Hace unos días saltó a los medios los resultados, doce a dos, de la votación efectuada en la ciudad de Los Angeles para impulsar una ordenanza de prohibición en la venta de perros, gatos y conejos en las tiendas de animales de dicha ciudad.
Se trata de permitir la venta exclusiva de animales registrados, acogidos por sociedades naturalistas, entidades protectoras, etc. Los criadores mantendrían únicamente el canal de venta directa. Es decir, con esta normativa se pretende:
- Reducir la compra por impulso por parte de clientes que se “enamoran” de las mascostas expuestas en los escaparates.
- Evitar las complicaciones de salud y bienestar asociadas al acinamiento en expositores de tienda.
- Favorecer la adopción responsable de animales abandonados.
- Dificultar la producción “ a demanda” de camadas por parte de los criadores.
Los propietarios de tiendas no se sienten respaldados en ningún aspecto para paliar el menoscabo que provocará la norma, y los criadores de raza alertan de la desaparición de la diversidad racial.
En cualquier caso, sorprende la conciencia animalista de los californianos, que ya crearon una norma sobre bienestar animal vetando la entrada de foigras de oca, por considerar “macabra” su sistema de producción. Esto que en principio pudiera parecer una medida radical de los amantes de los animales, ha tenido una enorme trascendencia para el buen nombre de la gastronomía francesas y en su defensa salió incluso el actual presidente de la republica.
Algo está cambiando……………………………………
IAS