Lunes 14 de julio de 2025
Xavier Cassanyes
Los inesperados casos de corrupción de colaboradores en su círculo de confianza, incluso en el ámbito muy cercano, sitúan a Pedro Sánchez al borde de perder su credibilidad y ánimo político. Al otro lado del hemiciclo, un Núñez Feijóo exultante recoge el fruto de la consigna de Aznar, de hace año y medio “el que puede hacer que haga,…”
Todos los esfuerzos de la derecha contra el Presidente, en todos los frentes, han conseguido que buena parte de la opinión pública centre en Sánchez todos sus males y que se olvide que el partido Popular, que fue condenado como trama corrupta por el caso de la Gurtel, ha sido el máximo depredador de las instituciones y de la honestidad en política, desde que Rajoy perdiera las elecciones ante Zapatero. Habría que repasar la hemeroteca, de aquella legislatura de 2004, cuando el PP pedía el boicot a los productos catalanes y al nuevo Estatut, que fue el detonante de lo que luego sería el Procès. Es decepcionante el poco rigor de analistas que olvidan cómo se desencadenan los sucesos.
Nadie parece acordarse de qué es el PP cada vez que toca el poder, favoreciendo a las grandes empresas, constructoras, hoteleras o futbolísticas, véase la recalificación de terrenos de Ayuso a favor del Real Madrid, y los amiguismos. El partido de la derecha posfranquista, que juega al centro que nunca es, no tiene rubor en cambiar leyes para favorecer políticas neoliberales y limitaciones sociales, detrayendo recursos de lo púbico. Y, teniendo en cuenta que un gobierno popular solo es viable en alianza con Vox, el partido que revindica la dictadura de Franco, sin estar en un gobierno sí impondría sus principales puntos ideológicos, como puede comprobarse en las comunidades autónomas en que gobierna.
Dos datos: En Baleares la enseñanza de la cooficialidad del catalán va a ser optativa y no se exige como requisito en la administración autonómica, con lo que se merma el derecho de los ciudadanos a ser atendido en cualquier de las dos lenguas cooficiales. En la comunidad valenciana, se desgaja Alicante de la unidad territorial y va a considerarse provincia no sujeta al bilingüismo a diferencia de Castellón y Valencia; un atentado a la unidad autonómica. Es el programa de Vox, volver al estado unitario centralizado sin autonomías, y el castellano como única lengua.
La alternativa viable al bloque de la investidura que sustenta al gobierno de Pedro Sánchez sería una coalición entre PP y Vox. Un gobierno de Feijóo, monocolor dice, con las imposiciones que Vox considere tácticamente convenientes. El alineamiento con el frente de Trump debilitaría a España aún más, perdiendo la oportunidad histórica de retomar un papel relevante como defensora de lo propio y europeo ante el desprecio del mundo anglosajón visibilizado por la vuelta al racismo contra los hispanos en Estados Unidos. El plante de Sánchez ante Trump es la mejor estrategia de medio plazo para reposicionar a Europa en el mundo global frente el entreguismo del partido popular europeo.
La armada ideológica de la derecha está consiguiendo que la ciudadanía minusvalore la gestión económica del gobierno y olvide la política de avances sociales que el gobierno de coalición ha impulsado desde el inicio. Si se llegara a minar la fortaleza, y las ganas de seguir de Sánchez, España se enfrentaría a un retroceso social y político semejante a cómo sucede en Estados Unidos.
La alternativa a Sánchez es Pedro Sánchez con un verdadero programa regenerador de la política desde los propios cimientos de la democracia: La ley que regula los partidos y los mecanismos electorales. El cómo funcionan los partidos políticos, la imposibilidad de la crítica interna, por el peso absoluto de la jerarquía y los círculos de presión que impide la evolución ideológica, y el sistema electoral, injusto de base puesto que da más valor al voto de los ciudadanos en las provincias menos pobladas que en las de mayor población, lo que se traduce en una discriminación inaceptable cuando debe garantizarse la igualdad de los ciudadanos ante la ley.