Eutanasia, un paso más hacia la libertad individual

Ramón Sampedro luchó hasta conseguir morir dignamente

En el largo camino del logro de derechos básicos individuales, hoy se marca un hito con la aprobación de la Ley de la Eutanasia. Frente a quienes la niegan, hoy se erige la posibilidad de elegir una muerte digna; por eso es un derecho, no una obligación. Un derecho a ejercer individualmente con las premisas de respetar las normas que la ley dicte, pero al final un derecho individual que podremos elegir.

Esto es la libertad, poder elegir. Puede que haya muchas personas que a esto lo quieran llamar un asesinato encubierto, pero no veo dónde está este concepto si se respetan los términos de la ley.

Con la ley, se evitarán sufrimientos y prolongaciones artificiales de una vida que, en muchos casos, ya no lo es. Además, como el aborto, hay que insistir en que esta es una norma de voluntariedad, que no es obligatorio y que la ejercerá quien quiera.

Por eso, hoy es un día históricos para los que creemos en la libertad personal responsable.

Esperemos que la gabarra flote

Entre nosotros hay más personas de 65 años que menores de cinco años.

CON frecuencia lo urgente nos impide hacer lo necesario. En diciembre de 2020 nacieron en el Estado 7.200 personas menos que en el mismo mes de un año antes. Al dilucidar si estamos ante algo urgente o solo necesario, reconozcamos que el covid-19 no ha originado la baja natalidad, pero sí la ha agudizado.

Desde 1984 la gabarra surca la ría, yacía oxidada en la dársena seca hasta su reciente reparación; ahora ya flota. Pero no les hablaré de fútbol, aunque esta semana haya sido noticia precisamente este reflote como símbolo de renacidas ilusiones de volver a verla surcando aguas de la ría cantando el Alirón. Tanto como deseamos volver a una vida sin embozo. Porque hace doce meses nos vararon en el dique seco enmascarillados y ahora con las vacunas parece que podríamos volver al agua de la vida social cuasinormalizada. Quizá combinando vacunas, anticuerpos monoclonales y mascarillas flotemos como la gabarra de marras.

Esta pandemia coloca casi todo en óptica de prisma vírico, todos los intereses están bajo el sesgo pandémico. Restricciones, paro, ERTE y ERE, teletrabajo, horario limitado o cierre de hostelería, espectáculos claudicados o de acceso reducido, asistencia sanitaria telemática, ni grupos ni fiestas populares€ nos subsumen como sociedad. Su derivada, aumento de la depresión, ansiedad, separaciones y dificultades de convivencia. Algunas cosas se quedarán y otras volverán a su cauce anterior. Entre las que ya existían y se han acelerado tenemos el drástico descenso de natalidad, un dato mucho más pandémico que la propia infección vírica, una parte de esta sindemia.

En 2020 hubo 337.000 nacimientos frente a 501.000 defunciones. El dato alarmante de largo recorrido es que nacieron 23.000 niños menos, un descenso en constante goteo. Que los expertos lo predijeran por la incertidumbre que genera la pandemia no puede hacernos olvidar que es un problema de fondo existencial. Hay quienes argumentan que somos suficientes los 7.700 millones en el mundo, que en 2050 seremos 9.700. Cierto, pero aquí entre nosotros no solo hay menos niños, sino que hay más personas de 65 años que menores de 5 años. Menos mal que la esperanza de vida está en 83 años, porque si no, en lugar de España vaciada hablaríamos de desierto hispano en una Europa con 42,5 años de edad media frente a los 19,7 en África.

Los expertos hablan de suicidio demográfico, pero no sé si los gobernantes se toman este asunto como la urgencia de las vacunas, con políticas que equilibren la balanza. Me imagino que atraer y regularizar más inmigración sería parte de la solución. Pero hay que preguntarse por qué la edad media para tener el primer hijo es de 32 años y por qué el índice de natalidad es de 1,23 hijos por mujer cuando son necesarios 2,1 para mantener la población. Quizá sea la economía o la incertidumbre frente al futuro o ante otra pandemia, o falta de conciliación familiar con la carrera profesional sobre todo de la mujer, o pérdida del prestigio social que necesita la maternidad o que nuestros jóvenes sean los europeos que más tarde se emancipan porque sufren más paro y trabajo más precario.

Se subvencionan muchas cosas. ¿Tan difícil resultaría afrontar eficazmente nuestra propia pervivencia? Pudiera ocurrir que al intentar reflotar nuestra gabarra social vital no podamos porque no haya quien la arregle ni maneje.

Controlar el covid-19 será lo urgente, pero ¿seguir existiendo como comunidad no se antoja imprescindible?

nlauzirika@deia.com @nekanelauzirika

«La medicina y la ciencia necesitan un #MeToo»

Carme Valls Llobet, experta en medicina con perspectiva de género

A las féminas se nos recetan el doble de antidepresivos que a los varones y cinco veces más ansiolíticos»

«Las religiones y las culturas han culpabilizado a las mujeres; hay que recordarles eso de ‘Chica, tú vales mucho»

«Las mujeres tienen que aprender a pasárselo lo mejor posible en su vida cotidiana; deben recuperar su deseo»

La doctora Carme Valls, feminista

La doctora Carme Valls reivindica que las investigaciones médicas y la medicina en general tengan en cuenta las diferencias de género entre hombres y mujeres. Esta endocrinóloga catalana es experta en Medicina con perspectiva de género y política. En su libro Mujeres invisibles para la medicina (Ed. Capitán Swing), una publicación actualizada de su libro de 2006, la doctora explica que desde entonces se han dado avances, «pero en muchos aspectos, las especialistas seguimos siendo invisibles para la medicina; en otros se nos está dando visibilidad», reconoce.

Las mujeres en los servicios de Medicina son mayoritarias, pero en los puestos de dirección, ¿siguen invisibilizadas?

—En muchos aspectos, sí. Eso quiere decir que al estar la profesión feminizada, todavía el trabajo de la mujer no está lo suficientemente valorado; la mayoría de los trabajos científicos, donde participan principalmente mujeres, están dirigidos por hombres. Y los estudios que se financian si están ellos más presentes tienen más posibilidades de salir adelante.

Desde la primera edición de su libro, ¿cuánto hemos avanzado?

—Hay claroscuros. Hemos avanzado en el diagnóstico de las enfermedades cardiovasculares, también en la detección de la violencia de género; los equipos médicos están bastante preparados para hacer una detección y un acompañamiento de las mujeres que sufren maltrato. Sin embargo, en cuanto a trastornos por la menstruación no se ha profundizado; también están estancados el dolor crónico y el envejecimiento.

¿Por qué no se nos tiene más en cuenta en los estudios científicos?

—Entre otros motivos, porque el hombre lo ha abarcado todo. Considerar que el varón es más importante viene de los griegos, desde Aristóteles. Entonces ya se aseveraba que el espermatozoide débil generaba una mujer y, el fuerte, un hombre. Además, como las mujeres vivimos más años de media que los hombres, ya que tenemos más defensas contra las infecciones, la medicina debe ocuparse de estudiarlos a ellos que mueren antes.

¿Ha ocurrido lo mismo con la pandemia del coronavirus?

—En la covid-19 está sucediendo que se infectan más mujeres; sin embargo, fallecen más varones por encima de los 80 años. Lo cierto es que antes de esa edad, la mortalidad es muy similar entre muchos sexos.

En su publicación habla del sentimiento de culpabilidad de muchas mujeres, que les lleva a trabajar por ser perfectas. ¿Qué hay que hacer para gestionar esa situación?

—Las religiones y las culturas han desvalorizado y culpabilizado a la mujeres. Desde que Eva dio la manzana a Adán; desde que las mujeres africanas tocaran el agua en el Sáhara cuando tenían la menstruación y fueron culpables de que el Sahara se secara. Si hace sentir culpable a una persona la podrás dominar mejor. Por eso cada día hay que decir a las mujeres que no somos culpables de nada. ¡Y que valemos mucho! Eso de Chica, tú vales mucho, de Almodóvar,es válido para remontar la baja autoestima a la que a muchas mujeres se las somete desde muy pequeñas.

¿La ansiedad que nos provoca todo esto conlleva más psicofármacos?

—A las féminas se nos recetan cinco veces más de antidepresivos que a los varones y el doble de ansiolíticos.

¿Es la solución?

—No. Hay que resolver el problema básico: el habernos dicho que hemos de demostrar lo que somos capaces de hacer cada día en todo lo que realizamos. Tenemos que demostrar el doble que los hombres. Para gestionar esta ansiedad tienes que ser consciente de que no tienes la culpa de nada; es el patriarcado quien mantiene estas ideas.

¿Esto conlleva un gran trabajo psicológico?

—Sí. Pero afortunadamente los tiempos están cambiando y las mujeres pueden asociarse con otras que creen que valen por sí mismas. En ocasiones son situaciones duras, pero hay que hacerlas.

¿Es necesario el renacimiento personal de las mujeres?

—En muchos casos, sí. Tienen que recuperar sus deseos y sus placeres; no seguir las indicaciones que les dieron/dan sus padres, sino seguir sus instintos. Todo va más lento de lo que necesitamos las mujeres, pero las féminas tienen que aprender a pasárselo lo mejor posible en su vida cotidiana, porque eso, por ejemplo, también les aleja de las patologías de dolor. Y hablo de la recuperación del deseo y de la liberación personal.

Usted es feminista. ¿Piensa que el movimiento feminista global impulsará los cambios que también necesita la ciencia?

—Noto una gran diferencia desde la primera edición de mi libro hace 25 años. Ahora estudiantes de Medicina y profesionales me escriben para darme las gracias por su publicación. También los medios de comunicación sois más sensibles al tema; nos estáis dado más visibilidad a las mujeres en la medicina y la ciencia. Esto de lo que hablamos era bastante difícil entonces y solo se hacían eco pocos medios, no interesaba a la mayoría.

¿Se atreve a augurar cómo funcionará en los próximos diez años el sistema de salud en cuanto a género y diagnóstico?

—Hace falta voluntad política, pero soy optimista. Hay países que están llevando buenas políticas públicas, como Canadá, donde existen órdenes ministeriales de que no se otorgue dinero público si no se incluyen a mujeres en los trabajos de investigación clínicos. En mi opinión, este es el paradigma del cambio.

Yo sí me manifesté el 8M

La mejor noticia feminista sería que no existiera un 8-M

MARCHARÉ en manifestación, respetando las precauciones que la delicada situación sanitaria actual aconseja, pero marcharé; mascarilla y distancia, pero un año más haré clamar mi voz junto a la de miles de mujeres aquí y millones en el mundo, para reclamar la igualdad de oportunidades.

Hace ya muchos años que en una entrevista Lidia Falcón me contestó que la mejor noticia feminista sería que no existiera un 8-M para recordar la discriminación por género. Sería la manifestación palpable de que la igualdad entre mujeres y hombres se habría logrado y de que ya no era necesario reivindicarla. Pero los años van pasando y la reclamación femenina sigue pendiente, y aún en el hipotético de que a mí no me hubieran discriminado, son tantas las que siguen sufriendo discriminación por el hecho de ser mujer que me manifestaré también por solidaridad. Solidaridad, porque no quisiera que por no haberme importado a mí la suerte de las demás no les importara a las demás la mía si me sucediera.

Solidaridad reivindicativa, porque en 2020 oficialmente fueron asesinadas 45 mujeres. Porque casi la mitad de las mujeres al menos una vez en su vida ha sufrido violencia machista (acoso, agresión física y/o psíquica) y casi medio millón han sido violadas. Solidaridad y reclamación ante la discriminación salarial, porque a finales de octubre un hombre ya habría cobrado lo que una mujer en todo el año en igual trabajo y categoría. Porque en 2020, de 3,5 millones de parados dos millones eran mujeres, siendo España donde más creció el paro femenino. Porque a pesar de haber aumentado las mujeres en puestos directivos, aún no superan el 30%, aunque entre los nuevos licenciados ellas sean más del 60%. Veo las redacciones de los medios repletas de redactoras, médicas y enfermeras copando las clínicas, escuelas infantiles con maestras en todas las aulas, pero las direcciones siguen llenas de corbatas. Porque muchas jóvenes viven el dilema de elegir entre su carrera profesional y formar una familia, en buena medida porque solo dos de cada diez hombres comparten tareas del hogar, cuidado de los niños y de mayores € quedan tantos campos de desigualdad por género para corregir que a veces pienso que corremos una carrera en pos de un sueño y que los sueños son inaprensibles. Mientras, escuchamos halagadoras promesas en voceros públicos que al pasar del tiempo siguen sin cumplirse.

Durante estos meses de pandemia y restricción importante de derechos de manifestación y reunión hemos visto autorizadas manifestaciones de sanitarios, hosteleros, a favor de la libertad de expresión, de fascistas, negacionistas, pensionistas € reuniones y manifestaciones de todo tipo y condición, así que resulta difícil entender por qué en ciertos lugares no se permitirán hoy manifestaciones feministas. Ya quedó aclarado y sentenciado que no hubo causalidad entre las del pasado 8-M de 2020 y la posterior expansión de contagios, de modo que espero que la restricción actual no sea porque los prohibidores consideren necesario tutelar a las mujeres como menores, quizá porque crean que no sepamos cumplir las normas de protección sanitaria como personas adultas. Y mucho menos por causa del viejuno chiste que me recontaron ayer de qué si vais a la manifestación quién planchará hoy.

Por esto mismo, junto con otras muchas yo sí ocuparé las calles nuevamente para reclamar que no haya discriminación por razón de género.

nlauzirika@deia.com @nekanelauzirika

«Hemos estado al pie del cañón en la pandemia, y sin caer en las fake news»

inaugurando el libro de la Casa de Juntas de Gernika. Todo un honor para una vizcaina como yo, además poniendo en VALOR el trabajo de las mujeres periodistas
https://www.deia.eus/bizkaia/2021/03/06/hemos-pie-canon-pandemia-caer/1104086.html?fbclid=IwAR1TbfsH5e2ezOxVdpgbKI5717hhiDoHJ0AjlXeJr_cY9Q2fcynv6qcwVwE

La Secretaria general del Colegio y de la Asociación de Periodistas Vascos, y redactora de DEIA, Nekane Lauzirika se mostró muy satisfecha y agradecida por el homenaje «no solo a mí, sino a todas las comunicadoras de Euskadi», que el colectivo recibió ayer en la Casa de Juntas de Gernika, «en la casa de todos los vizcainos/as, bajo el viejo roble.

¿Se merecían las periodistas un homenaje así?

—Creo que sí. No ha sido una etapa fácil para los y las periodistas vascos, pero hemos estado al pie del cañón, informando con rigurosidad a la sociedad vasca y sin caer en las fake news, cuando ha habido otras plataformas y ámbitos en los que sí lo han hecho. Hemos tenido un papel importante haciendo aquello que mejor sabemos hacer: informar de esta pandemia durísima a la ciudadanía con rigurosidad y esfuerzo

Usted recoge la insignia, si bien me deja claro que es un tributo a todo un colectivo de periodistas

—Por supuesto que es un reconocimiento al colectivo, porque hemos estado a la altura, ofreciendo información veraz en tiempos difíciles y superando el examen con nota. El coronavirus también nos ha puesto a nosotras a prueba, pero creo que lo vamos superando.

Tiempos difíciles sin duda para el periodismo no cabe duda. ¿Se ha hecho duro trabajar en plena pandemia y además en primera línea?

—Como muchas otras profesiones, hemos estado en plena batalla, sí, ya fuera en la Redacción o teletrabajando desde nuestras casas. Pero recalco que hemos hecho un gran esfuerzo en nuestra labor con la mayor profesionalidad posible.