Vacacionar

QUE muchos no veranean o mejor dicho no vacacionan en verano, y algunos hasta lo publicitan como la presidenta de Madrid sra. Cifuentes, la realidad es que estos días puente entre julio/agosto acogen un trasiego frenético de personas que sí quieren disfrutar a la pata la llana de la canícula agosteña. De modo que aeropuertos, estaciones y autopistas rebosan cual costuras reventadas. Aunque los medios nos hagamos eco de un éxodo novedoso, lo cierto es que no es muy noticiable porque ocurre todos los años: mismas esperas, colas, parecidos atascos… Aparte de la riqueza que pueda generar en los lugares de atracción turística, una derivada nada desdeñable del éxodo vacacional es que centenares de pueblos minúsculos habitualmente silenciosos y languidecientes porque no hay medios para ganarse el pan, se llenan de vida durante unas semanas con la presencia de sus antiguos habitantes, descendientes o algún enamorado del silencio. No significa que los pueblos vayan a eludir su inexorable ocaso, pero con el calor de agosto y lo que aportan quienes retornan esporádicamente van tirando.

Y mientras hordas de necesitados/estresados ciudadanos se desplazan preferentemente hacia el sur, otras hordas más necesitadas, jugándose la vida en vallas y concertinas, pateras…, lo hacen hacia el norte, sin pasaporte, a la búsqueda del pan de cada día al que todos los humanos tenemos derecho. Por las fronteras españolas han pasado en seis meses tres veces más migrantes que en el mismo período de 2016. No hay frontera que pare la huida del hambre, y seguirán viniendo aunque mueran muchos, hasta que sus cuerpos permitan pasar el estrecho a pie enjuto.

Muchos expertos del cambio climático explican que su principal problema derivado será la migración de poblaciones que por sequías o anegado de zonas fértiles no puedan cultivar su tierra y ante el hambre decidan emigrar ¿hacia dónde? Hacia el norte, preferentemente hacia grandes ciudades, donde ya habita el 60% de la población y que seguirán creciendo con más ascenso térmico, contaminación, problemas sanitarios… El éxodo continúa.

Al tiempo que clamamos contra la crónica de muerte anunciada de los pueblos de aquí, también podemos escuchar la voz del cardenal ghanés Peter Tuckson que expresa su dolor porque de África emigran los jóvenes dejando los poblados vacíos; solo quedan ancianos, mujeres y niños que mueren de hambre. Él pide, y con razón, que las ayudas humanitarias no se hagan sobre los que huyen abandonando a los suyos, sino en sus propios países para que tengan futuro en su hogar.

En plena efervescencia de avances genéticos, la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón ha conseguido con métodos CRISPR la edición de embriones humanos modificados genéticamente para eliminar defectos congénitos. Bien, pero no necesitamos supermanesni clones humanos, sino modificaciones genéticas de por ejemplo patatas, como propone el Instituto Neiker-Tecnalia, dependiente del Gobierno vasco, para hacerlas más resistentes a las sequías anunciadas, con las que puedan asegurarse alimentos para toda la población, migrantes incluidos. Entonces podrían vacacionar si lo desean, no migrar por necesidad.

El último rescate, por ahora

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SI la realidad no cambia, engañe a su cerebro. Barbara Fredrickson, psicóloga de la Universidad de Carolina del Norte, ha demostrado que una actitud optimista ayuda al cerebro a luchar contra las emociones negativas.


La podredumbre de ciertos grupúsculos políticos suele generar la tentadora reacción todos los políticos son iguales, lo que evidentemente no es cierto; y el consecuente “yo paso de política”, como queriendo obviar la propia mirada en el espejo. Pero la política no pasa de nosotros.

Mientras se discute aprobar o no los presupuestos, si marchar en comandita imposible a una moción de censura, si Susanita necesita a superLópez para enfrentarse al ratón-león llamado Pedrito y se pontifica sobre si el cupo del Concierto Económico vasco es humano o divino, la Corte Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones dependiente del Banco Mundial, ha condenado al Reino de España a pagar 128 millones de euros a las firmas Eiser Infrastructure Limited y Energía Solar Luxembourg por los recortes aplicados desde 2010 en las primas a las energías renovables que estuvieron vigentes de 2006 a 2012. Muchas empresas invirtieron en proyectos fotovoltaicos y termosolares, debido a la rentabilidad garantizada con estas primas del Gobierno. El varapalo de este laudo es solo la avanzadilla de otros muchos (hay 26 abiertos), que de seguir la misma línea resolutiva dejará en cueros vivos a la maltrecha economía española. O no, porque ni los que gobernaron las primas en 2006 ni sus supresores en 2010 las pagarán. Sí, seremos usted y yo quienes paguemos.

Si hubiera habido beneficio no hubiéramos cobrado, pero como ha salido mal la jugada de la privatización solar, los errores irán a cargo de los paganos de siempre: usted y yo. Quizá usted diga pasar de política, pero la política-hacienda no pasa de nosotros: habrá rescate público en toda regla.

Rescate multimillonario al estilo bancario. Recuerden, entre 2009 y 2015 el sector público rescató a los bancos imprudentes (dirigidos pordedocráticos ladrones, mafiosos, bolsilleros, corruptos, politicastros clientelares, etc.) con 60.718 millones de euros, de los que el Estado apenas ha recuperado un 5%. Aunque la realidad es que contando ayudas directas y avales el esfuerzo puede rondar los 122.000 millones. Mareante, más para quienes lo estamos pagando.

Sumen otros recates bien conocidos: de aeropuertos sin aviones, de palacios de Congresos sin encuentro alguno, de hospitales privatizados que agotan su presupuesto en setiembre, de autopistas deficitarias, de centrales nucleares no construidas o que ya no son rentables, de empresas de limpieza urbana quebradas… la lista, con nombre y apellidos, es larga y burlesca.

En realidad aquí el rescate público del fracaso privado es deporte nacional, y podríamos registrarlo en lo mercantil con nombre propio, Rescates Públicos S. P., Beneficios privados S. A., o similar.

Para ser menos desdichados como pagadores de despilfarros y metemanos ajenos nos queda Barbara Fredrickson y seguir engañando a nuestro cerebro. ¡Carpe diem!