Un brote de intoxicación por pescado, provoca una alerta alimentaria, ligada una vez más a los productos de la pesca. En este caso relacionada con el consumo de atún fresco. Parece que este alimento, no muy manipulado, poco transformado y en muchas ocasiones directo desde el mar a nuestra mesa, también tiene sus riesgos. Por supuesto que los tiene, pero al margen del anisakis, cuya presencia cada vez es mayor, podemos decir que nunca antes podíamos consumir un pescado tan fresco o al menos tan bien conservado. Esta última intoxicación no es sino la excepción que confirma la norma.
La escombroidosis que es la intoxicación por consumo de pescado en mal estado o conservación, se produce por la degradación proteica de pescados “culturistas”, como los túnidos ,sardina ,antxoa o verdel, que genera histamina a partir de la transformación de la histidina. Por tanto, es una intoxicación química, provocada por heridas o laceraciones dependientes de las diferentes artes pesqueras, y agravada por una conservación a altas temperaturas del pescado fresco.
Si os digo que debemos consumir pescado fresco y bien conservado, sería una obviedad. Pero a diferencia de otro tipo de intoxicaciones, esta NO puede evitarse con un buen cocinado y un tratamiento térmico más intenso, pues la histamina química no desaparece con la cocción u horneado. Tenemos igual riesgo en el consumo de un tartare de atún rojo o sushi de bonito, que al comer una lata de atún en aceite.
Si somos consumidores finales, reconozcamos la frescura en el punto de venta, brillo ojos, agallas, color, escamas, piel. Chequeemos, si nos es más fácil, el entorno, presencia permanente de hielo y renovación del mismo, climatización, etc. O confiemos en los profesionales detrás del mostrador.
Si somos restauradores, exijamos a nuestros proveedores certificados o análisis de histamina a nuestros proveedores. Sobre todo, si el bonito o atún rojo es protagonista de nuestra carta. No debemos confundir los síntomas que generan estas intoxicaciones por histamina, picor de paladar, garganta, enrojecimiento, vómitos y mareos, con cuadros tipo ALERGICOS que pueden sufrir a nivel individual algún comensal. Pues es bastante habitual reacciones alérgicas a este componente en niveles de presentación muy bajos. Aunque no suelen ser graves.
Si somos pescateros o minoristas, igualmente pidamos análisis periódicos a los suministradores que por ley deben realizar estos ensayos de detección de histamina. Esta es la única forma de detectar objetivamente el nivel de frescura del producto que compran, con sus importadores de pescado.
De la granja, el mar y la tierra a nuestra mesa, por el camino más corto posible.
IAS