El domingo se publicó en El País una larga entrevista a Arnaldo Otegi, éste en la cárcel. Si Mac Luhan decía que «el medio es el mensaje», la cosa, estaba clara. La entrevista no se produjo en las páginas de Berria o de Gara, sino en El País, con permiso de Pérez Rubalcaba y dirigida a la parroquia socialista y a la cúpula del PP.
La entrevista no era personal. Era un cuestionario y, en la cárcel, se tiene todo el tiempo del mundo, por lo que cada palabra estaba pesada y medida. Esa era otra de las peculiaridades del mensaje de Otegi.
Me llamó la atención las muestras de aprecio por Jesús Egiguren, presidente del PSE. A nadie más hizo carantoña alguna. A Egiguren si. Incluso corroboró algo que se sabía, aunque no se había confirmado y que era el que tras el atentado de la T-4, inmediatamente tuvo un encuentro con Egiguren.
Me llamó la atención la confirmación de lo que en su día se le dijo a Otegi y él rechazó que fue que toda la propuesta de Anoeta, la de la rama de olivo y la de sacar la violencia de las calles, no tuvo la suficiente maduración y cocina. Ahora reconoce que se equivocaron.
Me llamó la atención de que habla que los socialistas les impiden presentarse a las elecciones porque estos tienen miedo a “un bloque popular nacionalista”. Mi pregunta es ¿con quienes y entre quienes?.
Me llamó la atención que Otegi utilizara una palabra maldita. Por lo menos lo fue para Josu Jon Imaz cuando habló de que había que seducir a España. Otegi utiliza la de “seducción democrática”. A Imaz le montaron una gran bronca. A Otegi no. Y no hay cosa más seductora que la democracia.
Otegi se opone a la violencia, pero no la condena. Lo suyo es no romper con ETA y no condenar. Podemos estar así otros quince años, aunque no lo parezca. Darle vueltas y más vueltas al molinillo.
Lo que más me gustó fue leer en sus labios que la violencia debe desaparecer de forma «unilateral, permanente y verificable». Me hubiera gustado que hubiera añadido: “por razones éticas y humanas”, pero ya sé que esto es mucho pedir. Lo de ellos no es centrar la acción en el ser humano, sujeto de derechos.
Y al final lo suyo es “la lucha por la independencia y el socialismo en Euskal Herria». Lo de la independencia como señuelo, como papel de regalo. Lo del socialismo real me lo creo. Y para eso hay que cambiar al nombre a Euzkadi por Euskal Herria. Que no tenga el menor toque sabiniano. Pero eso será, en breve, la gran discusión. De qué tipo de Euzkadi estamos hablando.
De todas formas mejor esto, que no lo que hemos visto en el pasado reciente.
Pero me gusta más el camino del PNV. Ciento quince años luchando por Euzkadi, día a día. Y respetando a las personas.