades y año nuevo la familia se reúne. Los más allegados en casa, los cercanos se suelen ver tomando algo en una cafetería o en un  bar  y todos se mandan su correo como antes se hacía con tarjetas. Es lo normal con excepciones. Y nosotros no somos una excepción. Por parte de  mi aita fueron diez hermanos que formaron familias con muchos primos. Y parte de ellos nos reunimos el sábado 28 en Bilbao alrededor de la única tía viva que queda de aquellos diez hermanos, la  tía Dolores, conocida como la tía Loli, que a final de este mes cumplirá 97 años y está como una rosa. Cabeza despejada, buen apetito, sentido del humor. En 1937 fue con su hermana Paci, ”niña de la guerra” en Bélgica volviendo de allí a Kambo, donde estaba el resto de la familia, en 1939, al inicio de la invasión alemana a Holanda y Bélgica. Hace dos años nos fuimos con ella a Kambo a visitar los lugares donde habían vivido. ”Mirad, por allí paseaba Monseñor Mateo Mugica, el obispo privado de su diócesis por no sumarse a la Cruzada y nosotros íbamos a besarle el anillo”, nos contaba.

Fue `por tanto muy agradable estar con ella que además nos vino con un sobre lleno de  fotos  familiares. Entre ellas, la de blanco y negro, en  la que está su ama, Aurelia Hernani de Anasagasti, esa señora delgada con cinco de los cuatro hijos que nacieron en Argentina. Mi aita el mayor se había quedado con los abuelos en Trauko Zar, para no dejarles solos y ella con su hija Carmen había seguido los pasos de su marido, capitán de la marina mercante, de Mundaka y concejal del PNV en esta localidad, que había aceptado la propuesta de un tío solterón que vivía en la Pampa y le había pedido fuera a hacerse cargo de todo aquello. Toda una aventura, como fue el viaje de Aurelia, la madre, con su hija Carmen en un barco que encalló en el Río de la Plata pues el armador quería cobrar el seguro. Contaba que en ese barco viajaba asimismo el poeta, Nobel de Literatura Rabindranath Tagore con quien ella conversaba en 1924. Sabía francés y era profesora en Bilbao. Y lógicamente estaba encantada. Nos iba enseñando esa y otras fotografías y contando historias familiares de años en los que no había casi nada de lo que hoy tenemos y todo era más humano. Y tras mil peripecias volvieron de la Argentina pues al parecer el tío solterón era insoportable, pero recordaban con cariño  aquellos años tan pegados a la naturaleza.

Le preguntamos por la cena de navidad y nos habló sobre todo del postre. La familia tenía detrás del ayuntamiento un caserío, Trauko Zar, pegado a  la Iglesia del Aneja y cerca del Batzoki y al parecer el padre de Aurelia, José Mari Hernani, era un sibarita con las plantaciones que tenía que fue logrando crecieran en Bilbao  trayendo de varios países las semillas adecuadas  y él se ocupaba de cuidarlas y de hacer injertos y uno de ellos era un peral con tres injertos que debían producir unas peras asombrosamente buenas. ”Y no ponían peras al vino, sino las peras con agua, azúcar y canela en palo. Se  cocinaban y estaban exquistas, pero no se les ponía vino. Su propia melaza lo hacía todo” insistía. Luego esas cotizadas peras familiares ella y otra hermana las repartían por la vecindad y al cura de la parroquia.

Todos los primos le escuchábamos con embeleso viendo como a sus casi 97 años se acordaba de aquel mundo hoy totalmente desaparecido. ”Mi ama estuvo en el funeral  de Sabino Arana en noviembre de 1903 y mi hermano Jose Mari, que fue gudari, se libró de ir a un campo de concentración por haber nacido en Argentina” nos decía.

Hemos quedado en repetir el encuentro con ella en primavera y allí estaba  solícita su  hija Abigai para confirmarlo.

Lo malo de la  Navidad es recordar a las personas, familiares o no, que ya nos han abandonado pero lo bueno son este tipo de encuentros familiares entrañables. La vida sigue en este 2025.