Males sistémicos

Uno de cada cuatro adolescentes andaluces cree que la mujer debe estar “en casa con su familia”. Vamos, que su meta profesional, sin elección, debe ser “sus labores”. Es una de las conclusiones del informe Andalucía Detecta del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) planteado a estudiantes de 3º/4º ESO. Seguramente sea similar en otras comunidades.

Sistémico, perteneciente a la totalidad de un sistema. Es la primera acepción del diccionario. Con nuestra ración cotidiana de gota malaya de corrupción económica/clientelar/patriótica cayendo inmisericorde sobre nuestras cabezas (y bolsillos) se ha encontrado un chivo expiatorio idóneo (ganado a pulso) en la clase política, “casta” pero no precisamente honrada. No son los únicos, pero nos lo están haciendo pensar, pasando por alto que empresas, funcionarios, autónomos, en las relaciones comerciales… está tanto o más presente que en política, con la diferencia nada desdeñable de que aquí se corruptores/corruptos juegan con dinero público. Aunque algunos quieran circunscribir elchorizeo a personas concretas, parece claro que tiene raíces sistémicas profundas.

En 2013 hubo 57 víctimas de agresiones sexistas, mayoritariamente mujeres, y en noviembre-2014 ya son 47. Podemos decir como en la corrupción que es cosa de delincuentes concretos, porque evidentemente los entes abstractos no delinquen, pero ambas trapacerías se larvan en criterios sexistas enraizados en la sociedad, cuando menos preocupantes. Porque estos adolescentes dentro de nada adultos, no sólo ven a la mujer nacida con/para la fregona, sino sosteniendo que «no es propio de los hombres ocuparse de las tareas del hogar»; en lógica consecuencia un 10% opina que es el hombre quien debe tomar las decisiones importantes en la pareja; tan obvio como para que un 20% vea a la mujer más débil que el hombre y en consecuencia hasta la mitad de estos jóvenes (ellos/ellas) crea que la mujer aguanta “mejor” la violencia de género. Con estas premisas extraña poco que un 61% de las jóvenes hayan sido víctimas de violencia machista vía móvil/redes sociales y que un 25,1% admitan ser controladas por su pareja a través del móvil. 

De este sistema de poder establecido en la mente de los/las adolescentes a los casos concretos de violencia de género en sus diferentes grados sólo hay un paso.

Mutatis mutandis con quienes piensan que la corrupción es algo puntual y personal; si sólo se ataja la violencia de género como puntual (la guinda del pastel) y no como un mal sistémico de poder mal compartido, produce escalofríos pensar en los asesinatos evitables y otras violencias contra las mujeres que se producirán en próximas décadas. Igualicoigualico que con la corrupción, corruptibles, corrompedores y corruptos.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *