José Antonio de Durañona fue un bilbaíno de Abando que durante la guerra fue secretario de la Marina Auxiliar de Euzkadi y en el exilio secretario particular del Lehendakari Aguirre. Conocía pues bien al presidente y por eso le pedí varias veces nos escribiera un libro con sus experiencias con nuestro primer lehendakari. Por fin lo logré y en 1982 nos entregó unas páginas que, ya fallecido, publicó la Fundación Sabino Arana en su colección «Hamaika Oroimen askatasunarentzat”. Releyéndolo hoy en día, el libro se lee de un tirón y tiene mil y un datos de aquella época casi desconocida.
Viene esto a cuento del post que escribí titulado «El dato que le faltó al discurso de Azkuna» como consecuencia de la entrega por el gobierno francés al alcalde de Bilbao de la Legión de Honor. Yo, recordaba, como un grupo de resistentes vascos habían rechazado una condecoración porque ésta no se la habían dado al lehendakari Aguirre.
Uno de los que leyó el post me pidió más datos de aquella vivencia. Y ésta la saco del libro de Durañona, página 109 del libro citado. El apartado se titula, la “Medalla Rechazada”, y lo transcribo a continuación:
“En París, en los años de la post-guerra manteníamos constantes relaciones con los aliados, franceses, ingleses y norteamericanos.
“Un buen día, los franceses nos indicaron que querían agradecer a aquellos vascos que habían colaborado en la liberación de Francia, proponiéndoles para recibir una condecoración llamada de la “Reconnaisance Francaise” y destinada a premiar a aquellos extranjeros que se habían distinguido por sus acciones en favor de Francia.
“Recuerdo que en las listas había 26 nombres pero, en el momento de entregarlas, hicimos saber a los franceses que unánimemente todos los presuntos beneficiarios renunciaban a la distinción individual, ya que habían actuado no como tales individuos, sino como movilizados por su Gobierno legítimo, el Gobierno de Euzkadi, en ayuda a la causa aliada, y que verían con agrado que el gesto de agradecimiento del Gobierno francés se concretara de forma colectiva en una condecoración al Lehendakari Aguirre, como primer mandatario vasco, sugiriéndoles le concedieran la Legión de Honor.
“Los franceses, tras tomarse unos días de reflexión, respondieron que sentían mucho no poder acceder a lo que les sugeríamos, pues el hacerlo así sería un acto político…
“Sin más comentarios les dijimos que renunciábamos definitivamente a las condecoraciones individuales, pues los vascos no acostumbrábamos a actuar para conseguir medallas.
“Y es por eso por lo que ninguno de los vascos que, durante la ocupación alemana de Francia, actuaron a las órdenes directas del Gobierno de Euzkadi, no posee condecoración francesa alguna que ostentar en la solapa.
“A algunos les podrá parecer nuestro gesto una quijotada, a nosotros en aquel momento -y a mí, personalmente, aún ahora- nos pareció que era lo más digno que podríamos hacer.
“Si Francia, después de haberse beneficiado de la modesta labor clandestina de los vascos a las órdenes de su Gobierno, no podía recompensarlos colectivamente, nosotros no podíamos tampoco aceptar condecoraciones individuales ya que considerábamos que habíamos sido unos simples gudaris movilizados por nuestro Gobierno legítimo, y por tal motivo no podíamos aceptar condecoraciones individuales de un Gobierno extranjero.
“A pesar de ello, nuestras relaciones con los franceses continuaron siendo extremadamente cordiales.
Una bonita historia. Quizás Azkuna, en aquellas circunstancias, hubiera hecho lo mismo.