Me he despertado con la huelga del Metro de Bilbao y con el anuncio de otra huelga en Mercedes y con el preaviso de otras manifestaciones en otras otras actividades. El colofón de la mala noticia ha aparecido con el anuncio del índice de inflación de junio que supera el 10%, una cifra de dos dígitos, algo no visto desde 1985.
Pueden ser las consecuencias económicas de la postpandemia o de la guerra invasiva en Ucrania o de los múltiples intereses geoestratégicos de las llamadas potencias sin olvidar claro secuelas de esos intereses como los muertos en las fronteras norteamericana-mexicana o en la valla de Melilla.
Frente a estas realidades, ayer, asistí al encuentro del Foro de Ética sobre el bosque, no fue un encuentro económico, ni político, ni legislativo, ni tan siquiera científico, sino un encuentro desde la poética de los sentimientos que nos generan los árboles, los bosques.
Nuestros bosques está claro que nos fijan el suelo, nos proporcionan oxigeno y el agua que necesitamos, las frutas que comemos, las sombras que nos alegran los días y que dan cobijo a gran parte de la biodiversidad.
Casi todos hemos oído hablar de la deforestación de los bosques ecuatoriales, de la reducción masiva de las selvas amazónicas y algo más cercano: de los terribles incendios de hace quince días redujeron a cenizas la sierra de la culebra en Zamora o las secuelas que dejarán los incendios en San Martin de Unx, Óbanos, Leyre.
Los/as reunidos, capitaneados por José Ignacio Besga, presidente del Clúster de Ética del País Vasco, y con la participación de Carmen Miral, presidenta de Mujer siglo XXI, María Eugenia Salaberri, presidenta de la Asociación de Escritores del País Vasco, la jurista, Begoña Crespo y la filósofa Cristina de la Cruz, lloramos de tristeza por lo sucedido y de alegría por lo que nos proporcionan los bosques, pero como todas estas lágrimas no son suficientes para apagar los incendios, el Foro sobre El bosque herido no solo leyó poesía, sino que propuso activar todos los mecanismos para llevar a protocolo de derecho penal las actuaciones contra los bosques.
Se trata de poner al bosque como sujeto y que aquellos que lo agredan tengan que responder no solo administrativa y civilmente, sino también en el plano penal. Porque los bosque nos hablan y nuestra obligación si queremos seguir habitando el planeta es escucharles. Aprendamos su lenguaje.