Cuando ETA mató a Joseba

Domingo 20 de octubre de 2013

Los Alderdi Eguna sirven, entre otras muchas cosas, para saludar a personas que hacía tiempo no veías. Eso me pasó el domingo 29 de septiembre. Allí saludé a Rosa Rodero, viuda de Joseba Goikoetxea. Y hablamos de cómo el 26 de noviembre se cumplen veinte años del asesinato de su marido, Sargento Mayor de la Ertzaintza pero, para mí, sobre todo, militante del PNV, que fue cuando le conocí en momentos boreales.

Joseba Goikoetxea Asla nació en Bilbao y tenía 42 años cuando le mataron. María Luisa, Esther y María Antonia eran sus hermanas. Casado en segundas nupcias con Rosa Rodero tenía tres hijos. Afiliado en Matiko y de familia nacionalista trabajó en la distribuidora de libros San Miguel, que era una tapadera del PNV. La dejó para ir a navegar y volvió a la editorial. Detenido en 1975 por propaganda ilegal con Antón Landa y Carlos Zarraga fue condenado a tres años y medio de cárcel. Permanece recluido hasta el primer indulto tras la muerte de Franco el 20 de noviembre. Nueves días después se produce dicha gracia y de las cárceles salen 5.655 presos entre los que se encuentran Joseba, Antón y Carlos junto a Marcelino Camacho y Nicolás Sartorius encarcelados asimismo en Carabanchel. Son los últimos presos del PNV en salir. Txomin Saratxaga, por indicación de Arzalluz, va a Madrid a recibirles. Pero ese día no salen. Txomin monta el pollo y casi le meten en la cárcel a él.

La estructura del franquismo estaba intacta con todo su aparato represor, sus fichas y sus obsesiones, pero eso no le importa a Joseba. Se vuelca de nuevo en el trabajo semi clandestino. Y nos ayuda en la edición de la hojita Euzkadi que semanalmente imprimimos y que nos va sirviendo para crear organización con su reparto. El PNV tenía dos oficinas en Bilbao. En la calle Iparraguirre 39 que era un despacho de abogados donde trabajaban Eduardo Estrade y Karmelo Zamalloa y donde se reunía el BBB y el EBB y en la calle Marqués del Puerto desde donde funcionaba la organización, estaba la oficina de prensa y había una gran sala para asambleas y para el Instituto de Formación Ereintza. Joseba Goikoetxea es el alma de todo aquello. El instrumento eficaz de atención a las nuevas organizaciones municipales, de las charlas de Arzalluz, las visitas de Ajuriaguerra, la discusión de las cuatro ponencias que de abajo arriba iban a configurar un nuevo PNV fuera de la clandestinidad, la proyección de la película “Los Hijos de Gernika» hecha en Caracas, las discusiones bizantinas de la época de si éramos o no un partido del pasado, la multitudinaria presentación del libro de Aguirre en el Carlton y el primer mitin grandioso en La Casilla. Y un hecho que nos ocurre a Joseba, Bingen Zubiri y a mí aquel año 76.

Se había decidido que el Aberri Eguna fuera en Iruña. Aingeru Berazadi estaba secuestrado por ETA. Bingen Zubiri, Joseba y quien esto escribe fuimos a un piso que nos había alquilado Sabin Zubiri en la calle Egaña, al costado de la Alhóndiga. Sacamos en una ruidosa multicopista el Euzkadi con el comunicado del EBB. Nos creíamos los reyes del mambo. Y bajamos con nuestros paquetones al estacionamiento para meterlos en el coche de Joseba. Se abre la puerta del ascensor y cinco policías nos rodean. ¡Qué susto y que miedo!. A mí me llevan al piso de Iparraguirre para revisarlo. Estaba Pello Caballero. Nos llevan a la Comisaría de María Muñoz. Nos tienen tres días en celdas separadas. Cuatro sucias paredes, sin nada. Cada cierto tiempo nos interrogaban. Tras esta estancia en tan agradable hotel nos llevan a la Audiencia en Albia. Se abre la puerta del furgón y allí estaban Xabier Arzalluz y Elisabete Bizkarralegorra. Declaramos y nos piden que semanalmente vayamos. No volvemos.

En 1976 comienza a abrirse poco a poco la mano del régimen. Editamos el Euzkadi en la imprenta Estudios Gráficos. Joseba se ocupa de la distribución, de las charlas y de la organización. Creamos un pequeño aparato de partido con Rosa Araneta, Anabel, Maybe Mardones, José Manuel Lekuona, Aitor Díaz, Amaya Aguirre, Begoña Ezpeleta, Manu Pagola, Uxune Retolaza, Emilio Mardaras, Patxi Amézaga, Peru Ajuria. En enero del 77 permiten la ikurriña. Y el 31 de enero con Ajuriaguerra al frente Joseba viaja a Madrid con un grupo de unos treinta alderdikides al «Encuentro con Europa» donde se presenta el Equipo DC del estado español en unas jornadas en el Hotel Meliá con políticos de renombre europeos que apoyaron nuestra opción ideológica. Y al mes siguiente en Euba y en Iruña el PNV sale de la clandestinidad y es Joseba el encargado de toda la organización y la logística. Elecciones, primer Alderdi Eguna, campañas electorales, inauguraciones de batzokis, regreso de Leizaola, reparto del Euzkadi desde las oficinas de la calle Henao, manifestaciones, y lo que es el día a día de un partido que había salido como una tromba en 1977 y que se convierte en esos años en el eje del país. Me acuerdo de una anécdota que José Luis Bilbao recordará. En todas las campañas venían gentes con ideas geniales de todo tipo. Desde globos aerostáticos, ballenas, matasuegras, avionetas y caramelos. Y una de las ideas era un panel iluminado que ponía «Vota PNV». Y nos fuimos al monte, subiendo por Rekaldebrri, Bilbao, Joseba y yo con el inventor del cuadro luminoso. Lo puso en marcha. No se veía ni a diez metros.

Joseba se pasó cinco años sin parar, hasta que aprobado el estatuto de Gernika en 1979 y formado el gobierno vasco entra en el Departamento de Interior al frente del cual está Luís M. Retolaza.

Joseba fue el máximo responsable de la unidad de Información de la Ertzaintza desde 1986 hasta 1993, y estaba considerado un hombre clave en la lucha antiterrorista en Euzkadi, por lo que había recibido amenazas y su nombre figuraba como potencial objetivo de ETA. En un comunicado de 1991 ETA lo calificó de «despreciable torturador y asesino de encargo» después de que, en agosto de ese año, se hubiese producido un enfrentamiento entre ertzainas y ETA, que se saldó con el asesinato del agente Alfonso Mentxaka Lejona y la muerte del miembro de ETA Juan María Ormazábal.

El 26 de noviembre de 1993 fallecía en Bilbao Joseba, cuatro días después de que dos integrantes de ETA, un hombre y una mujer, lo tiroteasen delante de su hijo de 16 años al que llevaba en su automóvil hasta la parada del autobús para ir al colegio. El chaval resultó ileso, pero Goikoetxea recibió dos impactos de bala. Permaneció en coma profundo hasta que falleció a las 17:30 horas del 26 de noviembre.

Esa mañana Joseba se dirigía desde su domicilio a Sabin Etxea en Bilbao. En la calle Tívoli, tuvo que parar en un semáforo en rojo, momento que aprovecharon los miembros de ETA, que le estaban esperando ahí, para que uno de ellos, el hombre, se acercase al vehículo y disparase a través de la ventanilla del conductor.

El asesinato de Joseba Goikoetxea provocó una enorme conmoción. El atentado había venido precedido de una campaña intimidatoria de ETA contra la Ertzaintza en el diario Egin y su entorno. De hecho, a la campaña de Egin contra la Ertzaintza se había sumado con entusiasmo HB que, en agosto de ese año, pocos días después de que un grupo de jóvenes diera una brutal paliza a un ertzaina en Bilbao, había amenazado con responder «de forma adecuada» a la Policía vasca.

En una nota hecha pública a última hora de la tarde la dirección del PNV dijo: «Sepa el diario Egin, sepa KAS y sepa ETA, que les consideramos un todo, que ha atentado directamente contra el PNV y que desde esta valoración serán tratados por este partido».

Herri Batasuna, por su parte, emitió un comunicado en el que señalaba que el asesinato era una consecuencia de que la Ertzaintza «por decisión política del PNV, quiere ser puesta en manos de la estrategia del Estado, convirtiéndola en un elemento represivo de primer orden contra las reivindicaciones de nuestro pueblo».

Los compañeros de Goikoetxea encendieron el día anterior a su fallecimiento, una llama simbólica en los jardines de Albia, en Bilbao. Los agentes, agrupados en la Plataforma Hemen Gaude (Aquí Estamos), colocaron también un libro para que los ciudadanos expresasen con su firma su rechazo a la violencia. El presidente del Tribunal Superior de Justicia vasco, Juan Bautista Pardo, fue el primero en firmar. El segundo, Atutxa. Tras su fallecimiento, el PNV hizo un llamamiento para que se acudiese a la capilla ardiente que se había instalado en Sabin Etxea. Desde allí, el 27 de noviembre el féretro fue llevado a la Basílica de Begoña, donde se celebró el funeral a las siete de la tarde con la asistencia de miles de personas. El EBB solicitó a los ciudadanos que manifestasen su repulsa luciendo en los balcones y las ventanas ikurriñas con crespones negros. El mismo día del funeral, miles de personas secundaron la manifestación convocada por los sindicatos de la Ertzaintza.

A Joseba le mató ETA. Ésta también es parte de la historia.

 

Utrera Molina está muy inquieto

Sábado 19 de octubre de 2013

Escribí aquí un comentario sobre Utrera Molina, el ex ministro de Franco, a raíz de un artículo que publicó en el ABC y donde, al final, apuntaba la idea de que la ley contemplaba «soluciones de emergencia» para situaciones como las que vive Catalunya. A los dos días recibí este comentario de un hijo o de un hermano. No conozco el grado de relación familiar.

Como se ve esta familia ni ha olvidado nada, ni ha aprendido nada en estos años. Vale la pena conocer su talante y sus valores. Decía así el Sr. Luis Utrera Molina:

“En el fondo, Sr. Anasagasti, es usted un totalitario, como todos los nacionalistas. Sabe usted bien que comparar a Franco con Hitler es un despropósito. Franco jamás perdió una guerra, ni se suicidó, ni era un enajenado nacionalista y racista al estilo de Sabino Arana, que de haber podido hubiera exterminado a los maketos. Es más, murió cristianamente en la cama de un hospital público, después de 40 años de buen gobierno rodeado del cariño de su pueblo y fue ensalzado y homenajeado por su sucesor, el hoy Rey de España. ¿Imagina usted que el Jefe del Estado alemán hubiera sido designado por Hitler?. Claro que no, y usted lo sabe.

Habla usted de robar. De esto, el Sr. Utrera Molina sabe bien poco. Vive de su pensión y rodeado del cariño de su gran familia. Acaso usted sepa algo más sobre el tema que vive en el Senado a costa de todos los españoles insultándonos en la cara cuando le place.

No se inquiete usted, que el Sr. Utrera Molina, al igual que Doña Carmen Franco, cuentan con muchos años e insignificante poder. Tan sólo tienen el de su ejemplo, el de su honestidad y el de su coherencia. Cuando lea usted «soluciones de emergencia», no se preocupe. Lea la constitución para variar y repase su artículo 155. La ley contempla soluciones de emergencia para problemas de emergencia. No quiera vuestra merced ver gigantes donde sólo hay molinos de viento.

Sepa usted que no le odio, pues esa es una pasión aniquilante para quien la padece. Le compadezco, porque tiene usted el corazón emponzoñado de odio y de resentimiento. Le recomiendo que viaje un poco por España y se descontamine de esa atmósfera turbia y espesa en la que viven los nacionalistas iconoclastas y de mira estrecha como usted.

Atentamente,

Luis Utrera Molina

Arnold Schwarzenegger visita el Valle de los Caídos mientras a Priebke no le quieren enterrar

Viernes 18 de octubre de 2013

Que España no es una democracia madura lo acabamos de comprobar. Una vez más ha estado por aquí Arnold Schwarzenegger para presentar en Madrid el circuito de carreras de obstáculos que se ha convertido en un fenómeno deportivo en Estados Unidos. Pero ha hecho algo más. EI 12, día de la Hispanidad, fue al Valle de los Caídos. ¿Por qué?. Porque está abierto y quería ver cómo está ese monumento a la Victoria de Franco, con Franco dentro. Toda una anomalía democrática. Pero en España, ayuna de cualquier sensibilidad democrática, a nadie le llamó la atención. Incluso hizo gracia.

Pero mientras esto pasaba en Madrid en Italia, en la vilipendiada Italia de Berlusconi, nadie sabía qué hacer con un asesino de guerra como Priebke, una Hermanita de la Caridad en comparación con el criminal Francisco Franco. Ese si que fue un asesino.

Una base militar custodia los restos de Priebke

Contactos entre Italia y Alemania para resolver el caso

El caso Priebke se ha convertido en un esperpéntico culebrón, en un episodio que reabre heridas históricas, resucita viejos fantasmas y crea tensiones diplomáticas. El cadáver del criminal de guerra nazi, fallecido la semana pasada a los 100 años, pasó toda la jornada del miércoles en el aeropuerto militar de Pratica di Mare, al sur de Roma, a la espera de destino.

El alcalde de la capital italiana, Ignazio Marino, insistió en que el exoficial de las SS no puede ser enterrado en la ciudad donde organizó la ejecución de 335 personas en 1944. «Para mí, sigue siendo el verdu­go de las Fosas Ardeatinas y la ciudad de Roma no puede darle hospitalidad ni sepultura», dijo Marino.

Los restos de Erich Priebke fueron trasladados a la base de Pratica di Mare en la medianoche del martes, después de que no pudiera concluirse el funeral en la cercana localidad de Albano Laziale, junto a Castel Gandolfo. Las exequias tuvieron que suspenderse ante el caos que se vivía en la calle. Grupos neonazis llegaron desde Roma para honrar a Priebke. Estos extremistas atacaron a las fuerzas del orden. En el otro lado estaban los ciudadanos de Albano Laziale, indignados de que se hubiera permitido llevar al difunto hasta la sede de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, de los tradicionalistas lefebvrianos.

A la prefectura de Roma, que se ha visto desbordada por el asunto, le pareció que el aeropuerto militar era el lugar más seguro para evitar nuevos incidentes. Además, facilitaría la partida del féretro, por vía aérea, en caso de que Alemania aceptase recibirlo. Pero el Gobierno de Berlín no expresa ningún deseo de hacerlo. El portavoz del ministerio alemán de Asuntos Exteriores, Martin Schaefer, dijo que la decisión sobre dónde es enterrado Priebke corresponde a su familia. Admitió que un alemán tiene el derecho a ser enterrado en su país, aunque el Gobierno no entra en la materia. «No depende de nosotros encontrar una solución», añadió Schaefer, si bien reconoció que hay contactos «informales» con Italia para superar lo que ya es una pequeña crisis diplomática.

Es evidente que la tumba de Priebke, uno de los últimos criminales nazis que estaban aún vivos, puede devenir un santuario de extremistas. Todos quieren evitarlo. Un ministro de Brandemburgo, el land donde nació Priebke, propuso que sea enterrado en una tumba anónima, pero cuesta imaginar que tal anonimato se respete.

El caso Priebke está siendo especialmente doloroso porque ha coincidido con la conmemoración del 70º aniversario de las deportaciones de judíos del gueto de Roma. Se llevaron a Aüschwitz a 1.024 personas. Les dieron apenas 20 minutos para escoger la ropa que se llevaban y los efectos personales más básicos. Sólo 16 regresaron del campo de exterminio.

El miércoles hubo una solemne ceremonia en la sinagoga, junto al Tíber. Asistió el presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien era ya un adulto cuando ocurrieron los hechos. Varios oradores hebreos aludieron a Priebke pero sin pronunciar su nombre para no profanar un lugar sagrado. ¿Se imaginan algo así en Madrid y que el rey fuera a un acto republicano? No ¿verdad? Pues eso. El rey, puesto por Franco, iría al acto de Franco. España es así, Señora Baronesa.