Cuando uno creía haber cubierto el cupo de memeces futboleras y extrafutboleras para un siglo a cuenta de la verborrea cuñadil de Camacho en las transmisiones de Mediaset, apareció esa gran luminaria de Occidente que responde al nombre de Juan Carlos Monedero para elevar el listón hasta la estratosfera. O sea, para bajarlo hasta la sima de Las Marianas. Tomen nota de la mendrugada, que les transcribo incluyendo un cuesco gramatical que se le escapó al zutano: “Los negros han ganado el mundial de fútbol. Podría Europa salvar a los que vienen en pateras aunque sea pensando que alguno seguro ese [sic] es un genio del fútbol”.
Ahí tienen la lógica argumentativa de un tipo que, además de dar clases en una universidad pública y atesorar una descomunal colección de másteres y doctorados —¡reales, en su caso!—, cobra las asesorías a ciertos gobiernos a casi medio millón de euros la pieza. Excuso el comentario de texto completo, pero basta esa retahíla para tener el retrato preciso de una especie por desgracia muy abundante, el blanquito bueno que chorrea paternalismo sin darse cuenta de que, sin rascar mucho, enseguida se ve que es más supremacista que el más descerebrado del Ku Klux Klan de Nashville.
Como les digo, aunque el bocabuzón fundador de Podemos es el que ha llegado más lejos en el regüeldo, la idea que late en el tuit ha sido ampliamente repetida. Y sí, está muy bien reparar en el evidente mestizaje de la selección que ha conquistado el campeonato en Rusia, pero es una trampa no subrayar a continuación que todos los jugadores, salvo Umtiti y Mandanda, han nacido en territorio francés, o sea, europeo.