Por una de esas carambolas que rozan el esperpento, la muerte de Fidel desbarató el calculado acto inaugural de la Operación Retorno de Pedro Sánchez. Algún perverso —vale, fui yo mismo— llegó a bromear con la posibilidad de que la Sultana Susana fuera quien desconectó al Comandante. Chistes malos aparte, sí parece razonable pensar que de no haberse producido el óbito más esperado de la última década, el multitudinario y variopinto encuentro de Xirivella se habría erigido en la gran noticia del pasado fin de semana para los medios españoles. Al final se quedó, no diré que en suelto perdido entre perfiles, elegías, diatribas y ditirambos sobre Castro, pero sí en episodio de un relieve bastante menor que lo que prometía.
Con todo, allá donde tenía que llegar el eco del asunto seguramente se habrán dado por enterados. Por la cuenta que les trae a la Gestora del PSOE y a quienes mueven sus hilos, habrán empezado ya a estudiar el alcance del fenómeno. Es posible que cuando fumigaron al revoltoso encargado del convento que ellos —sobre todo, ella— encumbraron, ya imaginaran algún movimiento de reacción. Se diría, sin embargo, que no calcularon que fuera de la magnitud vista en el estreno de la tourné sanchista por las agrupaciones del partido.
El pequeño saltamontes le ha salido respondón al aparato. Aquel tipo que tuiteaba las palizas que recibía en el juego de la oca lleva un tiempo mostrando hechuras de líder. A su apostura indudable ha unido unas canas y un par de arrugas que le otorgan un toque de experiencia. Y eso se aprecia también en su discurso. Los próximos capítulos van estar muy interesantes.