Viraje a sepia

¡Madre mía! Que paren el DeLorean, que yo me bajo. En un pestañear de ojos nos hemos puesto, oigan, en aquellos infaustos años del cambio de milenio y unos cuantos más que vinieron después. Fíjense que yo nunca he vendido que viviéramos de pronto en tonos pastel, pero nos habíamos ido quitando mugre y caspa. ¿A santo de qué este nuevo viraje a sepia?

Lo digo, sí, por el retorno a primera línea de desbarre politiquero de Carlos Itugaiz, que en sus primeras 24 horas fuera del sarcófago nos ha puesto los niveles de furanos dialécticos en la estratosfera. Pero la cuestión es que el duplicador de votos no llega solo. Junto a él nos ha caído otro revival de ese jurásico que es apenas anteayer.

¿Recuerdan aquel pesebre disfrazado de causa nobilísima que atendía por Basta ya!? Pues vengo a contarles que, como esas bandas de rock requetrasnochadas que se vuelven a juntar al olor de la pasta, los integrantes principales del combo anuncian una nueva gira por toda la pecaminosa piel de toro. Vaya usted a saber si por problemas de Copyright o porque se huelen que lo otro ya no vende una escoba, ahora se hacen llamar Unión 78. Colaría si no fuera porque a la cabeza del invento están (¡tachán!) Rosa de Sodupe y Fernando Savater, el sujeto que tiene confesado ante las cámaras habérselo pasado cañón luchando contra ETA. Su nueva misión, según va pregonando por ahí el filósofo más dicharachero a tanto la pieza es “defender la ciudadanía”, signifique eso lo que signifique, que mayormente consistirá en montar barrilas aquí y allá para mendigar un tantito de atención. Ahora que lo pienso, les acabo de conceder la mía. Mecachis.

¿Suman o restan?

Menos mal que en medio de los dramas de verdad nos quedan tragicomedias de chicha y nabo para echarnos unas risas. Lo de la coalición esa entre PP y Ciudadanos para las elecciones en la demarcación autonómica, por ejemplo. No me digan que no es para llenar dos barreños de palomitas y disponerse a disfrutar del espectáculo. Lo penúltimo a la hora de escribir estas líneas es que después de haber anunciado con toda pompa el matrimonio de conveniencia, al PP vasco se le han hinchado las narices y ha bramado en Twitter que no va a tragar con que le cuelen en puestos de salida —de presunta salida, dada la precariedad electoral de los pop-ulares locales— a submarinos naranjas que no los conocen ni en su casa a la hora de merendar.

Iba siendo hora, jopelines, de que a Alfonso Alonso le saliera el carácter. Era demasiada tomadura de tupé que sus señoritos de Génova le estuviesen montando una plancha nada menos que con Rosa de Sodupe como cabeza de cartel y que solo lo salvara de la quema el lehendakari al adelantar las elecciones. Y luego, que el presunto pacto lo negociasen en Madrid el mandamás Casado y la mandaloquesepuede Arrimadas.

Espero con ansiedad el próximo episodio del astracán. ¿Se mantendrá Alonso en sus trece o, como ha hecho de manera impropia en alguien que le saca mil largos a su jefe genovés, volverá a bajar la testuz? La pura lógica y el más básico instinto de supervivencia llevarían a pensar que el PP español va a recular y, quizá, a decirle a la heredera de los restos de serie que dejó Rivera que donde dijo digo ahora es Diego y, bueno, Inés, ya tú sabes. Hoy mismo saldremos de tan divertida duda.

Hasta nunca, Rivera

Miren por dónde, a los vascos jamás nos tocó el Cuponazo, pero sí nos acaba de caer un pellizco del sorteo del Once del Once de la ONCE en forma de dimisión del que inventó y difundió la maledicencia. Qué inspirador, por cierto, que el figurín figurón haya hincado la rodilla el día de San Martín, confirmando literalmente el refrán que ustedes saben, oink. “Albert Rivera abandona la política”, cuentan con tanta generosidad como falta de tino los titulares. De eso nada. Es la política la que abandona a Albert Rivera de una patada en el tafanario como no se recordaba en estos lares desde la desintegración de UCD.

No deja de tener su mérito, es decir, su demérito, el julijustri naranja, que en apenas seis meses se ha fundido 47 escaños de vellón. No me digan que no es la personificación del legendario Abundio, aquel que se echó una carrera a sí mismo y quedó el segundo. Como decía ayer en Euskadi Hoy de Onda Vasca el politólogo Rafa Leonisio, su caso de autodestrucción pertinaz y obtusa se estudiará en las facultades del ramo. Añado yo que en la misma unidad didáctica debe citarse a otros célebres ególatras inmolados en su propio jugo como Rosa de Sodupe y sus Maneirachis.

Casi es para concebir esperanzas de que en no muchas vueltas del calendario le aguarde una suerte similar al ahora exultante y siempre insultante Santiago Abascal. Tome nota el amurriotarra cid de pacotilla: cuanto más arriba se llega, más dura es la caída. Y para compensar otros sinsabores, no es la primera ni la segunda vez que la justicia poética nos depara el gustazo de ver morder el polvo a tipos que han hecho del odio su modo de vida.

Un polvo crepuscular

Rompan sus pronósticos electorales. Nada de lo dicho hasta ayer vale un carajo. Hay un suceso que lo cambia todo irremisiblemente: la alianza entre Ciudadanos y UPyD apunta a mayoría absolutísima, especialmente si, como adelantó El Mundo Today, se confirma que entra también en el pacto el club de fans de Star Trek de Soria. De acuerdo, lo último es choteo, pero lo de la entente entre el petardo naranja y la excrecencia magenta va a misa. Lo están pregonando a todo trapo los heraldos de la formación ya cadáver y de la que va camino de la morgue.

Uno, que atesora más memoria de la que quisiera a veces, tiene fresca la imagen de un diálogo despiporrante entre Rosa de Sodupe y ese gaznápiro justificador de abusos sexuales que atiende por Albert Boadella. Fue hace ahora seis años, cuando Ciudadanos era solo un chiringuito implantado en Catalunya y a UPyD se le vaticinaba un esplendoroso futuro como receptor de los votos desencantados del PP. El histrión, hablando en nombre de su tocayo Rivera, le propuso a Díez directamente que sus formaciones follasen. Como lo leen. La respuesta de la interpelada fue que nones. “Para follar hay que encontrarse en la misma casa”, le cortó el rollo al camelador. Como es sabido, los augurios fueron exactamente al revés, y mientras UPyD caminaba hacia la extremaunción, Ciudadanos, dopado económicamente por quienes ustedes saben, cogió vuelo y llegó a ser —técnicamente, todavía lo es— la tercera fuerza política española. Resulta gracioso a la par que revelador que justo cuando el figurín figurón ha entrado en barrena se vaya a producir el polvo crepuscular. No hay Viagra suficiente.

De Pemán a Marta Sánchez

He firmado un porrón de veces la petición abierta para que en la próxima final futbolera de Copa, que se celebrará en un estadio de nombre españolísimo del quince —Wanda—, la subidora de libidos soldadescos que atiende por Marta Sánchez interprete en directo el himno de Tabarnia y alrededores que anda de boca en boca. Lo que daría por ver el espectáculo de la susodicha en medio de la cancha, en plan Beyoncé de lance, recibiendo la pitada del milenio por parte de una afición ya muy curtida en las lides del silbido y que, sin duda, este año tiene aun más motivos que el anterior para dejarse hasta el último aliento chifla que te chifla. Y también me pone pilongo, no crean, imaginarme a los seguidores del otro equipo tratando de entonar la letra caspurienta sin descarrilar en los ripios. Como escribió un tuitero cabroncete, si ya se liaban con el lololó, como para meterse en virguerías.

Por lo demás, mando desde aquí un saludo despiporrado de la risa a los huesos del eximio José María Pemán, autor de la letra que los que tenemos una edad nos tocó canturrear entre dientes. Qué ultraje, ser un egregio intelectual falangista con todas las lecturas en regla para que aparezca una folclórica venida a menos a afanarte los laureles. Con el aplauso, oigan, de la flor y nata de la españolitud, desde Eme Punto Rajoy a Santi Abascal, pasando por Naranjito Chen, Rosa de Sodupe o la Fundación José Antonio. Gran retrato, no tanto del país, como de cierto paisanaje que, tras renegar con denuedo de su condición de nacionalista desorejado, sale del armario a los sones de una patriota que vive y paga sus impuestos en Miami.

Mendia, secesionista

Era lo que nos faltaba por ver. En las últimas entregas del cronicón cavernario, Idoia Mendia es tratada y retratada como peligrosa secesionista. Entre otras jeremiadas, a la secretaria general de los socialistas vascos se le achaca haber “pisoteado la línea roja del PSOE de la unidad de España”. Y eso es casi precio de amigo al lado de la imputación de traición a las víctimas del terrorismo que le ha lanzado Rosa de Sodupe; sí, esa señora que chupó de la piragua un rato largo en un gobierno conformado por el mismo binomio de siglas que ahora le revuelve el estómago. Fuera de concurso, los barones, baronzuelos, pajes y pajuelos que andan haciéndose lenguas de no se sabe qué desconsideración hacia la camarilla interina que manda en Ferraz, también llamada Gestora, por no haberse dejado mangonear durante la negociación del acuerdo con el PNV.

Estamos ante un “ladran, luego cabalgamos” de libro. La Historia reciente demuestra que es un magnífico síntoma tener al ultramonte cabreado. De hecho, el PSE firmó sus mejores resultados electorales de todos los tiempos —más del triple de los votos cosechados en los comicios del 25 de septiembre— cuando, tras liberarse del yugo que lo uncía al PP de Mayor Oreja, se convirtió en pim-pam-pum de la diestralandia mediática que hasta entonces lo trataba con mimo exquisito. No parece casualidad que el declive imparable comenzara en el mismo instante en que, merced a la nueva alianza santa con la sucursal vasca de Génova en el infausto marzo de 2009, volvió a ser objeto de elogio y carantoña de la prensa de choque. Se avecinan tiempos de lo más interesantes.

Savater, ahora naranja

Fernando Savater con/en Ciudadanos. El arribismo no tiene edad. Ni freno en su caso. Ya me dirán qué necesidad tiene a estas alturas. Económica, ninguna. Y coleccionadas todas las prebendas, tampoco va a ser eso. Más bien, puro vicio. Compulsión de manual. O foder por foder, que dicen en la otra tierra donde también hay elecciones el domingo. Simplemente, le apetece seguir pasándolo cañón en los estertores de la batalla del norte. Recuerden su desvergonzada confesión: “Me he divertido mucho con el terrorismo”.

Guiado seguramente por ese espíritu lúdico, se apuntó el lunes a una de las seis incursiones —¡seis!— del figurín Rivera por estos lares. Le acompañaba, no se sabe si como carabina o padrino, el gran vividor apellidado Sosa Wagner, uno de los primeros que mordió la mano nutricia de Rosa de Sodupe, eso sí, cuando ya UPyD estaba en liquidación por derribo, que hasta entonces estuvo chupando de la piragua magenta en el parlamento europeo.

Pagaría un céntimo por los pensamientos al respecto del enterrador Maneiro. Apenas ayer el reputado polemista donostiarra era, junto al que vive un apasionado romance equinoccional con Isabel Preysler, el santo y seña intelectual del partido convertido en zombi. A las primeras de cambio, se retrata junto a los que le han mandado por el desagüe de la Historia, y tratando de ayudarles a conseguir su barata poltronita por la circunscripción alavesa, qué ingrato.

El festejo que reunió a los mentados, por cierto, llevaba por título “Los retos de los constitucionalistas en España”. Definitivamente, a más de tres se les ha parado el calendario allá por el año 2001.