El Ayuntamiento de Bilbao, dispuesto a admitir perros más grandes en el metro; a debate

amores perros

Hoy mismo en este diario, ha saltado la noticia, a través de EFE, de la nueva disposición del ayuntamiento bilbaíno, a admitir perros  de todos los tamaños para viajar en el metro. Una demanda continua desde que se permitió el acceso a perros pequeños en el 2011.

Lo que me ha sorprendido realmente es el número de comentarios que ha suscitado la noticia al de poco de haber sido publicada. Creo que ninguna otra ha merecido tantas entradas. Pero los contenidos de estos comentarios, maleducados e irrespetuosos en su mayoría, redundando sobre lo mismo de siempre; las deposiciones de los perros, los incívicos de los propietarios, escatología gratuita, y muy mala «baba» en réplicas y contrarréplicas. Es decir, más de lo mismo y escasas aportaciones nuevas o constructivas.

Debo decir que en este tema, por una vez el ayuntamiento de Madrid, sí de Madrid, no el de Barcelona, está trabajando intensamente para mejorar o reducir la presencia de kakas de perro en sus calles. Para ello ha propuesto un doble camino: Por una parte ha hecho un mapa de la incidencia de las heces  de los canes (un mapa de mierda, vamos) que no se recogen y así tiene una idea muy clara de cuáles son las calles o barrios más conflictivos en este sentido. De esta forma, podrá apuntar mejor sobre la mirilla de sus actuaciones. En segundo lugar, no solo sancionará, sino que aplicará trabajos sociales a aquellos que quebranten la norma.

Yo propondría una tercera vía, para detectar a los infractores, que es lo más difícil, la utilización de las cámaras públicas. En mi opinión, divulgar que se harán uso de las grabaciones para sancionar a aquellos propietarios incívicos (por no utilizar términos más claros), que no recogen las mierdas de sus perros, estaría justificado. Y reduciría drásticamente la presencia de heces en nuestras calles y jardines.

En definitiva, me alegro de esta medida, porque no tengo ninguna duda que serán los nuevos protagonistas del metropolitano. En cualquier ambiente social donde el individualismo genera miradas escrutadoras, perdidas, insinuantes o despectivas, la presencia de un perro suscita inmediatamente interés, dulzura, entretenimiento y sobre todo empatía. Está demostrado ampliamente, que pocos elemento son impulsores tan directos hacia la socialización. Siempre nos es más sencillo iniciar una conversación si vamos acompañados de un perro.

 

IAS