Ministerio de la Soledad

EN 2018 en Gran Bretaña se creó el ministerio de la Soledad para enfrentar el drama que padecen más de 9 millones de ciudadanos.

“Morir de soledad” puede ser una forma poética para hablar de un desierto sin oasis o del mar inmenso que rodea al náufrago. Góngora, Machado, Benedetti, J. R. Jiménez, Borges, Neruda… todo poeta en algún momento creativo ha mirado cara a cara a su soledad para cantárnosla en verso. Pero los científicos no recitan odas, sino la realidad en prosa del abandono y la muerte que produce la soledad: mayor riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares;la soledad puede ser tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día. “La soledad realmente puede ser mortal”, afirman rotundos tras comprobar la mortalidad un 26% más alta de los ancianos en exclusión social frente a quienes conviven con sus seres queridos. Dura consecuencia de la soledad forzada que vive quien no tiene quien se preocupe ni ocupe de él.

Hace un tiempo estuve unas semanas viviendo sola en un pequeño pueblo, soledad deseada para descansar y reflexionar, pero al día siguiente el panadero, el carnicero y hasta la médica tenían noticia de mi presencia;estuve sola y escuché el silencio, el crotoreo de la cigüeña y el ulular del viento, pero no padecí la soledad que olvida, que socava memorias, que te desnuda y entierra sola en vida, porque la sombra atenta de los vecinos me acompañaba en respetuosa distancia, como lo hacían habitualmente entre sí. A uno de ellos los hijos se lo llevaron a Madrid a un 4º piso sin ascensor y al que ellos apenas si iban a dormir, con su estrés y problemas individuales a cuestas. Esta soledad pseudoacompañada creo que aceleró su adiós.

La España vacía engorda las megalópolis con más personas, pero no menos soledad. Cinco millones viven solos y el 25% de los hogares son unipersonales. Así que la aparición del cadáver de una persona cuya ausencia no echa en falta nadie es cada día más frecuente entre nosotros. Pasan días, semanas, meses y hasta años antes de que alguien repare en su buzón repleto, las telarañas de su puerta o el hedor en su rellano. Leo “Galicia muere sola”, porque en Galicia mueren solas más de doscientas personas al año;en 2018 en Bizkaia 58.000 ciudadanos vivían solos y 21 murieron en sus casas sin que nadie se apercibiera del óbito. También sucede en los pueblos, pero menos;no es exclusivo de mayores, pero sí les azota mucho más. En Japón mueren solas 30.000 personas al año, de modo que no es peculiar nuestro, sino una epidemia del primer mundo, un monstruo con muchos tentáculos: individualismo, divorcio, viudedad, edad, celibato, dispersión laboral, estrés…, son razones acompañadas de unos servicios sociales que se han ido externalizando a la familia, especialmente a la mujer, la antigua cuidadora cuya labor los servicios públicos no parecen saber cubrir.

Vivimos la contradicción flagrante de esta soledad en plena era de hiperconectividad virtual. Puede haber soluciones, pero la realidad es que ninguna estructura social concreta siente como propio este problema, de modo que plantearse aquí el ministerio de la soledad como aglutinador podría ser tan útil como necesario.

Las golondrinas sin nido

 

CONCERTABA una cita con unas amigas para San Miguel y una mostró su sorpresa “¿San Miguel?” Pocos saben que en Cambridge los tres primeros meses del curso son el trimestre de San Miguel, pero creía que estaba tan asentado el calendario gregoriano de cosechas y de la cultura tradicional como para saber que en muchos pueblos san Miguel es el hito que marcaba el fin del verano y la recolección de las últimas cosechas. Pongan san Juan, santa Lucía, san José, santa Águeda… un calendario reflejo cristianizado santificado de las estaciones lunar/solares acompasado al ritmo de cultivos, labores y cosechas que ellas marcaban. No puedo añorar ese mundo pasado porque yo, como muchos urbanitas de segunda generación, sólo lo he conocido de visita en el caserío familiar.

Mercado en Gernika, Balmaseda, Ordizia… fiestas y costumbres que repetimos pero con las que tengo/tenemos escasa relación, ni por fecha ni por estación y menos por el santo con el que cristianizaron la fiesta. Nuestro contacto con el mundo rural es turístico o pura anécdota.

En 1900, el 25% de la población mundial habitaba en ciudades; hoy, el 60% somos urbanícolas en grandes ciudades y sus conurbaciones. El campo está despoblándose a marchas forzadas. En el Estado español casi 2.000 pueblos tienen menos de 1.000 habitantes, como mi manzana.

Disfrutamos su tranquilidad, ritmo relajado, pocos ruidos, saludar a las personas y charlar pausado con ellas,… quizá por eso vayamos a un pueblo, a un caserío de pasada vacacional, a descansar unos días, a una fiesta… pero su vida ya no es la nuestra, ya no pertenecemos a su cultura ni su cultura a nosotros; esos santos y esos cambios de estación ya no son nuestros referentes ni marcan nuestro ritmo vital. De hecho sorprenden los deportes rurales… pero como anécdota, porque ya no forman parte de la vida real/cotidiana, sino, como mucho, del espectáculo.

Quién pasa en alguno de esos dos mil pueblos unos días de agosto, verá sorprendido la vida bulliciosa con niños en las calles y mayores en los zaguanes, movimiento en la taberna y coches aparcados… pero vuelvan a finales de setiembre y no digamos en febrero: ni coches, ni taberna, ni zaguanes abiertos ni por supuesto niños en las calles, golondrinas que nunca volverán como síntoma de su irreversible desaparición; sólo viejos, dicho con todo cariño. “Cerrado por fin de vacaciones”, en la mayoría septiembre es la crónica de un adiós anunciado, el presagio de lo irreversible, quedan pocos y sólo mayores: los funerales permiten ver mejor las telarañas del baptisterio.

Sin servicios ni ayudas ni trabajo para jóvenes… ¿merece la pena batallar para que no desaparezcan esos pueblos pequeños? Por su inacción parecería que a los dirigentes públicos les importe un comino su supervivencia; entonces los echaremos en falta. A algunos los conservarían como parques temáticos; pero entonces, quienes quieran vivir en ellos la vida del siglo XXI ¿tendrían que ser actores representándose a sí mismos? ¿Convertirse en golondrinas sin nido?