En septiembre del año pasado una plataforma organizó una de las miles de las ruedas de prensa que en estos años ha ofrecido el mundo vinculado a HB. Era una de esas reuniones corales, endogámicas, echando siempre la culpa a los demás de todo, no condenando la violencia y con la estética propia de ropa de mercadillo, respetando que cada quien vista como le de la gana. Pero había un dato que me llamó la atención. En el centro estaba el dirigente de EA, Rafa Larreina con corbata. Era la primera vez en treinta años que veía atreverse a alguien ponerse semejante prenda burguesa símbolo de todos los males del capitalismo para aquellos que de manera tan beligerante se uniformaban con el sincorbatismo. Y escribí una reflexión sobre aquella corbata terminando diciendo que si la sociedad se pone corbata y no hace de eso ninguna bandera, creeré que ese mundo empieza a cambiar cuando sin complejo alguno les vea con corbata, recordando además lo que había dicho D. Resurrección M. de Azkue sobre el euskera: “El día que el euskera se ponga corbata, estará salvado».
Aquello podía haber sido un comentario menor y superficial, pero creo tenía su enjundia, porque tras el acto del sábado organizado por Lokarri con intervenciones de Etxeberria e Iruin, vino la rueda de prensa del lunes 7 anunciando el nacimiento de Sortu. Quien hacía este anuncio, era Iñaki Zabaleta, con una hermosa corbata colocada en su sitio. ¡Caramba! me dije. «Esto parece que va en serio, no solo por lo que dicen, sino cómo lo dicen».
Iñaki Zabaleta es un profesor universitario, un tipo majo, que ha trabajado en EITB, es escritor y durante su estancia en Nueva York escribió la novela «La estación de la calle 110″ en inglés. Y no solo usa corbata, sino hasta pajarita. Se trataba de gente normal argumentando con seriedad y diciendo que iban a cumplir la ley mientras anunciaba un proyecto totalmente nuevo. Desde luego la estética, la indumentaria, el nivel de los portavoces y lo que decían, avalaba el aserto. Aquello era nuevo. Bien es verdad que encubría también a quien cree que esa estética está reñida con el abertzalismo, cuando es todo lo contrario.
Y recordé lo que solía decir Xabier Arzalluz. “Cuando desaparezca ETA y HB entre a hacer política en serio, seremos sus verdaderos adversarios. Si nos dormimos, nos ganarán, y si se duermen, les ganaremos. Pero eso será la normalidad y no lo de ahora”.
El colmo fue la entrega el miércoles en el Ministerio del Interior de los nuevos estatutos de Sortu. Allí estaba Iñaki Zabaleta, con su corbata bien puesta, acompañado de una serie de dirigentes del nuevo partido donde conté hasta ¡cuatro corbatas!. ¡Ostras! me volví a decir. Esto si va en serio. Parecía lo que dijo Suárez: “Hacer normal, lo que es normal a nivel de calle».
Ya sé que aquí hay dos problemas. El primero es saber cómo le sienta a ETA todo esto y el segundo la beligerancia de un PP que intuye que ésta puede ser la bandera que le quiten a Pérez Rubalcaba ante sus éxitos policiales y de ahí viene la manifestación de víctimas del sábado en Madrid y los denuestos jupiterinos de sus dirigentes más connotados. “Hay que derrotarles”. “Cuarentena con ellos». “Esta basura al estercolero». “No a la legalización» e imprecaciones parecidas impropias de un partido serio que quiere gobernar y que quiere solucionar el problema de una violencia con el que desgraciadamente la sociedad ha convivido durante cinco décadas.
El asunto ha sido la comidilla esta semana en Madrid y les he recordado el inicio de la transición cuando nadie daba un duro por ella. La ley para la Reforma Política fue el instrumento jurídico que permitió articular la transición de una dictadura a un sistema constitucional democrático. Se aprobó el 18 de noviembre de 1976. Tenía el carácter de Fundamental, siendo la última de las Leyes Fundamentales del franquismo. Y la que permitió la voladura controlada del régimen. La oposición a ella estaba en el llamado bunker, que también tuvo que hacerse el harakiri. La ley tuvo 59 votos en contra y 13 abstenciones. Pero se aprobó.
Previamente, uno de los prebostes de la dictadura, Torcuato Fernández Miranda, que era el Presidente de las Cortes, era solo partidario de reformar las Leyes Fundamentales estableciendo un sistema con solo dos partidos. Uno conservador y otro de tipo liberal. En palabras del propio D. Torcuato se trataba de «ir de la ley a través de la ley». Frase consagrada.
Aquel apaño no prosperó y de ahí vino aquel harakiri. Ante esto la pregunta es: si en 1976 se hizo aquello con los responsables de una dictadura, aprobando posteriormente una ley de amnistía que vació las cárceles y se dijo que había que mirar al futuro y no al pasado, con todas las impurezas e imperfecciones del momento. ¿A qué viene la actual agresividad del PP que condiciona al PSOE de manera tan notable y pretende presionar a los jueces para que gentes que dicen van a cumplir la ley, no puedan participar en unas elecciones democráticas?. Si los partidos del año 77 hubieran actuado contra lo que representaba Manuel Fraga en la época, éste jamás hubiera podido haber sido presidente de la Xunta, diputado y senador, habiendo dicho incluso que había que pasar por encima de su cadáver antes de que se volviera a permitir izar normalmente la ikurriña.
Si además, estos nuevos dirigentes se ponen corbata ¿qué más se les va a pedir?. ¿Que sean devotos de la Virgen del Pilar?.
Creo sinceramente que estamos al final de un camino que ETA no va a verbalizar diciendo que su lucha ha sido un fracaso. De ahí que como la canción de John Lennon, habría que dar una oportunidad a la paz. Con corbata o sin ella.