Sábado 27 de febrero de 2021
Seguramente los Izaguirre en Venezuela llegaron con la Compañía Guipuzcoana
de Caracas. El caso es que antes que Boris, el famoso era su padre Rodolfo, un
intelectual que tenía programas culturales, de crítica de cine y de todo tipo
de iniciativas. Era y es una referencia. Yo le escuchaba en la Radio Nacional
venezolana.
Rodolfo Izaguirre ha escrito un doloroso alegato contra el régimen de
Maduro que rueda por todas las redes y merece ser conocido. Es este:
«Tuve muchos
amigos pero en la hora actual lo que tengo son más años y menos amigos.
Dolorosamente, muchos han desertado con la complicidad de la Muerte. ¡ No me
permitieron dar yo la vida por ellos !
De mis siete hermanos,
pongamos por caso, solo quedo yo para decirlo. Tengo sobrinos, primos
cercanos y lejanos, pero los veo poco. Es una fórmula mágica para que la
familia exista y se mantenga unida. Me encontraba con mis hermanos dos o tres
veces al año, sosteníamos gratas conversaciones y nos abrazábamos. Recuerdo al
jesuita Mikel de Viana (hoy en Deusto) exclamar en la plaza de mi comunidad: “¡
La familia es un peo permanente !”.
Ver a la familia una o
dos veces al año es razonable. En cambio, sentimos más llevadera la familia que
vamos adquiriendo. Veo, converso, paso más tiempo con mi amigo que con mi
hermano más cercano. Sin embargo, he perdido a muchos viejos compañeros que
creía eran amigos. Me refiero a los que quedaron anclados en el sarampión comunista
juvenil y se volvieron adictos al chavismo y siendo poetas de altos vuelos no
vacilaron en cuadrarse ante el comandante oscuro y ominoso y decirle:”¡ Ordene,
Comandante !” o afirmar que hoy el mejor poeta venezolano es Hugo Chávez
…
Dejaron de ser los
amigos que tuve en el mundo de la cultura: cineastas, poetas, intelectuales y
artistas plásticos.
Dejaron de frecuentar
mis pasos que igualmente eran los pasos suyos y no los volví a ver. Tienen,
desde luego, el derecho de ser comunistas, chavistas o maduristas … pero no
puedo explicar, aceptar o perdonar que sean Rigolettos del sátrapa …
Mi caso no es único,
pero el hecho es que dejaron de ser mis amigos porque cada vez que Chávez se
ofuscaba llamándonos escuálidos, fascistas, traidores o vendepatrias en ningún
momento alzaron la voz para decirle al caudillo que el fascista era él;
decirle: Comandante, conocemos a Rodolfo Izaguirre desde hace más de sesenta
años y nos consta que no es un fascista ni ningún traidor a la patria sino un
venezolano que paga los impuestos, adora al cine, está bien casado y se empeña
en escribir crónicas amables.
¡ Pero no lo hicieron
! Dejaron que Chávez siguiera ladrando sus ofensas, decapitara las jerarquías
culturales, me negara la vida y prolongara la jactancia de sus equivocaciones
en la mayor catástrofe política, económica, social y cultural en la historia
del país.
¡ Antiguos amigos que
chapoteando en el pantano de un necio socialismo permanecen callados ! ¡
Cómplices ! No han tenido el valor de distanciarse de la perversidad y de la
brutal arrogancia del narcotráfico … Doblegaron el espíritu … ¡ Disolvieron
su dignidad en aguas podridas !
¡ Se alejaron de la
poderosa energía del arte y sucumbieron !
No los menciono porque
ellos conocen sus propios nombres.
Les llevo una gran
ventaja porque a ellos los arrastra la Muerte, pero yo en cambio, moriré pronto
porque tengo noventa años y, sin embargo … ¡ pertenezco a la vida !