En Laredo. Tú te vas, yo me quedo»

Domingo 20 de agosto de 2023

Me saqué la espina de no saber donde estuvo el hotel Panamá, lugar donde se alojaban los diputados del EAJ-PNV durante la República. Hace un mes lo escribí aquí en Deia e Isabelo Herrero, profesor de la Complutense, historiador y republicano, me escribía: «El Hotel Panamá se encontraba en el número 16 de la Avenida de Pi y Margall (actual Gran Vía). Es decir en la misma acera que Unión Radio, que estaba en el número 10 (actual Cadena Ser), cerca también del edificio de Telefónica. Los números de entonces no coinciden con los actuales, al haberse «fusionado» los tres tramos de la antigua Gran Vía, -que tenían nombres distintos-, durante el franquismo,   cuando   se   llamaba   Avda.   de   José   Antonio.   En   1979   el ayuntamiento de Tierno Galván lo «rebautizó» como Gran Vía, sin recuperar al fundador del Partido Federal, y así hasta hoy, pues el ayuntamiento del cambio (Carmena)  tampoco quiso saber nada de recuperar el nombre del   gran republicano. En mi opinión, creo que se puede ubicar bien donde estuvo el Hotel Panamá». Mil gracias Isabelo por el dato.

DOS CABALGAN JUNTOS

Al final de la dictadura y comienzo de la transición el Bizkai Buru Batzar tuvo en la calle Iparraguirre 39 de Bilbao, un despacho de abogados que servía de tapadera política. Allí le conocí a Luis Arredondo, un burukide entrañable. Lo fue hasta 1977, pasando al Consejo Consultivo. Solía ir a este piso varios días por semana y allí nos ilustraba sobre todo lo que supuso la guerra, la clandestinidad y actuar bajo la dictadura. No eran batallitas del abuelo. Era  historia viva de persecución y silencio y además, muy bien contadas porque las palabras le brotaban de un alma golpeada por el sufrimiento.

Luis Arredondo, veterano luchador del nacionalismo vasco en la margen izquierda de la ría y uno de los líderes del PNV durante el largo período de la clandestinidad impuesta por el franquismo, había nacido en Barakaldo en 1907, perteneciendo desde los 16 años al PNV y al sindicato ELA-STV. Fue elegido burukide del BBB en 1935 y cesó en marzo de 1977.

Obrero metalúrgico, fue amigo y colaborador íntimo de Juan Ajuriaguerra, desde que ambos se conocieran trabajando en la fábrica de Babcock Wilcox de Galindo, donde desarrollaron una militancia en ELA-STV. Luis Arredondo fue desde sus primeros años testigo de las hostilidades y escaramuzas, a menudo violentas, entre socialistas y nacionalistas en la margen izquierda de la ría y zona minera, en la época de anteguerra. Sus recuerdos personales se remontaban a la derrota electoral de la coalición monárquico-socialista de 1917, en el distrito de Barakaldo, frente al candidato nacionalista, que acarreó hechos cruentos como consecuencia de las rivalidades. En la época de la segunda República española, Luis Arredondo desarrolló una activa militancia política nacionalista en su zona, siendo testigo, entre otras cosas, de los intentos socialistas de impulsar un «Estatuto de las Encartaciones» aisladas del resto de Euzkadi, y que afortunadamente no llegó a prosperar. En la Asamblea Regional del PNV de Bizkaia del año 1935 fue elegido miembro del consejo ejecutivo (BBB) junto con Juan Ajuriaguerra, Lucio Artetxe, Jesús Solaun, Ramón Azkue y otros dirigentes jóvenes. Poco antes se había casado con Carmen Estarta Urkullu, también activa emakume, pasando a vivir a Burtzeña, dentro de Barakaldo.

Al estallar la guerra en 1936, Luis Arredondo trabajó como burukide del BBB en la dirección de Euzko Gudarostea-Ejército Vasco junto con Ramón Azkue (fusilado en octubre de 1937 en el penal del Dueso, en Santoña, tras su captura por los franquistas). A Luis Arredondo le tocó marchar al exilio, saliendo por turnos en la avioneta «El Negus», hacia Bayona.

Allí continuó en las labores propias de dirección del PNV y más tarde fue internado junto con otros muchos vascos en el campo de concentración de Gurs, por orden del nuevo gobierno francés, al iniciarse la II guerra mundial. Al entrar las tropas alemanas, Luis Arredondo pudo escapar a última hora, juntó con otras personalidades nacionalistas, en un barco a Inglaterra, donde vivió durante toda la contienda, trabajando como metalúrgico. En 1946 participó en la Convención de Juventudes Democráticas, en Praga, donde fue asimismo testigo de las presiones comunistas para instaurar un régimen fiel a Stalin, con la presencia de tropas soviéticas en el país, después de haber expulsado a los nazis.

En 1947 regresó a Euzkadi Sur, incorporándose inmediatamente a la resistencia, especialmente en la margen izquierda de la ría de Bilbao. Participó activamente en las primeras huelgas contra el régimen de Franco, por lo que  nuevamente tuvo que refugiarse en Iparralde. Volvió más tarde, continuando en la labor política clandestina, en la captación de jóvenes en los Aberri Egunak y reorganizando las juntas municipales del PNV. En la primera Asamblea Regional de Bizkaia del PNV tras el franquismo, celebrada en Euba en marzo de 1977, se produjo el relevo histórico democrático del BBB, pasando Luis Arredondo a integrar el Tribunal Regional de Justicia del partido y el Consejo Consultivo del nuevo BBB, a través del cual siguió de cerca el nuevo proceso político de Euzkadi, hasta abandonar sus cargos activos. A lo largo de su dilatada lucha política, Luis Arredondo fue un hombre de gran fe en sus ideales, de optimismo en la causa de Euzkadi. sencillo y activo, estuvo siempre en la intimidad de las grandes decisiones del PNV. Al cabo de tantos años, alcanzó la satisfacción de ver los frutos positivos de su causa antes incomprendida, derrotada por las armas y largo tiempo humillada.

Con Luis íbamos a dar charlas en los batzokis contando historias silenciadas y hablando de la importancia de militar en un partido con valores. Luis siempre repetía que esa jerarquía era nuestra seña de identidad. Recuerdo que en casi todas contaba una historia impresionante que dejaba a los nuevos afiliados apabullados. Solía llevar en un pequeño sobre azul manoseado y, como un tesoro, la fotografía que ilustra este trabajo. En ella se les ve a Juan Ajuriaguerra y a él, sentados juntos en 1937 en Laredo. De pie y con traje y corbata los consejeros Monzón, Aldasoro y Nardiz. Con las manos en los bolsillos, el presidente del EBB, Doroteo Ziaurritz.

JUAN, VOLVIÓ.

El 25 de agosto de 1978 fallleció en Aiegi (Navarra) Juan de  Ajuriaguerra. El viernes que viene, 45 años. Fecha redonda. Por eso quiero recordarle junto con su amigo Luis. Ese dato y el premio a la película de «cine de autor» a «Negu Hurbilak» en la localidad suiza de Locarno, centrada en una joven que huye por motivos políticos en la época de ETA, me hizo preguntar el por que Cultura o Gogora, no promueven más y mejor esta recuperación histórica silenciada. No critico por supuesto a la película y al equipo ganador, pero me apena que historias preciosamente épicas como las que contaba Luis se vayan perdiendo y no se recojan en documentales o películas de autor.

Un día, ante la reiteración de la vivencia que a él tanto le había marcado le pedí a Luis me la escribiera y así lo hizo. La historia es ésta:

«Juan y yo, conocidos desde la época de nuestro trabajo profesional en Babcock, nunca se nos ocurrió pensar que en el año 1935 íbamos a ser nombrados burukides en la Asamblea Regional de Bizkaia.

Ni que al año siguiente iba a desencadenarse una sangrienta guerra que uniría nuestras vidas con un lazo, más que fraternal, a través de un largo peregrinaje de batallas, retiradas, cárceles, ejecuciones, exilio, etc. etc., que ha durado más de cuarenta años. Esta clase de duras y cruentas experiencias, son el crisol donde se forja el temple de los hombres con capacidad para orientar y dirigir a su pueblo en los momentos difíciles dé su historia. Y Juan, en mi opinión, ha sido el hombre que más intensamente ha vivido esta larga experiencia.

Playa de Laredo, 23 de Agosto de 1937. A la orilla de la playa, flanqueada de pequeñas dunas, había un pequeño chalet en construcción, cuyo dueño, un amable republicano riojano, lo puso a disposición del Partido a nuestra llegada a dicho pueblo. Habíamos perdido la guerra y no por falta de valentía y coraje sino por falta de armamento y aviones. Estaba anocheciendo ya y nos encontrábamos sentados en el «Aterpe» de la casa de los ocho burukides  del Partido que quedábamos con nuestro pueblo, charlando con algunos de los chóferes y gudaris que componían nuestro cuartel general. De pronto aparece el avión, «El Negus», volando a escasa altura y posándose en la playa a pocos metros de nosotros.

¡Pero si es Juan!, dijimos al ver descender a Juan Ajuriaguerra del avión. ¿Cómo se te ha ocurrido venir? ¡Si ya no hay nada que hacer y tú lo sabes tan bien como nosotros!, le dijimos.

“Si, hay algo que hacer” nos contesta. “Vamos a celebrar un «batzar» esta noche porque tenemos que tomar una decisión importante”.

Efectivamente, aquella noche nos reunimos en una pequeña hondonada cubierta de juncos. Unas velas para vernos e impedir cualquier contingencia, con una guardia compuesta de gudaris nabarros, que habían desertado y pasado a nuestras líneas, y que nosotros teníamos cerca con objeto de protegerlos pues los considerábamos en mayor peligro que el resto de nuestros gudaris.

En prevención de que el Pacto con los italianos fallara, Juan propuso que echáramos a suertes para determinar los burukides que habían de quedar corriendo la suerte de los gudaris y los que habían de salir al extranjero para proseguir la guerra contra el franquismo.

Se aceptó la propuesta por unanimidad y cuando Luzear burukide de Gipuzkoa se puso a escribir en unos pequeños papeles los nombres de todos, Juan le dijo: “No pongas mi nombre. Yo he venido a quedarme; el doctor Ziauritz, presidente del E.B.B. y además el hombre de más edad de los que estamos aquí debe salir sin sorteo”.

Entonces el Dr. Ziaurritz protesta con vehemencia llegando a insistir con lágrimas en los ojos, pero Juan alegaba que él había impulsado con más fuerza que nadie el enrolamiento de gudaris a Euzko Gudaroztea, y negociado con los italianos el Pacto de Santoña  lo que le obligaba, a juicio de él, más que a los demás.Y así, con seriedad, casi diría yo que hasta con protocolo, se realizó un acto de solidaridad con el pueblo que proclama muy alto el sentido de responsabilidad del Partido.

Treinta años más o menos después de aquel acontecimiento, me llamó un día Juan y me dice; “¿quieres acompañarme a Ataun?. Tengo que hablar con D. José Miguel de Barandiarán».Don Jose Miguel era el gran antropólogo  y la máxima autoridad de la cultura vasca.

Fuimos a Ataun. Pasamos el día charlando con Barandiarán y Aita Mauro, abad Mitrado de Lazkao. Como es lógico hablamos de nuestro pueblo y de su historia. En uno de los ratos en que conversaba a solas con Barandiarán me dijo refiriéndose a Juan: “Este hombre ha influido de una forma profunda en mi vida”. Con estas o parecidas palabras me contó: “Yo era profesor en el seminario y me dedicaba con pasión a la Antropología; creía que mi actuación en la tierra era completa. Pero el día 23 de Agosto de 1937 cuando se despidió de mi en Bayona para ir a Laredo, le dije: Pero, ¿Que objeto tiene ahora el que ud. vaya allí; si sabe ud. tan bien como el primero que aquello se está derrumbando y que ud. no va a poder impedirlo y  que es muy posible que ud pueda ser fusilado”.

“Las razones que me expuso, y sobre todo la responsabilidad que sentía de compartir la suerte con  los que él había llevado a la guerra; la sensación que quería dar a sus hombres era que iba para tratar de protegerlos, y que sintiesen que no estaban solos, dejaron en mi una huella tan profunda, que desde entonces siento una nueva responsabilidad hacia mi pueblo que antes no sentía». «Créame, terminó, lo considero un hombre extraordinario». Cumplido elogio de otro hombre extraordinario. Agur Juan. Su vida será ejemplo para las nuevas generaciones vascas».

Desgraciadamente creo que hoy esto no es así. Para muchos jóvenes y no tan jóvenes Ajuriaguerra es tan solo una calle de Bilbao mientras el recuerdo de aquel inmenso ejemplo se está borrando en la niebla del tiempo. Una pérdida. Decía Maquiavelo que el político es ingrato y que el ciudadano no vota por agradecimiento. Y es lo que se está perdiendo. Capital simbólico. Justo cuando es más importante y tiene más valor identificativo. No hay Nación sin historia y sin Ceremonia.

7 comentarios en «En Laredo. Tú te vas, yo me quedo»»

  1. No hacemos cine sobre todo esto, porque después de 40 años, no hemos sabido promocionar gente suficiente del cine afín. Recuerdo una película sobre Lauaxeta, y Elorrieta O Elorriaga, ahora se me ha ido el apellido como actor principal. Pero no fuimos capaces de que tuviera éxito.

    Y hay vidas de gente en nuestro Partido que bien la merecen, también la hicieron con el jeltzale opositor a Trujillo, pero tampoco quedó muy bien parado, Galíndez.

  2. Buen relato, Iñaki, de la memoria, digna de reconocimiento y recuerdo, de Ajuariagerra y Arredondo, con los que traté mucho y guardo gran aprecio.
    Es necesario que las nuevas generaciones conozcan a quienes hicieron posible EAJ-PNV durante y tras la dictadura franquista: el «formar, informar y entretener» de nuestra idea de ETB se ha convertido en programación gastronómica
    a todas horas y canales, información, muchas veces tendenciosa y entretenimiento sin raices ni perspectiva euskaldun. Para eso necesitamos cuatro canales de ETB?.

  3. Estaría bien que se reconociera la figura de Pi i Margall en Madrid. Fue un gran catalán y un gran español. Lástima que su pensamiento no pudiera salir adelante.

  4. La memoria histórica no consiste solo en exhumar cadáveres de las cunetas, de las fosas comunes, identificarlos y devolverlos a sus remotos familiares para que les den un acomodo digno, junto con el resto de los miembros de su árbol genealógico.
    La memoria histórica consiste también (y fundamentalmente) en constatar, contrastar con metodología científica y difundir, por los medios de comunicación al uso, lo que aportaron determinados personajes al devenir político, social, científico, cultural, económico…de su país.
    Como justo reconocimiento a la gesta/as que protagonizaron.
    Efectivamente, no hay Nación sin historia y sin Ceremonia.
    La amnesia histórica es el Alzheimer de nuestra sociedad, con la diferencia de que en este tipo de demencia se borra la memoria a corto plazo, conservándose la del pasado.
    Es obligación de nuestros historiadores, de nuestros políticos, de nuestros agentes culturales, rescatar del olvido hechos trascendentales para nuestro país.
    Acontecimientos que, por su cercanía en el tiempo y su profusa documentación, pueden ser rigurosamente reconstruidos e interpretados.
    Se conoce más al general Baldomero Espartero (1793-1879), regente de España, que a Juan de Aguriaguerra (1903-1978).
    Y casi seguro que los vecinos de Bilbao, que tienen el privilegio de vivir en esa céntrica calle de Abandoibarra ( con viviendas a 4.583 €/m2), saben más de la gloriosa delantera del Athletic ( Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza) que de la biografía del político nacionalista.
    En 1982, tuve la oportunidad de leer una biografía ilustrada de Sabino Arana y Goiri, patrocinada por el Departamento de cultura del
    Gobierno Vasco, con guión de Koldo Anasagasti, dibujos de Juan Humaran, rotulación de Luis Mugueta y traducido al euskera por Iñaki Zubiri.
    Me pareció una iniciativa interesante, rigurosa y pedagógica para todos los públicos.
    Ediciones Roger, que dirige el prolífico José Dueso, puso en circulación en 1999, bajo la supervisión del profesor e historiador de la Sorbona Julio Eyara, una antología de Sabino Arana con textos escogidos del fundador del nacionalismo vasco.
    Un libro de 472 páginas que rebosa objetividad, sosiego y rigor, redimiendo muchos de los sambenitos atribuibles al ideólogo bizkaitarra, fallecido a los 38 años y que reposa en Sukarrieta.
    Desconozco si se han promovido estudios divulgativos semejantes, relativos a prohombres contemporáneos, que merecerían figurar en un futuro Panteón de ilustres de Euskal Herria.
    Algo se hizo en el marco de la conmemoración del 700 aniversario de la fundación de Bilbao, a través de la Fundación Bilbao 700. III Millenium Fundazioa, con la publicación de la serie “Billbainos Recuperados”, (Editorial Muelle de Uribitarte).
    Nuestros historiadores, cuya solvencia profesional me consta, deberían poner el foco de sus investigaciones en estas personalidades, y dar lugar a una producción biográfica que sirva de base para que educadores, pedagogos, divulgadores y expertos en comunicación audiovisual, visibilicen a la población las vidas de quienes se sacrificaron por la res pública.
    Pero esa visibilización hay que realizarla con todos los medios de comunicación que hoy existen, y que son consumidos de forma diferente según edades y nivel de instrucción.
    Teatro, cine, documentales, televisión, podcast, cómics, libros, conferencias….
    A más a más, que diría un catalán, todas estas iniciativas deberían tener un fuerte respaldo institucional, pues forman parte de nuestro patrimonio cultural, de nuestra idiosincrasia y un antídoto contra el adanismo.

  5. Gracias Iñaki.

    Si no hay película, al menos debería haber libro. Todas estas historias que nos cuentas, si no se publican en formato libro , se perderán como lágrimas en la lluvia ( blade runner ).

    Por favor, un recopilatorio o mejor un buen libro.

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