Lo épico y lo patético

Rajoy en USA mientras en su amado país ocurren acontecimientos que, sin lugar a la exageración, formarán parte de la Historia, ¿a quién me recordará? Y todo, para abrazarse a un oso despreciado de confín a confín del planeta. Que Santa Eduvigis conserve la perspicacia del asesor que le agenció en el Ebay de las vanidades esa fotografía con Donald Trump, doctorado en catalanología parda por la universidad de su sobaquera. Menudo sonrojo, escuchar al llamado líder del mundo libre que la secesión no se va a producir porque “sería una tontería marcharse de un país tan bonito”. No sabe uno dónde meterse, si bien es cierto que, por lo menos, no dijo que hay que destruir Catalunya.

De propina, Tancredo disparatando con que no le corresponde a él declarar unilateralmente la independencia [sic] o rebautizando como Madero a Maduro. ¿Efectos del jet-lag? Más bien, de las gambas a la plancha con alioli de Sevilla y el pollo con glaseado de membrillo y jerez romanesco que se metieron entre pecho y espalda las dos luminarias de Occidente. “Menú claramente español”, apostillaba el cronista de uno de los periódicos al servicio de la cruzada por la unidad de la patria. Tiene guasa que los que afean los vicios de los nacionalismos que no son el suyo anden batiendo el récord sideral de catetismo en rojo y amarillo. ¿Saben que una asociación anti-independentista ha puesto en marcha una denominada Operación jamón para avituallar con perniles ibéricos y vino de Rioja a los aguerridos miembros del Escuadrón Piolín acantonados en territorio comanche? Está claro quién se ha quedado con lo épico y quién con lo patético.

Mendia, secesionista

Era lo que nos faltaba por ver. En las últimas entregas del cronicón cavernario, Idoia Mendia es tratada y retratada como peligrosa secesionista. Entre otras jeremiadas, a la secretaria general de los socialistas vascos se le achaca haber “pisoteado la línea roja del PSOE de la unidad de España”. Y eso es casi precio de amigo al lado de la imputación de traición a las víctimas del terrorismo que le ha lanzado Rosa de Sodupe; sí, esa señora que chupó de la piragua un rato largo en un gobierno conformado por el mismo binomio de siglas que ahora le revuelve el estómago. Fuera de concurso, los barones, baronzuelos, pajes y pajuelos que andan haciéndose lenguas de no se sabe qué desconsideración hacia la camarilla interina que manda en Ferraz, también llamada Gestora, por no haberse dejado mangonear durante la negociación del acuerdo con el PNV.

Estamos ante un “ladran, luego cabalgamos” de libro. La Historia reciente demuestra que es un magnífico síntoma tener al ultramonte cabreado. De hecho, el PSE firmó sus mejores resultados electorales de todos los tiempos —más del triple de los votos cosechados en los comicios del 25 de septiembre— cuando, tras liberarse del yugo que lo uncía al PP de Mayor Oreja, se convirtió en pim-pam-pum de la diestralandia mediática que hasta entonces lo trataba con mimo exquisito. No parece casualidad que el declive imparable comenzara en el mismo instante en que, merced a la nueva alianza santa con la sucursal vasca de Génova en el infausto marzo de 2009, volvió a ser objeto de elogio y carantoña de la prensa de choque. Se avecinan tiempos de lo más interesantes.

Nacionalistas vergonzantes

Luego somos los demás los del raca-raca, claro, pero a ver quién es el guapo que empata en pesadez con los cincuenta intelectuales [risas enlatadas] que cada tres por cuatro nos endilgan el mismo manifiesto como si fuera nuevo. Dicen los titulares que esta vez es para oponerse a que Rajoy negocie con Mas, lo que viene a ser como si expresaran su rechazo a que llovieran ositos de gominola. ¿A santo de qué se niegan a lo que saben que no va a ocurrir? Apuesten sin miedo a perder que son ganas de dar la nota mezcladas con una querencia inveterada por malmeter y presumir en sus francachelas de ser los más tocapelotas a este lado del Volga.

Presentan su panfleto bajo el encabezado “Libres e iguales”, que es su forma de proclamar que la libertad y la igualdad de cualquiera que piense algo distinto se la pasan por la zona inguinal. Los derechos se los atribuyen en régimen de monopolio y solo los consideran tales si sirven para construir un chiringuito a la medida de sus obsesiones, que alcanzan desde hace rato el grado de perversiones. Lo más divertido es que en el fondo (aunque esté bien a la vista para cualquiera) no son más que una panda de reprimidos tocados por la peor versión del presunto vicio que denuncian. Sin más y sin menos, son nacionalistas vergonzantes, tan acomplejados, que ni se atreven a reconocer que derrotan por la parte más rancia y casposa del españolismo. No, lo suyo no es una cuestión política ni ideológica. Es directamente psiquiátrica. Y si fueran tan listos como se creen, se darían cuenta de que el único efecto de sus bravatas es alimentar la causa que dicen combatir.