Sánchez cumple incumpliendo

Y encima, recochineo. Menudo momento escogió el delegado del Gobierno español en la CAV, Denis Itxaso, para plantarse ante los medios a presumir del estratosférico grado de cumplimiento de los compromisos de su Ejecutivo en los tres territorios. Hay que tener poco tacto y muchísimas ganas de tocar la moral para vender semejante moto justo cuando el PNV, paciente socio leal de Sánchez, ha vuelto a mostrar su descomunal cabreo por el enésimo vacile del cachazudo ministro Escrivá a cuenta del Ingreso Mínimo Vital. Después de seis promesas calcadas en bucle, este es el minuto en que seguimos esperando que se transfiera la gestión de esa mala copia de la Renta de Garantía de Ingresos que parió el gabinete bicolor en su incorregible afán de brindar mirando al sol. Pero Itxaso aún tuvo el desparpajo de afear el enfado jeltzale. Algo, también es verdad, que se puede permitir porque sus mayores monclovitas le consienten ese papel de eterno malmetedor.

La jugarreta en su conjunto nos presenta la radiografía exacta del momento político actual. Aunque la literatura diestra oficial asegura que Sánchez es rehén de quienes lo sostienen, los hechos contantes y sonantes prueban lo contrario. Es el presidente español quien no deja de chulear a los grupos a los que debe su permanencia en la poltrona. No es solo el PNV. A EH Bildu y a ERC también se las cuela dobladas una y otra vez. Su gran baza, como he anotado tantas veces, es el miedo a un vuelco que llevara al poder al PP con Vox. Quizá haya llegado el momento de pasar del lamento y el puñetazo en la mesa a algo más contundente.

Sostiene Denis Itxaso

Miren que uno lo ha escuchado casi todo en labios de la mediocre fauna política que padecemos. Y aun así, no pude evitar que me invadiera una mezcla de incredulidad, escándalo e indignación ante las palabras del delegado del Gobierno español en la CAV sobre la obcecación de Moncloa en sepultar en el olvido el Caso Zabalza. Sin medio temblor de voz, Denis Itxaso escupió dos demasías consecutivas que no sé si lo inhabilitan para el desempeño de su puesto, pero que, desde luego, muestran una falta de escrúpulos que, francamente, yo jamás habría esperado.

Sostiene Itxaso —primera de las bajezas— que no hay pruebas nuevas para que se reabra el sumario judicial. Según él, los bárbaros audios en que se certifica su muerte en la sala de tortura no aportan nada que no se supiera. Claro que peor fue una afirmación —segunda infamia— que contenía una velada denuncia. “La pelota sigue estando en el tejado del PNV”, porfió el militante del partido que gobernaba cuando Zabalza fue asesinado y arrojado al Bidasoa. Varios de los miembros de aquel Ejecutivo de Felipe González fueron condenados por atrocidades parecidas al caso que se pretende enterrar. Desconozco si técnicamente es posible, pero Itxaso debería comparecer en el Cogreso para explicar exactamente qué clave tiene el PNV para esclarecer el Caso Zabalza.

Con mano izquierda

Ahora que, previsiblemente, Gemma Zabaleta va a disponer de más tiempo, me permito el atrevimiento de recomendarle un libro. Se titula Con mano izquierda y lo escribió, oh sorpresa, ella misma junto a su compañero de filas e idealismos Denis Itxaso. Palabra que no pretendo ser irónico ni hacer una guasa. A los que vamos por la vida dejando el pensamiento impreso nos ocurre con frecuencia que olvidamos lo que alguna vez salió de nuestra pluma o nuestro teclado. De pronto, un día vuelve a caer en tus manos por cualquier azar o, tal vez siguiendo las leyes del caos ordenado, y te sientes Proust delante de la madalena. Ahí sale, a veces con extrema crueldad, quien fuiste y ya no eres. Puede ser un trago muy duro, pero si vences la tentación de apartar la vista, el premio es recordar de golpe muchos cuándos, varios cómos y, allá al fondo, un porqué. Con cierta probabilidad, tu porqué, ese que se ha ido diluyendo por el paso de los calendarios, las pequeñas claudicaciones que engendran otras cada vez mayores, los sobreentendidos, la obediencia debida, la inercia o el puntito de pereza y apuro que te da ser siempre la nota discordante.

Han pasado diez años desde la publicación de aquellas páginas. Un mundo o un suspiro, según se mire. Eran en su partido los tiempos del post-redondismo más cerril, para colmo, enrabietado por la dolorosa derrota del mayo anterior. Como siempre, Ares era el dueño del botón nuclear. López —mi memoria no falla— también atendía por Patxi-sí-señor. Por sorpresa, una minoría ínfima con Zabaleta a la cabeza dio un paso al frente y presentó su candidatura a la secretaría general con un discurso que entonces sonaba a herejía. Perdió con estrépito ante el aparato, pero no fue en vano del todo. Parte de sus ideas, convenientemente descafeinadas, pasaron a ser bandera de un PSE que empezó a virar el rumbo. De lo que sobrevino después, seguro que se acuerda ella mejor.