Una bella escultura en homenaje a los gudaris y a sus familias.

Lunes 20 de febrero de 2023

Sin lugar a dudas, hace unas décadas, hubiera habido en Berango un mínimo de tres mil personas este domingo. Eran años de ilusión y de agradecer a los protagonistas de una contienda y una represión lo padecido y  lo  hecho, como parte de nuestra identidad como pueblo. Ayer domingo, en la explanada que tiene el Museo del Cinturón de Hierro, habría unas cien personas  y muy poco joven y muy pocos familiares de aquellos gudaris. ¿Adanismo?. ¿Falta de implicación institucional?. Hedonismo supino y falta de transmisión de valores  o ¿todo junto?. De hecho estuvo la alcaldesa de Gamiz Fika, pero no vi a ninguno más de los alcaldes de la zona.

El caso es que el acto mereció la pena. Aitor Miñambres hace diez años puso en marcha en Berango, de donde ha sido concejal por el EAJ-PNV esta década, un pequeño museo que es una joyita y que, con un grupo de colaboradores, tan vocacionales como él, lo han ido mejorando y sueñan  ahora con el espacio que van a tener en la casona que el Ayuntamiento ha adquirido. Berango hoy es sinónimo de un recuerdo  bien hecho sobre aquella tragedia donde los vascos perdieron la vida por defender la democracia. Miñambres en su intervención incluso recordó a los dos personas fallecidas en el bombardeo que tuvieron el 24 de abril de 1937, poco antes del de Gernika.

Era el primer acto  público como tal de la Consejera Nerea Melgosa que nos dirigió unas palabras, que un sonido de andar por casa, impidió escuchar mejor. Habló posteriormente la alcaldesa Anabel Landa que no se presenta a las próximas elecciones y que ha hecho en estos 16 años un trabajo extraordinario de resultados y cercanía. Conocí a su aita, que también fue un gran alcalde y cerró Aitor Miñambres explicando la escultura realista que se inauguraba y que él ha promovido. Se llama Agurra y es la despedida, antes de ir al frente, de un joven gudari de su familia. Es muy bonita. Posteriormente pasamos todos ante ella depositando una rosa. El superviviente del bombardeo de Gernika, allí presente con su hija, se tuvo la diferencia con ellos depositando rosas blancas. Bonito y emotivo acto que fue completado por unas tortillitas y un aperitivo.

Euzkadi necesita un Museo Nacional Vasco en Gernika, como tienen los catalanes en Barcelona. Uno de los presentes comentaba que había pocos, pequeños y muy dispersos. El vacío lo suplen iniciativas heroicas como las de Aitor Miñambres que se ha convertido en la persona que más sabe sobre la guerra  del 36 en Euzkadi y que organiza charlas y visitas a trozos del Cinturón de Hierro a diez minutos del Museo, el único sobre la guerra en Euzkadi. Su siguiente misión es reproducir la piedra miliar de los gudaris que ponía “A Bilbao 45 km”. Era la distancia del frente a la capital que los fascistas tardaron tres meses en conquistar.

Estuvo  asimismo en el acto Aintzane Ezenarro, la corporación de Berango, el superviviente del bombardeo de Gernika Aperribay y su hija Mónica, Iñaki Goiogana, Eugenio Ibarzabal, Begoña Errazti, Garcia Uribe, el presidente de Betiko Lagunak Javi Larrea, Iker  y Zuriñe Anzola, hijos del comandante del batallón Malato y Bingen Amezaga, hijo del Director de Educación del Gobierno Vasco además de gran escritor y traductor al euskera, Iñigo Camino, Iñaki Zarraoa, Sasetaaurrena y Joseba así como Vicente Chacón un historiador catalán que viajó expresamente desde Barcelona para asistir al acto. Mi hermano Koldo tomó buena nota del acto porque le gusta escribir sobre  estas historias que están en la niebla.

Afortunadamente tiene este país un grupo pequeño pero muy activo y generoso  de personas como Miñambres, Ganuza y varios más que se me presentaron  y que  mantienen  viva la llama. Recomiendo  la visita a este museo y conocer una bella escultura recién inaugurada.

Agente 447 y la Delegación de Paris.

Domingo 19 de febrero de 2023

El martes pasado, la Fundación Sabino Arana presentó el documental “Urraca, cazador de Rojos”. Fue una buena iniciativa seguida por un interesante coloquio  con explicaciones de Pedro de Echave  guionista y codirector.  Lo hizo muy bien. Ojalá esta película se pueda ver en ETB. Es un puntazo. No hay muchos documentales de esta entidad.

En la película salían desde el hijo de Pedro Urraca, su nieta, historiadores y, de forma profusa, el edificio de la Delegación Vasca incautada por el franquismo así como la historiadora Gemma Aguilera que escribió un libro necesario e interesantísimo. Premio Octubre de Assaig Joan Fuster 2011. Esta  catalana de Sant Boi de Llobregat y el documental sobre Urraca nos han  traído al hoy recuerdos de lo que fue la ocupación alemana de París en 1940 y de cómo la Gestapo y el franquismo incautaron la sede de la Delegación vasca sita en la Avenue Marceau, todavía no devuelta al PNV. Funciona allí el Instituto Cervantes como consecuencia del robo que nos hicieron dos proyectos totalitarios.

Aguilera se centra en la figura del agente 447, que es el retrato de un criminal protegido y que nuestros mayores sufrieron. Pedro Urraca Rendueles (1904-1989) construyó una vida novelesca como policía y espía a sueldo del franquismo, dirigiendo parte de la represión exterior de republicanos, nacionalistas, comunistas y, finalmente ya en democracia, de miembros de ETA. En su hoja de servicios consta la detención e interrogatorio del presidente de la Generalitat catalana, Lluís Companys, en agosto de 1940, como resultado de la acción de un equipo de la Gestapo que Urraca dirigió desde la Avenue Marceau y gracias a su estrecha relación con el régimen de Vichy.

De aquí salieron las órdenes de captura contra el presidente Azaña, el president Lluís Companys, el exministro Zugazagoitia, el cuñado del presidente Azaña, Cipriano Rivas Cherif, el exministro Mariano Ansó, el lehendakari Aguirre y demás políticos democráticos republicanos y nacionalistas, algunos de los cuales fueron fusilados, otros encarcelados y los demás murieron en el exilio.

El libro es el resultado de una investigación periodística que permitió descubrir los dietarios personales, la documentación policial y el archivo fotográfico del policía, además de abundante material atesorado en diversos archivos que han hecho posible reconstruir la vida personal y profesional de un personaje clave en la España del siglo XX, del que hasta hace poco no se sabía prácticamente nada, pero gracias a Aguilera y a la nieta de Urraca, sabemos cosas tan interesantes como que, a pesar de ser condenado a muerte, tras la liberación de París, acabó su vida en Bélgica y castigado por meter mano en la caja. Xabier Agirre, hijo de Juan Mari hermano del Lehendakari, nos enseñaba su cartilla militar con la firma de Rendueles, el segundo apellido de Urraca. Este  indeseable falleció en su cama en septiembre de 1989 bajo el gobierno de Felipe González. Nadie le investigó.

El martes 14 de junio de 2005, seis tipos con traje y corbata (Albistur, Txueka, Beloki, Zubia, Erkoreka y Anasagasti) entonaban una rara melodía en el centro de París, delante de un bello edificio de 1883, declarado de interés cultural. Por lo menos, así se lo pareció a los distintos parisinos que, acostumbrados a presenciar espectáculos insólitos en su ciudad, no entendían cómo aquellos extraterrestres cantaran bajo el sol del mediodía sin un platillo para que los viandantes echaran sus monedas.

Sin embargo, cualquier vasco que hubiera pasado por allí se hubiera dado cuenta de que entonaban el himno nacional vasco Gora ta Gora. Lo raro es que lo hicieron bajo una bandera española que ondeaba en el centro del balcón de un palacete que decía Instituto Cervantes, en el número 11 de Avenue Marceau, cerca del Arco del Triunfo. Aquellos seis parlamentarios decían que aquel edificio fue adquirido por gentes del PNV, al frente de las cuales estaban Marino Gamboa y Patxo Bausteguigoitia. ¿Y por qué entonaban emocionados el Gora ta Gora?

Querían hacer justicia a una generación que, en 1951, con los ojos llenos de lágrimas, se despedían de su edificio cantando religiosamente el himno vasco. Era lo único que podían hacer. Una decisión ignominiosa le quitaba al lehendakari Aguirre su centro de acción política al inicio de una década, los 50, en la que los aliados decidieron apostar por Franco y su dictadura mientras bajaban una espesa cortina sobre todo lo que había significado una heroica y consecuente lucha.

A José Antonio Aguirre los franceses le habían ofrecido otro edificio cercano, pero él había contestado que no. Y había hecho algo más. Había llamado a los vascos de Venezuela que en una semana le habían atendido y enviado la cantidad suficiente para comprar un chalecito en la Rue Singer, en el distrito XVI. A partir de ese día, se iniciaba una reivindicación.

El lehendakari, en la puerta, dijo:

«Sr. comisario: permítame hacer una declaración como presidente del Gobierno vasco en el exilio y como ocupante de facto de una parte del inmueble, que la Liga Internacional de Amigos de los Vascos me facilitó.

Salimos de este edificio expulsados por la fuerza pública, en ejecución de una sentencia que califica al Gobierno vasco de ladrón, sentencia obtenida durante la ocupación alemana bajo la protección del enemigo.

Yo protesto contra esta violencia y declaro que nuestro honor, nuestra buena conducta y nuestra tradición merecían un tratamiento muy distinto. Nuestra sangre ha sido derramada junto a la vuestra en la lucha contra el enemigo común y ahora se nos expulsa de esta casa para entregarla en manos de los que durante toda la guerra pasada fueron aliados de nuestros y vuestros adversarios del Eje.

Protesto en nombre de nuestro pueblo, al que esta decisión causa el más profundo dolor sufrido en el exilio, sobre todo, porque dicha decisión ha sido adoptada por los amigos con los que hemos compartido dolores y sacrificios comunes por la causa de la libertad y de la democracia, causa a la que permanecemos inalterablemente fieles».

La decisión la tomó François Mitterrand, ministro del Interior.

Pero aquello no hizo mella. Tampoco le hicieron caso a la Liga de los Derechos del Hombre que emitió la siguiente declaración: «El Comité Directivo de la Liga de los Derechos del Hombre no puede dejar pasar sin protesta la violencia de que indignamente se ha hecho objeto a los vascos en el exilio?.  Por el honor de Francia, la Liga de los Derechos del Hombre lo lamenta. La Liga deplora que a los seis años de la Liberación, el espíritu de la Resistencia se halle olvidado hasta el punto de que el gobierno de la IV República, cediendo a la presión del dictador prohitleriano, reanude contra sus víctimas las persecuciones petanistas».

La reivindicación del edificio de la Avenue Marceau tiene tantos años como el tiempo transcurrido tras la muerte de Franco. Y es que hemos hecho de todo. Interpelaciones, preguntas, una proposición de ley y tras ella la colocación de una placa diciendo que allí se creó el Consejo Federal del Estado español del Movimiento Europeo en 1949, el recuerdo de que allí entró Adenauer en la Democracia Cristiana Europea, una ley de devolución del patrimonio incautado con motivo de la guerra pactada con Aznar, el aguantar sentencias de tribunales tan sumisos como aquel del Sena bajo ocupación alemana que nos quitó el edificio y hasta seguir  una incierta vía judicial. Ojalá la ley de Memoria Democrática soluciones y se devuelva lo robado.

Del despacho del director, en la calle Quentin Bauchart, y acompañados por él, fuimos a lo que hoy es el Instituto Cervantes, nuestra Delegación. Jiménez nos enseñó de arriba abajo y con amabilidad el inmenso caserón. El despacho del lehendakari, el salón de los espejos, la vistosa escalera, las distintas dependencias, el pequeño patio, la fuente, las caballerizas utilizadas por una extensión de la UNED por arbitraria decisión de Jon Juaristi, las mansardas del tercer piso, el sótano con una pasadizo entre la embajada española y el once de la Avenue Marceau. Y pensar que allí tuvo su primer despacho como delegado D. Rafael Picabea, exsenador, exdiputado y editor de periódicos y de otros medios de comunicación gipuzkoano . Y que por allí anduvieron D. Felipe Urkola, Neguri, Leizaola, Lasarte, Lizaso, Irujo, Landaburu, los hermanos Durañona, los Agesta, los Mitxelena, los Errazti, las hermanas Anglade, Antolin Alberdi, Jose Mari Azpiazu, el Dr. Lasa, que tenía un pequeño dispensario,  Agustín Alberro, Julio Jáuregui y tantos y tantos vascos de París soñando en el inminente regreso a casa, recibiendo al gobierno de la República en el exilio, a la Generalitat, organizando recepciones de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, soñando con Europa, editando Euzko Deya y OPE (Oficina de Prensa de Euzkadi), aguantando pelmas como ocurre en todas partes y tratando de solucionar los mil problemas personales de la gente a la que su estancia fuera de casa se le hacía interminable.

Pero también allí estuvo la bandera nazi, el coronel Barroso, el policía Urraca Rendueles y el inefable Lequerica, el carguista, que era el embajador y que conocía a todos y a todos perseguía. Pero también Landaburu, recuperando aquella casa en 1944 y poniendo la ikurriña en el balcón donde ahora ondea la bandera española y, al final, aquel coro cantando por última vez el Gora ta Gora que les salió del alma. Aunque no de la Delegación, el libro  de Aguilera y  la película y el documental trata de lo que se hizo en aquella casa por aquel tipo siniestro, Urraca, cuya historia empieza a conocerse. ¡Ya era hora!

El guardián de la historia

Sábado 18 de febrero de 2023

El Benedictino P. Juanjo Agirre, en lo más duro del franquismo viajó a Montserrat a aprender cómo sus compañeros catalanes guardaron documentación y libros históricos, acabado entusiasmado por traer al convento barroco de Lazkao la misma manera de conservar la historia y eso ha dado como fruto un archivo fantástico, que ojalá perdure en el tiempo.Eran los tiempos de la dictadura franquista y se dedicó a recoger libros, panfletos, proclamas, pegatinas, carteles (tienen 80.000) y todo lo que explicara lo que se publicaba en  aquellos años de hierro de forma clandestina y permitida. Nada de lo ocurrido en esos cuarenta años se le escapaba a su guardián que con un grupo de voluntarios con vocación de aspiradora, en la actualidad, van a la sede de los partidos y les piden todos los elementos de su campaña electoral.

Las dependencias del Convento pertenecen al Duque del Infantado que los cede siempre y cuando se haga en él una obra social y religiosa y allí viven los tres frailes que han quedado, aumentado su número en otros tres que les han llegado de Estibaliz. Data de 1640 y su estilo arquitectónico es propio de la arquitectura del barroco.

Afortunadamente en 2011, siendo Diputado General de Gipuzkoa, Joxe Joan Gonzalez de Txabarri la Diputación consolidó el proyecto construyendo un anexo y dando forma a una Fundación de tres patronos. La Dipuitación, el ayuntamiento y los benedictinos. El objetivo era darle continuidad a la obra.

El viernes fuimos a visitar ese templo de saber, un pequeño grupo de siete personas. Koldo le llevó el libro Clandestina y yo Palabra de Iñaki, ya que viven de las donaciones. No  hay presupuesto para adquirir sino para pagar a tres magníficos profesionales jóvenes que trabajan diariamente en el archivo. Una de ellas, Miren Barandiaran, nos enseñó los archivos documentales con gran simpatía y profesionalidad y el P. Juanjo Agirre una biblioteca que tiene volúmenes del siglo XV. No se olvidó de enseñarnos en una pequeña kutxa de madera, las balas con las que fusilaron a Txiki Otaegi, donadas por la abogada que le defendió y un breviario que se abría y aparecía una pistola. Menos mal que no lo vieron en febrero de 2005 los guardias civiles  que detuvieron al fraile  a cuenta de que habían descubierto en el convento de Belloch documentación de Mikel Antza y  como en el convento de Lazkao existe el mayor archivo sobre ETA, no se les ocurrió mejor cosa que llevar a dos frailes al cuartelillo a declarar.

La colección de KiliKili, del Gobierno Vasco en el exilio, la revista Gudari, lo hecho en ediciones por el PNV, Euzko Deya, el Correo Vasco, el diario de los hermanos Arana Goiri, documentación de EE, Aralar, Hasi, Laia, STV, EIA, ETA y el aita Gurea en 5000 versiones, en fin mucho material visto en tres horas únicas. De allí nos fuimos a Zerain a comer en su antigua cárcel. Un sitio asimismo único.

El P. Juanjo Agirre es persona conocida y reconocida. La Fundación Sabino Arana le premió  así como recibió el de Manuel Irujo en Lizarra.

Larga vida al fraile y a sus colaboradores y que el Archivo de Lazkao siga sido una luz ante tanta oscuridad.