La historia de los abuelos contada por los nietos

Aitor Azurki es un profesional de primera. Une a su pituitaria periodística una gran calidad humana. Solo así se puede bucear en la historia de once perdedores, muy ancianos,  y superar   el reto de resumir las grandes “batallitas del abuelo”  y  contarlas atractivamente. Batallitas que se han ido quedando en el olvido, con la palabra en la boca, o en el silencio producido por el pavor que ejercía una dictadura cruel y sanguinaria.

Euzkadi como nación y el gobierno vasco como institución, no han sido justos con aquella generación. Ningún Lehendakari se ha preocupado en serio por aquellos gudaris y milicianos que un mal día, desde su inexperiencia, se convirtieron en soldados y oficiales  para ir a una lucha sangrienta y sin cuartel, sin apenas armas y solo con la razón de su lado para pagar, de forma  muy cara aquella osadía. Los mataron, los encarcelaron, los trataron de humillar, de ofender, los persiguieron por sus ideas y por el delito de defender la legalidad, los aventaron, o mataron de hambre, pero  a pesar de todo el ensañamiento  de los vencedores quedaron muchos para contarlo. Pero ¡oh sorpresa! No había nadie a quien contar lo que pasaron en el frente, o en las horas muertas de unas cárceles frías, lóbregas, terribles. A sus hijos ellos no les  quisieron transmitir nada, para no perjudicarles, y a veces, si lo hacían, les decían que no se lo dijesen a nadie, pues todavía los cañones de los fusiles seguían sin enfriarse. Y ha hecho falta que los nietos se preocuparan de sus abuelos, sobre lo que hicieron o lo que dejaron de hacer.  Pero cuando quisieron preguntarles habían pasado tantos años, siete décadas, que ya el tiempo había logrado lo que Franco y su régimen no habían conseguido. Diezmar a aquel ejército de supervivientes, y, los que quedaban estaban lo suficientemente ancianos como para o no recordar nada o confundirlo todo.

El mérito pues de Aitor es haber logrado el fantástico testimonio de estos once soldados improvisados, con sus ideales a flor de piel y unas ganas inmensas de que su historia no se perdiese. Y para ello hacía falta un joven como Aitor, que sabiendo con quien hablaba les hacía las preguntas oportunas, les aguantaba sus reiteraciones, les trataba con infinita paciencia y les transcribía lo que habían dicho y, en las presentaciones, les dejaba hablar.

Yo estuve en la de Bilbao. Ojalá ETB hubiera transmitido aquella presentación en directo y ojalá gente joven, ésta que va a las plazas de los «indignados» hubieran ido a conocer y a aprender  aquellos héroes silenciosos que nos dejan en las páginas de su libro el ejemplo de una dignidad acrisolada en mil batallas desconocidas.

Juanma Calvan le ha hecho a Aitor una entrevista en Aux. Magazine. Vale la pena. Es ésta:

AITOR AZURKI.

PRIMERA LÍNEA DE FUEGO CONTRA EL OLVIDO.

Aitor Azurki, periodista de 28 años, comenzó en 1999 a preguntarse por la vida de los que lucharon en la Guerra Civil, especialmente por su abuelo, que fue miliciano, y por su tío, uno de los niños de la guerra. Ambos habían muerto, así que se quedó sin respuestas. Fue en ese momento cuando decidió dar voz a los que aún pueden contar aquella guerra en primera persona. Después de varios años de trabajo ha publicado “Maizales bajo la lluvia”.

El libro es una serie de extensas entrevistas a once ancianos que, a sus veinte años, tuvieron que elegir entre defender la República o luchar por la implantación de un sistema militar, ultranacionalista y ultracatólico. Todos ellos eligieron ser fieles a la legalidad y luchar contra los golpistas, aunque cada uno de ellos llegó a la misma batalla recorriendo distintos caminos: el comunismo de Marcelo o Mateo; el anarcosindicalismo de Julia o Félix, el socialismo de Paco o el nacionalismo de Ignacio o Ángel. Todos ellos guardan historias increíbles por su crudeza y su heroísmo, y están aquí al lado, son nuestros abuelos. Conviene sentarse con ellos y preguntar antes de que ya no puedan respondernos.

¿Cómo diste con ellos? Comencé a llamar a asociaciones de memoria histórica, sindicatos, partidos políticos, historiadores… A gente que pudiera darme algún contacto sobre gudaris. Uno me daba tres teléfonos, otro un par… Y así fui poco a poco elaborando una lista de los posibles entrevistados. Después ya, fue llamar y cruzar los dedos para que quisieran relatar sus vivencias.

¿Cuál fue su reacción al ver a un chico tan joven interesándose por sus vidas pasadas? Me recibieron con los brazos abiertos. Incluso yo mismo me sorprendí de cómo me acogieron, parecía como si nadie les hubiera escuchado en décadas. Me contaban sus vivencias como si fuera su nieto, detalle a detalle. Y esa cercanía creo que se aprecia en el libro.

¿Percibiste que en ellos aún queda odio? ¿Temor? ¿Hartazgo? ¿Orgullo? Por encima de todo percibí muchas ganas de narrar la verdad, aunque fuera por última vez y a un joven al cual casi le cuadruplicaban en edad. Me relataban bombardeos, fusilamientos y dramas con una humanidad, sinceridad y sencillez tal, que muchas veces salía de hablar con ellos asombrado, incluso abrumado.

Ahora, en 2011, ¿crees que se sienten vencedores o vencidos? ¿Qué crees tú que son? No me gusta la palabra vencidos, y creo más bien que la siguiente cita de Unamuno refiriéndose a los franquistas define perfectamente lo que piensan los protagonistas del libro: «vencerán, pero no convencerán. Vencerán porque tienen la fuerza bruta. Pero no convencerán, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir, necesitan ustedes algo que les falta: la razón».

¿Qué crees que les debemos a aquellos combatientes? ¿Solo el recuerdo de lo que vivieron? ¿Justicia? ¿O quizá es absurdo hablar de justicia cuando nos referimos a una guerra? Por lo pronto, les debemos respeto y reconocimiento. Si estos luchadores hubieran sido franceses estarían ya condecorados con las más meritorias medallas. Pienso que se les debe verdad, justicia y reparación en la medida de lo posible. Yo he aportado mi granito de arena, ya que gracias a estos hombres y mujeres disfrutamos ahora de bienestar y libertad. No hay que olvidar que para conseguirlo han sido multitud las personas que han fallecido en la lucha. Para mí, estos gudaris son los portavoces involuntarios de todos aquellos que quedaron en el camino.

¿Has percibido alguna similitud en cuanto a su forma de afrontar la vida? Sí, todos ellos tienen una actitud muy humana, optimista, luchadora, abierta y alegre. Sin duda, para mí ha sido todo un regalo conocerlos.

Todos los que aparecen en el libro lucharon en el mismo bando. ¿Te planteaste en algún momento introducir la visión del bando franquista? Primeramente sí me planteé incluir también la visión del bando golpista, aunque nada más comenzar a indagar en el asunto me di cuenta de que no podía ser neutral, de que el corazón podía mucho y hacía inclinarme hacia el lado de los leales a la democracia. También me di cuenta de que los franquistas tuvieron más de 70 años para aportar su versión, y los republicanos, en cambio, seguían estando olvidados, ocultos, esquinados.

De entre todos los pasajes que aparecen en el libro, ¿cuál es el que más te ha impresionado? Hay dos en concreto. El primero fue el bombardeo de Gernika, narrado detalle a detalle por un miliciano que estuvo allí mismo. Dramático, tremendo. El segundo, los fusilamientos de Paterna, Valencia: uno de los protagonistas del libro fue hecho prisionero y obligado seis o siete veces a fusilar a hombres y mujeres de su mismo bando. Dantesco.

Supongo que al escribir el libro te habrás planteado qué habrías hecho tú si te hubieses encontrado en su situación. ¿Alguna conclusión? Me lo he preguntado bastantes veces y nunca he sabido responder. Algunas veces pienso que hubiera huido a Francia, otras veces que hubiera acudido al frente… Pero uno no sabe cómo reaccionará hasta que de verdad le sucede y se ve en la tesitura de tener que elegir.

¿Qué les dirías a todos los jóvenes de tu edad que tienen abuelos que vivieron aquella guerra? ¿Qué pregunta crees que deberían hacerles? Que les pregunten dónde estuvieron, qué les ocurrió y cómo se sienten. Creo que los jóvenes tenemos una deuda enorme para con nuestros mayores, porque se les ha dejado de lado. Todos los jóvenes deberían saber lo que les sucedió a sus abuelos. Entre otras cosas, para que no se repita.

Texto de Juanma Calvan.

(Aitor Azurki nació en 1983 en San Sebastián. Estudió en la UPV/EHU Periodismo y Publicidad y Relaciones Públicas, pasando después a trabajar en diversos medios de comunicación, como Gros al cubo, Irutxulo, Euskadi Irratia, Hitza, Gara o ETB. Actualmente trabaja en labores de comunicación dentro de la Diputación Foral de Gipuzkoa).

Paco Maruenda ¿Es catalán?

Conocí al hoy director del periódico La Razón, cuando éste era Secretario de Estado de Relaciones con Las Cortes en los tiempos de Mariano Rajoy ministro de la Presidencia. Iba a las Juntas de Portavoces y luchaba sobre todo con Jesús Caldera y María Teresa Fernández de la Vega. Hay que decir que Francisco Maruenda es catalán. ¿O no?.

Pues bien. El pasado martes, en uno de esos comentarios editoriales de su periódico, escribía Maruenda o su plumífero, ésta perla:

Los hospitales, a CiU por un puñado de votos

Los nacionalistas de CiU salieron ayer al res­cate del Gobierno. Su apoyo permitió que la Comisión de Trabajo del Congreso diera luz verde a alargar la edad de jubilación hasta los 67 años. No fue un acuerdo fácil para el Gobierno. Ni barato para los españoles. A cambio de su apoyo, el Ejecutivo socialista se comprometió a ceder la propiedad de la red de hospitales de Cataluña a la Generalitat. Que el Gobierno intercambie votos por patrimonio del Estado es la mayor prueba del agotamiento de la legislatura”.

Partiendo de la base de que la noticia está tergiversada solo co­mentar dos cosas. Catalunya es tan estado como Madrid, y, si no, que lo digan. Bueno ya lo dijo esperanza Aguirre cuando la fusión de Endesa y comentó que se la llevaban de España. Pero Catalunya pertenece jurídicamente al estado español que dicen es un estado de las autonomías. Mientras no se cambie la actual Constitución, presentar el hecho como si Artur Mas con Pujol se hayan llevado los hospitales a Monserrat y allí los tienen bajo siete llaves, cuando los hospitales siguen en su sitio, dan atención ciudadana y lo único que ha cambiado es la titularidad para dar mejor servicio, clama al cielo.

Que un catalán de derechas como Maruenda  haga estos comentarios significa que siguen sin asumir el estado de las autonomías.

Es curioso. Maruenda calienta el puchero en Madrid, Alicia Sánchez Camacho lo enfría con Xavier Trias en la alcaldía de Barcelona e IU, les da a los del PP la presidencia de la Junta de Extremadura, mientras por aquí el titiritero de Basagoiti quiere presentar mociones para echar a Bildu de las Instituciones. ¡Ay que miedo dan estos del PP!.

Para que luego aplaudamos el hecho de que quieran elecciones anticipadas. !Que Dios nos coja confesados con ésta gente tan demócrata y autonomista!.

El Senado pide que se paralice la difusión del “Diccionario Biográfico”

La Comisión de Educación y Deporte del Senado acordó este pasado  lunes 27 de junio pedir a la Real Academia de la Historia que paralice la difusión de su Diccionario Biográfico en España y en el extranjero. Una acción motivada por la polémica en torno a la entrada del Diccionario relativa a Francisco Franco, escrita por el medievalista Luis Suárez -vinculado al patronato de la Fundación Francisco Franco-, en la que se califica su régimen de “autoritario, pero no totalitario” y donde no aparecen las palabras “dictadura” ni “dictador”.

La petición es fruto de una enmienda transaccional a la moción presentada por Entesa Catalana de Progrés en la que se insta al Gobierno que reitere el requerimiento realizado por el Ministerio de Educación a la Real Academia de la Historia para que revise aquellas entradas del Diccionario, que ha contado con una subvención de unos 6 millones de euros, alejadas del rigor y de la objetividad. Dicha transaccional ha sido consensuada por todos los grupos parlamentarios, a excepción del PP por 13 votos a favor y 12 en contra.

El senador Joan Saura, perteneciente a Entesa Catalana de Progrés y antiguo conseller de Interior de la Generalitat de Cataluña, fue quien presentó la moción. Saura calificó la obra de “disparate, falseamiento y manipulación de la Historia”, así como de “escándalo nacional e internacional” y de obra en la que se realiza una “apología del franquismo”.

“Es un Diccionario impropio de una situación democrática y no sólo por lo que dice sino por lo que no dice. Es incomprensible que en una obra de estas características no haya una sola palabra a la represión franquista y por esto, víctimas del Franquismo han manifestado ya su más rotunda oposición”, añadió Saura.

En términos parecidos se pronunció el senador socialista Juan Bautista Cardona, quien recordó que el convenio firmado entre el Gobierno y la Real Academia de la Historia en 1999, por el que se cimentaba la creación del Diccionario, afirmaba que cada artículo debía contener “lo esencial de la vida y obra del personaje y dar una visión ecuánime de sus acciones, elogios y críticas que hubiese suscitado”.

El único que ha expresado su oposición a la transaccional ha sido Adolfo Abejón. El senador del PP afirmó que “es sorprendente que quienes acusan a la RAH de reescribir la historia son quienes la tratan de reescribirla cada día desde la llamada Ley de la Memoria Histórica. Ello dice bastante del talante de quienes quieren censurar 43.000 entradas biográficas porque no les gusta el tratamiento de una de ellas”. También pidió respeto para el trabajo de los investigadores y científicos, y afirmó que no se debe censurar la totalidad de una obra porque haya una parte que no guste a algunos.

En un informe remitido por la Real Academia de la Historia al Ministerio de Educación, se detalla que, para la elaboración de las diferentes biografías, la institución se puso en contacto con organismos y fundaciones próximas a la materia en cuestión. Asimismo, el informe destaca que la biografía de Felipe González fue elaborada por Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del área de prensa y consejero delegado de El País, así como del libro El futuro no es lo que era. Felipe González. Juan Luis Ce­brián. Una conversación”.

En dicho informe se adjunta también la entrada correspondiente a Francisco Franco de la Enciclopedia de la Historia de España, dirigida por Miguel Artola, que se publicó en 1991 y que contó igualmente con financiación pública, donde tampoco aparece referencia alguna a la dictadura.

Además, el pasado 17 de junio, la Academia constituyó una comisión formada por Artola, Juan Pablo Fusi y Carmen Sanz Ayán cuya misión es “revisar y mejorar, según proceda, las entradas del Diccionario Biográfico Español” a través de colaboraciones externas y con los académicos y autores de las entradas. El primer informe de la Comisión se emitirá en el mes de octubre. Aún así, Cardona consideró aconsejable paralizar la difusión del diccionario hasta este primer dictamen.

Como se ve la apología del terrorismo sigue sin ser delito de Pancorbo para abajo y Franco “el dictador bueno” que España necesitaba. Y a todo esto le llaman, “una modélica transición”.