Miércoles 31 de enero de 2018
Eduardo Serra es el clásico político madrileño de baja estofa, de esos que pululan por la Villa y Corte, y que han sido de todo gracias a su espíritu camaleónico, y a su falta de sindéresis.
Madrileño de Madrid, fue subsecretario del ministerio de defensa con Oliart (UCD), con Narcis Serra del Psoe y por imposición de Juan Carlos de Borbón, ministro de Defensa con Aznar. Si, el de las tropas.
Fue presidente del Instituto Elcano y no metió a ningún vasco en el Patronato del de Getaria así como del Museo del Prado. Como se ve toda una biografia al servicio del poder más representativo de la España inmortal.
Pues bien, este sujeto que hasta ahora había sido del PP a muerte, presentó a Albert Rivera la semana pasada en los desayunos del Ritz. Allí, como si de una rata que salta del barco se tratara, dijo que el futuro es de Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Un espectáculo muy poco edificante, hágalo quien lo haga en el partido que sea.
Y dijo más y con peor intención. Él elige a Rivera como su líder porque en este momento en no hay nadie que defienda mejor la unidad de España y además, según este pelota, tiene las manos limpias por no haber pactado nunca con los nacionalistas. Para colmo, y como él sabe inglés, dijo que los políticos españoles no hablan este idioma del Imperio. Que yo sepa Felipe González, Mariano Rajoy y los políticos de esa generación todos saben francés y no inglés por culpa de aquel desastroso pensum de estudios del franquismo, del que Serra es un acendrado defensor.
Nada. Que estamos ante el típico caso del auténtico sinvergüenza de la especie del corcho, pasándose con armas y bagajes a Ciudadanos después de haber sido uno de los prohombres del PP. ¡Que asco me da este tipo de gentuza!. Y, sobre todo, por la argumentación que utilizan para justificarse.
Irá bien la España cuartelaría con éste tipo de sujetos. Como para arreglar la situación catalana.
Odio en estado puro
Tengo todo el derecho de opinar sobre lo sucedido con Iñigo Martínez y sobre los comentarios acomplejados y mal intencionados de gentes que se dicen abertzales y no son más que gentes con cerebro de mosquito y mucha mala leche acumulada.
Mi aitona era donostiarra de la calle Campanario, mi ama gipuzkoana de Mutriku y mi amona de esta localidad. Mi Aita de Bilbao. Soy medio bizkaino y medio gipuzkoano, además de haber vivido y estudiado en Donosti y me avergüenzo de un sector hooligang de la Real cargados con demasiado odio en una Gipuzkoa amable y hermana.
Entiendo que si en mitad de temporada se fiche a un jugador como el ondarrutarra Martínez se le haga a la Real una gran faena. Lo entiendo y lo lamento, pero el Athletic no tiene caladeros donde pescar. Pero entiendo el cabreo. No entiendo la desmesura de Mikel Erentxun un caraqueño nacido en el exilio de su aita y que va de abertzale diga que le desea al Athletic lo peor o lo comentado por el propio Jokin Aperribay, al que consideraba más inteligente y menos sectario escucharle las sandeces que ha dicho y ha rematado con eso de “Me ha sorprendido que Iñigo no elija un equipo que pueda ganar la Champions”. Al parecer la Real, si. Ganas de ofender innecesariamente.
Como grave e impresentable es que la Real imponga una clausula anti Athletic al Cádiz para venderle al delantero Eneko Jauregui que es además de Muxika (Bizkaia). Me parece de juzgado de guardia. Eso es de malas personas y peores vascos. Y es que, además es el sector más de una IA, super euskaldun que confunde la gimnasia con la magnesia desde su más militante espíritu provinciano y reduccionista es en sus apreciaciones. Es increíble.
Vuelvo a decir que entiendo el enfado. No entiendo el odio y la desmesura. Están para llevarles al frenopático más cercano para que revisen su concepto de vasquidad, de limpieza en el juego y de fair play.
Y le deseo todo el éxito a la Real y ojalá juegue la champion.

