Fue el
martes 20 de octubre en el grandioso parlamento uruguayo. Dos monstruos de la
política de aquel país, en polos ideológicos contrapuestos, se despidieron de
la política en primera línea con sendos discursos hechos para ser recordados. Me
enteré de ellos buscando un dato en Facebook y apareció Mujica en su escaño, masticando
las palabras y diciendo adiós a una acción política empujado por la edad y la
pandemia después de una vida en la que ha visto y sufrido de todo. Apunté
algunas frases que me gustaron.
Dirigiéndose a los jóvenes les dijo que “triunfar en la vida no es ganar. Triunfar en la vida
es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”.
Sobre
su vida. ”¿Qué es lo que le llama la atención al mundo?. ¿Que vivo con poca
cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esos son las novedades?. Entonces
este mundo está loco porque le sorprende lo normal”.
“En mi
jardín hace décadas que no cultivo el odio. El odio termina estupidizando”.
“La
política es la lucha por la felicidad humana
aunque sea una quimera”
El otro
gran orador, más barroco y menos coloquial, pero igualmente eficaz era Julio
María Sanguinetti que dijo que “dedicar la vida a la política tiene que ver con
que te duelen las injusticias”.
“Vivir
es tener causas, vivir es luchar, vivir no es sobrevivir”.
Me
gustó ese buen espectáculo de dos hombres de 84, Sanguinetti y, 85, Pepe
Mujica, rodeados del respeto de toda la cámara leyendo en vida el discurso
fúnebre de dos vidas dedicadas a los demás. Y los dos han sido presidentes del
Uruguay.
Lástima
que aquí estos buenos espectáculos no sean noticia.
Encuentro esta fotografía del Campo de
Concentración de Gurs, cerca de Bayona. A mi aita junto a todos los jóvenes
refugiados vascos de la guerra los iban a encerrar en este siniestro lugar al
inicio de la II guerra mundial en abril de 1939. Acababa de finalizar la guerra
civil y los tambores de guerra alemanes e italianos sonaban con fuerza. De ahí
que eligieran ir al exilio a América, pensando en volver cuando la guerra
terminara. No fueron momentos fáciles.
La foto fue obtenida el 9 de abril de
1939 a bordo del avión especial del periódico “La Petite Girtonde”, pilotado
por Pierre Obrecht siendo el cámara George Berniard.
En este campo habían estado burukides, diputados
y consejeros del PNV así como sacerdotes y autoridades varias. Posteriormente
fue utilizado para encerrar judíos perseguidos. Hoy en este lugar se recuerda
aquel horror con un pequeño monumento que no hace honor a la importancia de
este lugar en el museo de la represión.
La fotografía tenía este pie:
El tranquilo pueblo de Gurs
(Basses-Pyrénées) no sospechaba, hace un mes, que conocería hoy la animación de
una gran ciudad de guarnición. Sin embargo, su verde llanura, que se extiende
hasta las primeras estribaciones de los montes pirenaicos, desapareció en pocos
días. Por todas partes crecieron barracones como setas, se trazaron kilómetros
de carretera, se colocaron canalizaciones, un castillo de agua elevado. Y por
fin, el campamento, que albergará quince mil refugiados españoles, se agita
febrilmente.
Mientras mil soldados franceses han
venido a ocupar la localidad, los camiones de material se suceden hacia el campamento,
acompañados de automóviles de turismo, de ciclistas curiosos, de visitantes a
pie, que, detrás de las largas colas de alambre de púas, mirando curiosamente
el paisaje que se parece extrañamente a un pueblo de retaguardia.
La derecha hispana le
ha quitado su calle en Madrid a Francisco Largo Caballero, presidente del
gobierno español en 1936 y el hombre que quiso tener en su ejecutivo a un
ministro del PNV. Primero a Aguirre y luego a Irujo. Este puso como condición
se aprobara el estatuto de autonomía en pleno, y humanizar la guerra. Y lo
hizo. Acabó el presidente en el campo de concentración nazi Sachsenhausen. Liberado
en 1945 falleció meses después. Manipulando y desconociendo la historia, se
pueden hacer estas cosas.
Tras la
muerte de Franco teníamos en Bilbao dos pisos. Uno camuflado bajo el rótulo de
un despacho de abogados y otro en la calle Marqués del Puerto. Aquel piso era
un horno. Repartíamos el Euzkadi, atendíamos a las Juntas Municipales, teníamos
el Instituto de Formación, confeccionábamos el dossier de prensa y atendíamos a
todo el mundo en aquellos tiempos boreales.
Un día
me dijeron que había en el hall un Sr. que quería hablar conmigo. Le recibo. Alto,
educado, mezcla de Vittorio Gassman con Leonard Bernstein me pide le prestemos
las cintas del Congreso Mundial Vasco celebrado en Paris en 1956. Allí el
Lehendakari Agirre había hecho un descargo de veinte años de gobierno en ejercicio
y en el exilio. Me habla con respeto de la obsesión de aquellos neófitos
jóvenes políticos en institucionalizar el país. Nombre, himno, bandera, Universidad
Vasca, Boletín, Departamentos, presupuesto….y todo lo que vino por detrás y lo que
creían había que hacer para volver a casa y hacer el descargo en Gernika. Le
consigo las cintas. Eran nueve. Las transcribe y edita un librito con la
intervención del Lehendakari al inicio del Congreso. Al poco vuelve a pedirnos el
Diario Oficial del Gobierno Vasco de 1936. Aquel ejecutivo de concentración, como
todo gobierno que se precie, publicaba sus acuerdos. Me dice: ”tenemos un país
ignorante de todo lo que se hizo y una democracia balbuciente sin instituciones. El que en plena guerra aquella gente organizara una
administración de la nada es una lección que no tiene precio. Cuando
recuperemos lo perdido tenemos que volver a crear instituciones pero sin
olvidar lo que se hizo y sin dejar de reconocer a los que lo hicieron. Nadie
puede preservar lo que no ama y nadie puede amar lo que no conoce”. Fue para mí,
en momentos en los que vivíamos subidos en una montaña rusa de lo diario una lección
impagable. Las ediciones las pagó de su bolsillo.
Aquel
caballero, Leopoldo Zugaza sigue en la brecha con sus bien llevados 88 años, su
txapela, sus mil proyectos y tan campante como Johnny Walker. Le acaban de
otorgar el Premio Gure Artea junto a
Irazu y Lertxundi a él que dice que ya no quiere más premios. «Activista, editor
y fundador de distintas asociaciones e instituciones ligadas al mundo del arte,
su curiosidad y una infatigable capacidad de trabajo fueron el motor que en el ámbito cultural de su
entorno, una labor siempre encaminada a acercar al público el arte y la cultura
en general, tanto desde las grandes infraestructuras como de los pequeños
espacios locales”, explicó el jurado.
Recuerdo
su discurso cuando la Fundación Sabino Arana le otorgó su premio anual. Se
dolió del cierre continuo que se estaba produciendo de las librerías (un
consejero le dijo que ya estaba Amazon) y su petición de dividir la Feria de
Durango en dos jornadas distintas. Una para el mundo del libro y otra para el sector
audiovisual, con vida propia y, de
alguna manera, tapando al libro tan necesitado de mimo. A pesar de
ser el fundador de la feria de Durango, me comentó que no le habían hecho ni
caso.
Su curiosidad y una infatigable capacidad de trabajo han
sido el motor que han estimulado a Leopoldo Zugaza en su objetivo de llenar los
vacíos que se ha ido encontrando en el ámbito cultural de su entorno, una labor
siempre encaminada a acercar al público el arte y la cultura en general. Entre sus logros está la fundación de la Asociación
Gerediaga en 1964, cuyos estatutos había esbozado seis años antes. Fue una
iniciativa audaz para la época, pues pretendía estudiar y potenciar la faceta cultural
del Duranguesado en un contexto de feroz censura franquista contra todo lo
vasco. Al año siguiente, en 1965, dicha asociación puso en marcha (a sugerencia
de Leopoldo Zugaza) la Feria del libro y del disco vasco de Durango, que se
sigue celebrando actualmente y que es el evento anual de tipo cultural más
relevante del mundo vascoparlante.
Otros
logros de Zugaza son la fundación de los museos Photomuseum de Zarautz y
Museo de Arte e Historia de Durango, la revista Gaiak o el Instituto Bibliográfico
Manuel de Larramendi. Incidió también en otras disciplinas como las artes
plásticas e impulsó la sala de exposiciones Ezkurdi, el Museo de Arte e
Historia de Durango. Una reseña como ésta deja mil datos sobre Leopoldo cuya vida es el compendio de lo que ha sido
la lucha por la cultura bajo el franquismo y también en democracia. Oirle
contar las respuestas de los mandarines de los distintos Departamentos de
Cultura, gobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos, que hemos tenido ,a los
que alguno solo le faltaba poner los pies sobre la mesa y preguntar de mala manera con
el cigarrillo entre los labios que es lo que quería semejante pesado es para ilustrarnos sobre el jaez de los
muchos politicastros que hemos tenido y que ,en menor medida, seguimos teniendo. Gentes que no contestan las llamadas, no son fieles a
los acuerdos, no hacen seguimiento de las cosas, carecen de la mínima
profesionalidad y del imprescindible respeto hacia las personas mayores y son
una plaga para una Euzkadi necesitaba de Leopoldos, como hormigas de la
cultura, gente sensible, personas que escuchen y argumenten y no tengan el NO
como respuesta, mirando siempre al jefe. ”Me dicen que soy un cascarrabias y no
lo soy me decía. “Lo que no aguanto es la falta de educación, la prepotencia y
la incultura. Mira, en el actual equipo de cultura hay una persona del que
todavía estoy esperando su llamada. ¿Tú crees que ese caballero con semejante
falta de educación puede dirigir nada?. ”Pues no”.
Me acaba de enviar la reedición de un libro sobre Erasmo de Roterdam,
junto a la historia de Eresoinka. Le queda pendiente ese libro sobre su
experiencia ante la mediocridad de algunos prebostes de la cultura. Un día, en
broma comentamos que íbamos a escribir un trabajo remedando a Mariano José de Larra titulado “No
vuelva usted mañana”. En un país necesitado de recuperar el tiempo perdido no
hemos tenido Leopoldos promotores, sino muchos mediocres personajes que se han
dedicado a poner palos en las ruedas y a mirar a gentes como Leopoldo por
encima del hombro. No todos pero si es ese el espíritu que anida en algunos personajes
encumbrados incapaces de promover nada, buscar complicidades y hacer
seguimiento de las cosas No tenemos una historia oral de los años de hierro por
culpa de estos insensatos.
Asimismo me comentaba que el alcalde Aburto le ha atendido
muy bien en relación con las Jornadas que está organizando sobre algo tan
impactante como un congreso sobre periodismo vasco en América el año que viene. Y lo hará y será un éxito.
Un día le preguntaron
sobre el muy enfermo mundo del libro y contestó:
“No es que haya indiferencia, es que en algunos casos hay animadversión
hacia la lectura. Hay gente a la que le parece que tener un libro es un atentado.
No me cabe en la cabeza, yo compro libros todos los días del año. Puede que lo
mío sea exagerado, pero el libro es el único vehículo que tiene como misión la
transmisión del conocimiento. Nunca va a desaparecer, por muchas cosas que
digan o que haya distintos soportes tecnológicamente muy avanzados, siempre
vamos a volver al papel. Tenemos cinco sentidos, uno de ellos es el tacto, no
hay nada como tocar el papel. Esa sensación no la transmite una tableta”.
Su mujer Carmen y sus hijos han colaborado y heredado su amor por la
cultura. Miguel ha dirigido el Museo del Prado y ahora el Bellas Artes de Bilbao,
y Alejandro, la editorial Ikeder. Uno de los premiados fue empujado en sus
primeros años por él ya que Leopoldo no ha conocido la habitual mezquindad que
ve en otro el posible rival que habría que superar. Su deseo ha sido siempre
impulsar a los jóvenes escritores y de emplear el talento imaginativo que brota
como un torrente de su inquieto cerebro para que lograran sacudir la soñolienta
indiferencia de una Euzkadi aun sumergida en las brumas del siglo pasado. Eso
es Leopoldo y esa es la necesidad de Leopoldos que tiene este país.
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