Al estanquero molero le ha gustado el libro casi más que la tortilla del pueblo

Martes 24 de enero de 2023

Montañero y etnógrafo, se lo sabe todo de los hayedos, fuentes, piedras moleras, Cruz y circuitos del Gorbea y del montañismo vasco. Divulgador cultural en todo tipo de medios. Se le da un micrófono y no para de hablar y de contar cosas de lo mucho que sabe. Desde las castañas hasta el puente de Anuntzibai. Te organiza circuitos y es un erudito en varios temas. Del libro Palabra de Iñaki, dice lo siguiente:

En su día tuve, vendí y regalé en mi estanco de Ugao, ”Jarrones Chinos”, libro que me leí como me he leído este de Palabra de Iñaki. En dos noches. Digo leer, aunque será mejor decir que lo he devorado en tres bocados y me ha parecido tan bueno como la tortilla del restaurant Guria de Ugao-Miravalles. Ahí están dos vidas que son la sola vida de los vascos en cuarenta años. Lo recomiendo.

Y como soy estanquero molero, les cuento a los dos Iñakis y yo el tercero, la historia desde donde lanzo el mensaje para comprar y leer este libro tan rápido de leer.

Aquí estoy, subido en la fuente de los tres caños de la calle Udiarraga de Miravalles, lugar histórico donde abrevaban los caballos y mulas que recorrían el inicio del camino real que en su primera etapa de Bilbao era hasta Ugao. Esta fuente es del XIX pero hubo otras desde la Edad Media en el mismo lugar. Ur-bao es el sitio en concreto, “Boca de Agua” significa, que el pueblo lo contrae y cambia la B por la G y ahora dicen somos Ugao. La primera cita de Ugao la documentamos en el año 1040, es palabra antigua. Nuestras amamas lavaron la ropa ahí, nuestras madres recogieron agua en cantaros para las casas y nosotros jugábamos a tirarnos agua y los niños actualmente en verano disfrutan llenando globos de agua para hacer una guerra con ellos.

Ya veis que, aunque no venga a cuento, y como el libro habla de todo, os endilgo este pasaje erudito para que vengáis a verla, después de leer el libro de los dos Iñakis. Y yo el tercero.

Éxito de la comida coloquio sobre la guerra

Lunes 23 de enero de 2023

El pasado jueves, nada menos que Juan Luis Cebrian, factótum del grupo Prisa, en la reaccionaria tertulia del Canal13 TV decía que el Lehendakari Agirre se había entrevistado con Hitler en Berlín. De nada le ha servido el libro escrito con profusión de datos de historiador por Ingo Nigel. Sin embargo hay que seguir insistiendo. Que se mienta tan descaradamente en un medio episcopal y dicho por el ex director de El País, es muy grave. Ese mismo día recibía yo un artículo de Victor Manuel Arbeloa, echando la culpa de las matanzas de las cárceles el 4 de enero de 1937 al Gobierno Vasco como tal.

Podía poner decenas de ejemplos cotidianos. Hay una manifiesta voluntad de distorsionar y falsear la historia porque a pesar de que en toda guerra se cometen excesos, en ningún lugar hubo mayor simbiosis entre la población agredida por una sublevación militar y los dirigentes representativos de una nación que estuvo en la trinchera correcta y haciendo las cosas con criterio humano y solidario.

Por eso fue buena la iniciativa de Betiko Lagunak de convocar una comida coloquio en el restaurant del Palacio Euskalduna para que Aitor Miñambres, director del Museo del Cinturón de Hierro de Berango, narrara de forma sencilla y atractiva todo lo ocurrido. Fue el viernes 20. Tras ser presentado por Javier Larrea, presidente de Betiko Lagunak y apoyado en un power point, Aitor resumió aquella contienda desde el estallido de la guerra a la caída de Bilbao.

Vino la comida y tras ella, el coloquio que fue muy vivo y participativo con intervenciones de todo tipo, siendo una muy destacable, la de Emilio Aperribai, quien a sus 86 años, contó como iniciado el bombardeo y él con 8 meses y llevado en brazos por su ama, salieron de Gernika por encima de las víctimas de las bombas. El y su hija Mónica le pidieron hace dos años al Lehendakari Urkullu gestionara con el gobierno central, el reconocimiento del gobierno español la petición de perdón por aquella barbarie. Aperribai fue muy aplaudido por su testimonio y su entereza.

Aitor Miñambres mostró la imagen con la estatua de un gudari despidiéndose de su familia que se instalará en el Museo del Cinturón que pasará de su ubicación actual  a una gran casona que ha adquirido el ayuntamiento. Es muy representativa.Existe preocupación por el continuo maltrato a estos hechos históricos y la necesidad de contar con una especie de contestador automático que refute todas las maldades y tergiversaciones que se dicen,  así como la necesidad de comprometer a la gente joven para que defiendan la historia de sus mayores.

Bajo la sombre del Oso y el Madroño

Domingo 22 de enero de 2023

Reconozco que soy fan de Carlos Iturgaiz. Nadie en su mínimo espacio político  es más representativo y auténtico que él. Encarna a esa derecha antinacionalista y primitiva, en estado puro. Discípulo aventajado de Mayor Oreja, en 1997 se  dedicó a volar el acuerdo de investidura con J. M. Aznar bajo el mando a distancia de Don Jaime. ”Mientras Cascos cena kokotxas en Sabin Etxea con Arzalluz a nosotros nos matan”. Sin embargo ahí sigue vivito, coleando y acusando al PNV de todo lo que se le viene a la cabeza. Cascos le salvó la vida a Aznar imponiéndole un coche blindado que en el atentado de ETA en 1995 contra él, logró saliera ileso. Y es que un portavoz del PP en Euzkadi tiene que ser tan pirotécnico como Iturgaiz, aunque yerra el tiro diciendo lo que dice contra el PNV, pero hay que reconocer lo hace muy bien, incluso cuando titubea. Puro realismo mágico. Excelente seguimiento a Cánovas cuando decía que “con la Patria, con razón o sin ella”. Si señor. Por  eso creo que tenemos que hacer rogativas en la Basílica de Begoña para que dure muchos años, ya que comienzan a moverle la silla..

Con esto del marketing le ha salido un sutil contrincante en Borja Semper, tan carca o más que Iturgaiz, pero más fashion y con mejores formas, ocultando las siglas PP como hizo en la campaña municipal, y sabiendo manipular la realidad mucho mejor que el actual presidente del PP en sus provincias   Vascongadas. Reconozco asimismo que entre Iturgaiz y Semper, me quedo con el primero. Semper es la pose vacía que o está a las maduras o no  está. Iturgaiz está a las duras y a las maduras. Semper hace tres años abandonaba la política yéndose a Madrid. Se le había quedado pequeña Euskadi y veía que con Casado aquello parecía no tener futuro. El panorama ha cambiado con Núñez Feijóo y vuelve como McArthur, pues el país le necesita, y nadie le afea lo que  dijo sobre  su retiro definitivo fuera de la política. Era solo una cuestión de oferta y, al parecer, Feijóo le ha hecho una que no ha podido rechazar. La prueba del algodón la veremos cuando el PP, si tiene opción de gobernar, y solo puede hacerlo  con Vox, Semper sin duda lo asumirá y nos dirá que Vox es una opción como otra cualquiera y ahí veremos si su modernidad hace ascos a una ultraderecha tóxica para cualquier planteamiento democrático. El PNV ha sido muy claro diciendo que jamás pactará con nadie que acuerde nada con Vox. Excelente postura, sabiendo muy bien que estos políticos de diseño tienen la gran virtud de ser flexibles  como el junco y en saber utilizar el trampolín como nadie. Personalmente no me gustan un pelo. Contestó en una entrevista el domingo pasado que “soy muy madrileño y no tengo intención de marcharme” y su equipo de fútbol es el Real Madrid. Todo muy legítimo pero donde esté Iturgaiz, que se quite Semper y todos los trapecistas que donde dicen digo, digo Diego y se quedan tan anchos porque son modernos y chelis   aunque apoyen lo dicho sobre Brasil de su correligionaria Cuca Gamarra.

Parto de la base que todo partido y toda persona puede hacer y decir lo que quiera pero no deja de ser llamativo el hecho comprobable de cómo la estación termini de este tipo de político vasco de los tres partidos vertebradores de España, no es la pequeña aldea vasca, sino el oso y el madroño madrileño. Se pirran por él, pero no para trabajar por Euzkadi, sino para degustar las mieles  del poder español y es que la fascinación del pesebre madrileño obnubila a este tipo de salvapatrias que considera una pasantía sobrevolar por la sucursal vasca un tiempo corto. Viendo el espectáculo me pregunto dónde está el grado de implicación de estas gentes tan vocacionales con Euzkadi para que todos terminen aposentándose en Madrid. Marcelino y Mayor Oreja, Alfonso Alonso, Maria San Gil, Borja Semper, Javier Maroto, José Eugenio Azpiroz y hasta Santiago Abascal que fue de la misma escudería de los citados. Aman a Euskadi, pero solo en  Navidades, porque  lo suyo es la Villa y Corte y si alguno nos  achaca nuestra presencia madrileña desde 1917, decirles que si, pero con ida y vuelta. Ningún diputado del PNV en cuarenta años se ha quedado a vivir bajo la sombra del madroño. Ahí está la diferencia. No menor y si consustancial con el auténtico compromiso político.

Pasa lo mismo con el PSE. Enrique Múgica, Joaquín Almunia, Txiki Benegas, Antón Saracibar, los dos Redondos, Juanjo Laborda, Juan Manuel Egiagaray, Claudio Aranzadi, Carlos Solchaga, Patxi López, Ramón Jauregui, Eduardo  Madina, José Luis Corcuera, Josu Frade, gentes  todas ellas muy respetables pero que a la primera de cambio cogen el billete de ida, y ahí acaba su implicación vasca. Lo curioso es que si antes argumentaban sobre la violencia como causa del abandono, de momento, como con el juancarlismo, no hay demasiadas explicaciones. Incluso Carlos Solchaga que fue nada menos que portavoz del Grupo Socialista Vasco en el Congreso.

La muerte de Nicolás Redondo Urbieta a los 95 años (q.e.p.d.), me ha hecho recordar dos vivencias y el cambio que se produce al vivir en el llamado poblachón manchego. Redondo, ”niño de la guerra”, líder sindical de la margen izquierda de la Ría, miembro del Consejo Consultivo del Gobierno Vasco en el exilio, encarcelado y perseguido fue uno de los pesos pesados del pacto del Betis para que saliera renovado el PSOE de la clandestinidad tras lo que se  consideró el pacto de los vascos (Múgica, Redondo, Benegas) y los andaluces (González, Guerra, Chaves), los del clan de la tortilla. Al benemérito Rodolfo  Llopis, el secretario general del PSOE histórico lo dejaron colgado de la brocha  en Toulouse y en Suresnes (1974) apostaron por Felipe González como líder emergente de un futuro que se abría tras la muerte del dictador.

Recuerdo una vivencia de principios de 1976. La dirección jelkide de aquel momento boreal nos habíamos reunido en casa de los cuñados de Gerardo Bujanda, en un piso entre la calle Mayor y el Boulevard (familiares del hoy diputado Iñigo Barandiarán), y tras la reunión fuimos a cenar con Nicolás  Redondo, Enrique Múgica y Txiki Benegas en el restaurant Aita Mari, debajo de la calle Campanario. Por el PNV estaban Juan Ajuriaguerra, Xabier Arzalluz y quien esto firma que era un pipiolo. El interés de aquel PSE era una acción política conjunta. Manteníamos al gobierno vasco en el exilio, las costuras de la dictadura parecía que comenzaban a abrirse, ETA había decidido seguir con la lucha armada y la experiencia de la clandestinidad y del gobierno vasco de 1936 les impulsaba a ser muy machacones en el eje vertebrador de la política vasca, PNV-PSE. Previamente habíamos decidido convocar el Aberri Eguna en Iruña, como un pulso al régimen, iniciativa que ETA malogró secuestrando y asesinando a Ángel Berazadi.

Lo único que logramos materializar de aquellos buenos deseos fue la candidatura conjunta del PNV con el PSE y ESEI  para el Senado, incluyendo a Navarra en las elecciones de junio de 1977. Nos interesaba que Navarra no se desgajara del planteamiento nacional y por entonces el Comité Central  Socialista Vasco abarcaba asimismo a Navarra. Y no solo eso. Aquel PSE reivindicaba el derecho de autodeterminación como lo hizo en el Aberri Eguna de 1978, ahí está la foto, y nada menos que Rubial, Redondo y Benegas sostenían la pancarta de la marcha en día tan señalado por las calles de Bilbao. Fue el último Aberri Eguna que celebraron. A partir de ese momento el Comité Central Socialista Vasco, desgajó Navarra del resto de Euzkadi, no celebraron nunca más un Aberri Eguna y la visión del país comenzaron a hacerla desde el Madrid de los Borbones. Era normal. Si tu vocación es la política española, apostar por el paisito, como coloquialmente llaman algunos a Euzkadi, dejó de tener sentido.

Nicolás Redondo ha sido enterrado en el cementerio de la Almudena en Madrid. Tras su muerte se le ha reconocido con justicia su trabajo sindical, su enfrentamiento con el partido de gobierno, del que era diputado, la consolidación de la UGT  y su polémica televisiva con Marcelino Camacho  y todo esto ha estado muy bien aunque yo haya recordado un duro intercambio de reproches con él en una recepción. Me echó en cara el  conocido plan Ibarretxe y la deriva que eso suponía llegándome a decir que el PSE con quien debería pactar y hacer política en Euzkadi era con el PP, como se vio con la estrategia conjunta que llevaron  a cabo Mayor Oreja y Nicolás Redondo hijo en el Kursaal en abril 2001. Ante semejantes reproches le recordé aquella cena en el Aita Mari, la celebración de los Aberri Egunak por parte de ellos hasta 1978, la aprobación en Suresnes del derecho de autodeterminación y su presencia sosteniendo aquella pancarta y el desgajamiento de Navarra del resto de Euzkadi en su organización. ”Nosotros no hemos cambiado-le dije-seguimos siendo los mismos y reivindicando  lo mismo. Quienes habéis cambiado en giro de 180 grados habéis sido vosotros e Ibarretxe no reivindica nada que no reivindicabais vosotros”.

No fue fácil aquel encuentro, muy distinto a la relación que habíamos mantenido con él en el pasado así como en el Congreso de los Diputados. El cambio total es una realidad a ser analizada sobre el influjo que causa la capital de España en el ideario de algunas personas. Madrid se ha convertido en una ciudad estado, España dentro de España y en un algo absolutamente perjudicial para una buena convivencia. Por eso vivir allí y optar por hacer política desde Madrid les lleva a los dirigentes del PP y el PSOE a hacer política desde la sombra que proyecta el madroño, algo que tiene poco que ver con la sombra del Árbol de Gernika. Y ahí están los hechos y la filosofía de dos nacionalismos, el español y el vasco. Y esa es la realidad con la que hay que contar.