Mentiras patrióticas

En Nueva Lakua, capital de Patxinia, no se mata al mensajero. Simplemente se le despacha con un baño de brea y una mano de bofetadas dialécticas para que luego lo cuenten los alpistados de corps obviando el contexto. No es por una tendencia innata a la violencia ni por un espíritu killer del que carecen, tal vez con un par de excepciones, los integrantes de la brigadilla gubernamental. Se trata más bien de esa metamorfosis —ya explicada anteriormente en esta columna— que sufren los seres irreparablemente ineptos cuando se saben descubiertos y, de perdidos al río, deciden espantar sus penas a zurriagazo limpio con lo que se les ponga enfrente. Con más saña, claro, si es quien actúa como notario y recordatorio de su nulidad.
El fenómeno ha adquirido magnitud superlativa en el propio López, que cada vez con más frecuencia convierte sus comparecencias, entrevistas o simples canutazos en una fila de hostias preventivas a los que interpreta culpables de sus frustraciones. Con qué tonillo, además. Siguiendo sus pasos, los que le acompañan en ese Costa Concordia oficialmente llamado Consejo de Gobierno van dando preocupantes muestras de estar afectados por el mismo arrechucho. Gentes como Carlos Aguirre, Rafael Bengoa o el cuasi ignoto Bernabé Unda, que a primera vista dan la sensación de ser incapaces de pisar una lombriz, mutan en el increíble Hulk y, con mejor o peor fortuna, practican el ataque como mejor defensa.
Con todo, el caso más llamativo es el de la portavoz (nadie recuerda ya de qué es consejera, además), Idoia Mendia. De martes a martes sube la temperatura y la bilis contenida en sus descargas. En su última zarracina verbal tildó de poco vascos y nada amantes del país a los que con abundancia de pruebas documentales han demostrado que no queda un puñetero clavel en la caja y que hay un porrón de facturas por pagar. Contar la verdad es de antipatriotas, Y lo dice ella.

Patxinia va bien

Mis condolencias a los lectores censados en Barcinalandia. Por unos centímetros en el mapa y un quítame allá este Amejoramiento, no van a disfrutar del enorme privilegio que es vivir en Patxinia, territorio oficialmente libre de crisis desde anteayer. A Idoia Mendía (con d, no con t), portavoz del benemérito Gobierno del oasis, le faltó pedir que leyéramos sus labios. “No habrá recortes en 2012”, anunció toda ufana. Si creen que es imposible mejorar una noticia así, aguarden, porque en el mismo viaje, la cuentacuentos homologada del Ejecutivo López añadió que, de hecho, desde que sus reales se asientan en Lakua, jamás se ha metido la tijera a ningún servicio esencial. Está grabado.
Les concedo unos segundos para asimilar el prodigio, pero ya les avanzo que por más vueltas que le den, no encontrarán mejor explicación que la obvia: no hemos visto lo que hemos visto ni hemos vivido lo que hemos vivido. Todo, absolutamente todo, ha sido producto de nuestra imaginación. El hachazo a la renta básica, el mordisco a los funcionarios, el tantarantán a las ayudas al euskera y, por descontado, las razzias en sustituciones en la enseñanza y Osakidetza no han sido más que malas pasadas que nos ha jugado la mente.
Fíjense hasta dónde llega la sugestión, que aunque para ustedes sea un recuerdo real, tampoco es verdad que Patxi López se tirase toda la semana pasada llorando por las esquinas que las pérfidas y anacrónicas Diputaciones no le dejaban liarse a poner recargos fiscales. ¿Que le oyeron decir que las arcas estaban vacías y que caminábamos hacia el abismo ante la indolencia foral? ¿Que jurarían que eso mismo lo largó el dicharachero consejero Carlos Aguirre? Nada, un mal sueño, la trastada de algún duende abertzaloso o patrañas de esos resentidos del Grupo Noticias. Patxinia va bien. Muy pero que muy bien. ¿O es que no vieron el fiestón a todo lujo y todo trapo de la otra noche en Fitur?

Socialistas achicharrados

En el primer bote, fue Idoia Mendia, cada vez más guardabarreras que portavoz del Gobierno López, la que salió en tromba a desdecir el lamento de Jesús Eguiguren por lo poquito que se había arrimado al toro —al fuego, en este caso— el lehendakari viajero. Se ve que el presidente del PSE está harto de ser el eterno saco de las hostias. Urgida por las prisas de replicar, con los asesores pata negra a 5.700 kilómetros y el racimo de micrófonos apuntando a su boca, la stopper de Nueva Lakua repentizó: “Los socialistas vascos se han achicharrado por la paz en los últimos treinta años”. Podía haber dicho cuarenta o diez, veinte o cinco, pero lo dejó en treinta.

Cuando la diferencia horaria lo permitió, salió el aludido personalmente en persona, como diría un personaje de Andrea Camilleri, a ponerle las peras al cuarto al díscolo Eguiguren. En el mismo mandoble se permitió fijar sin lugar a dudas el lapso temporal de permanencia en las brasas de sus conmilitones, él incluido. Le bastó un adverbio, pero qué adverbio: siempre. La frase final para los titulares gordos del día quedó así: “Los socialistas siempre nos hemos achicharrado por la paz”.

Tanto la sentencia preliminar de la telonera Mendia como la seguidilla del cabeza de cartel tienen un vicio —en el mejor sentido de la palabra, ojo— de origen. El intríngulis está en la generalización. No se puede hablar a bulto de “los” socialistas. Procede especificar. Porque los hay, en efecto, que llevan toda su vida inmolándose por la paz, así los hayan pagado los distintos aparatos con zancadillas, ninguneos o retiradas de carné. Otros que se autoproclamaban socialistas —hablo de anteayer— se calcinaron, sí, pero en una guerra. Sucia, por más señas. Y por no hacer interminable la enumeración, están los que, como el mismo López, se han acercado o se han alejado de las ascuas según veían que se iban a procurar o no su sardina electoral.

Las carcajadas de Urchueguía

Cuando mi compañero de Noticias de Gipuzkoa Guillermo Nagore llamó a Ana Urchueguía para pedirle su versión sobre las informaciones que se iban a empezar a publicar al día siguiente, ella prorrumpió en estentóreas carcajadas. De hecho, se estuvo riendo a mandíbula batiente los treinta minutos que duró esa conversación que no habrían sido capaces de guionizar ni Faemino y Cansado. No menos de una docena de veces le preguntó Guillermo, con una frialdad digna de encomio, si era cierto lo de la finca de un millón de metro cuadrados, y la respuesta fue siempre la misma: una ristra de risotadas aderezadas con desdén de arrabal y la consabida amenaza de mandar a sus picapleitos a romperle las piernas jurídicas al mensajero. En un primer momento, aquello me sonó a farol, a huida hacia adelante, a última bravuconada antes de la estrepitosa e inevitable caída. Craso error de interpretación por mi parte. Doña Ana, factótum de Somoto, se partía la caja en la certeza absoluta de que sus abracadabrantes andanzas de limosnera plenipotenciaria contaban con la bendición sin fisuras del Gobierno y el partido a los que pertenece.

Defensa cerrada

A lo largo de estos años plagados de cochambre política he visto a cien mil conmilitones de tipos pillados con el carrito del helado tratando de nadar y guardar la ropa. “Dejemos que obre la justicia” o “el partido tomará las medidas que establecen los estatutos para estos casos” son las dos prudentes declaraciones de manual con las que se intenta limitar el chapapote que cae sobre las siglas al tiempo que se evita poner la mano en el fuego por los enmarronados. Es lo que podían haber hecho el PSE y el gabinete López, y sin embargo, uno y otro han optado por salir a piñón en defensa del buen nombre y mejor proceder de la intocable Urchueguía. Impresionante, que todo un candidato a Diputado General de Gipuzkoa como Miguel Buen se descuelgue diciendo que lo publicado ya se sabía y que la ex-alcaldesa era libre de invertir sus rentas como le petase. Inenarrable, que la portavoz del Gobierno diga que no ve nada raro en la catarata de informaciones y que, para colmo, se adorne reiterando que la protagonista de esos hechos delirantes es la que exhibe un mejor currículum para ser delegada en Chile y Perú. La pastorada joseantoniana, ni la comentamos.

Aunque esas palabras me dejan el estómago para el arrastre, agradezco la sinceridad. Al margen de los posibles ilícitos penales, este Gobierno nos está diciendo que cuando habla de Cooperación se refiere a neocolonialismo paternalista y déspota. Como poco.

Conmovedora incompetencia

Comparto con ustedes un dilema. Una parte de mi, la que lleva botas de caña alta y fusta, me pide que tire de disciplina inglesa con el Gobierno haragán que se presenta, un año y medio después de recibir la makila, con los deberes manga por hombro. Bonito problema semántico tenemos. Si el sustantivo legislatura viene del verbo legislar, a ver cómo llamamos a estos dieciocho meses que se han tirado los actuales inquilinos de Lakua dándole al lirili y olvidándose del lerele. Veinte leyes en la sala de espera. Ni el viejo Estrella Galicia, que solía venir al día siguiente, acumulaba retrasos semejantes. Qué tiempos, aquellos de la oposición, cuando lo gordo de la minipimer estaba siempre listo para atizar al tripartito que, según se decía entonces, se entretenía con el vuelo de las moscas identitarias y mantenía a dieta rigurosa al Boletín Oficial del País Vasco. ¿Y ahora qué?

Una tentación, ya les digo, liarse la columna a la cabeza, poner cara de vinagre y empezar a sacar los colores a epíteto pelado a los bravos reformistas procrastinadores. Pero no va a ser el caso. Para empezar, no creo que la calidad de las mayorías parlamentarias se mida en el número de leyes promulgadas. No tengo claro si es por contagio del liberalismo rampante que nos asola -¡y desola!- o por el pelo de la dehesa ácrata que aún conservo, pero siempre he pensado que hasta al reglamento del parchís le sobran páginas. En no pocos casos, la mejor ley es la que no existe. Ahí tienen la de Partidos. A saber qué prodigios nos aguardan en el baúl de asignaturas pendientes. Por pura estadística, es probable que la demora resulte una bendición.

Confesión

Y no es sólo eso. Si hay algo que ha actuado como detente-bala de mis primarios instintos críticos, es la extraterrenal candidez con que la portavoz del Gobierno reconoció que la brigada de ejecutores del cambio había saltado al campo sin calentar. “Es evidente que algunos departamentos han pecado de optimismo”, dijo con voz contrita Idoia Mendia, en lo que muchos han interpretado como una confesión autoinculpatoria de incapacidad para gobernar.

Será que se acerca la navidad o que ahora venden el pack de cuatro natillas por el precio de tres, pero a mi me ha conmovido el arranque de sinceridad de la portavoz, tan inusual en la política. Lo anoto como lo siento, aunque inmediatamente después añado que el final lógico de la comparecencia habría sido anunciar la dimisión en bloque del bisoño equipo de remeros que ha naufragado antes de dar la primera palada.

Jaque a las ikastolas de Iparralde

A estas alturas, año y pico después de que Patxi López y Antonio Basagoiti se constituyeran en lo que este último llamó “pareja de hecho”, se entera el PP de que el gobierno que sostiene destina un puñado de euros a echar una mano a las ikastolas de Iparralde, vade retro. Sorprende el despiste de los de la gaviota, porque la subvención se anunció con luz, taquígrafos y hasta fanfarrias, mayormente para que se viera que los nuevos ocupantes de Lakua también tenían su corazoncito vasquista. Ha tenido que venir el diario El Mundo en plan acusica para que los populares se cayeran del guindo y montaran la escenita correspondiente.

Sorpresa sobre sorpresa, llama la atención aún más que haya sido Iñaki Oyarzábal, que no suele mostrar la inflamada vena rojigualda que caracteriza, por ejemplo, a Carlos Urquijo o Santi Abascal, el ejecutor del rasgado de vestiduras. Entre aspavientos y clamando por la traición al sacrosanto “acuerdo de bases”, el ideólogo de la política Pop de su partido ha dicho que esas ayudas sólo sirven “para formar la estructura nacionalista al otro lado del Bidasoa”. Seguramente ignora el fan de Pignoise que uno de los que las celebra con más intensidad es su correligionario Max Brisson, cuya militancia en la UMP -sí, el partido de Sarkozy- no le impide ser el presidente de la Oficina Pública de la Lengua Vasca. ¿Será un furibundo abertzale infiltrado? Resulta poco verosímil.

Adiós a las ayudas

No creo que mintiese Idoia Mendia cuando aseguró que el sustento parlamentario del Ejecutivo López estaba al corriente de todo. Simplemente, lo daba por hecho porque, como hemos dicho, la noticia tuvo amplia difusión. Tampoco me parece lo más destacable de las palabras de la portavoz. Los sustantivo está en el anuncio que le tocó hacer, curiosamente, a una de las personas con mayor sensibilidad euskalzale del actual Gobierno: sólo habrá dinero para las ikastolas de Iparralde si sobra algún pico por ahí -y ya sabemos cómo de apretados van los cinturones- y, en cualquier caso, el grifo se cerrará en 2013.

Cabe la reacción voluntarista -¡Bah, para entonces habrá otro inquilino en Ajuria Enea!-, pero no creo que eso tranquilice mucho en Seaska. Hay decenas de proyectos millonarios comprometidos que encallarán si no llega la ayuda del sur. Y peor que eso: va a ser muy difícil, si no imposible, mantener lo que se ha ido consiguiendo en los últimos años, que ha sido menos de lo deseable pero más de lo imaginable. ¿Nos importa algo por aquí abajo? Ojalá sí y busquemos cómo impedirlo.