Estafa sin estafadores

Rato, exjefe de Bankia (¿señor ladrón?).

NO sabría decir si ocurrirá por ser un país declarado hasta pocas décadas como católico confesional, pero parecemos abocados a aquello que dice su doctrina oficial de denunciar el pecado, pero no mentar al pecador. Acaso por esto mismo seamos una comunidad empecatada, pero sin pecadores. Tan real como que vamos camino de vivir un catolicismo sin católicos.

Aunque me venga a la cabeza en otras muchas más ocasiones, al ver esta semana salir de la cárcel con su flamante tercer grado penitenciario al (¿señor ladrón?) exjefe de Bankia, Rato, tuve la sensación de que robar a la comunidad no está mal visto en este país, más aún si coincide con la absolución de 34 directivos de ese mismo banco (la antigua Caja Madrid a coro) responsables del desfalco que a tantos miles de ciudadanos pequeños inversores ha arruinado, que además mantienen una deuda de más de 21.000 millones de euros por las ayudas públicas de su rescate y que previsiblemente nunca devolverán. Solo falta la guinda de cómo nos engañarán/desfalcarán ahora en su fusión con CaixaBank. Será de nuevo, y con gran probabilidad, un nuevo desfalco sin desfalcadores, un robo sin ladrones y un buen fraude sin defraudadores. Vamos, Bankia ha logrado un crimen perfecto, un asesinato sin asesinos ni culpables. Y todo legal. Casi casi como los miles de cargos de libre designación que pululan en los gobiernos central, autonómicos, diputaciones y ayuntamientos, constituyendo un mundo de asesoría sin asesores que se lo llevan puesto en nómina a fin de mes.

Aunque esto sea muy viejo, ahora todavía casa mejor en nuevos tiempos on line de abrazarse sin abrazos, besarse sin besos, comprar sin ir de tiendas… y hasta con fútbol espectáculo sin espectadores.

Pero la banca no es la única que parece que sea un ejército sin soldados ni que vaya a una guerra sin armas ni bajas reconocidas. Porque también percibo que vivo en un país nacionalista, y a excepción de vascos y catalanes que lo reconocemos, parece que los ultranacionalistas españoles no existan, aunque Vox lo intente; de hecho, hasta que ellos emergieron, había un fascismo vivito y coleando, pero al parecer sin fascistas.

Claro que también estamos y hemos estado gobernados muchos años por un socialismo oficial (con F. G. señor X de adalid) sin socialistas, que de su nombre se les cae desde hace tiempo y con harta frecuencia la «s» y la «o».

El colmo se podría alcanzar si se hiciera un referéndum (seguro que lo declararían ilegal) sobre la monarquía o al menos una encuesta seria, donde seguramente comprobaríamos que llevamos viviendo toda una vida bajo una monarquía sin monárquicos, porque ahora hasta el juancarlismo acomodaticio se ha quedado sin juancarlistas, quizá de puritita vergüenza por haberse definido seguidores de un campechano vividor estafador. ¡Triste realidad la de saberse ninguneada! Con razón según el último Índice de Percepción de la Democracia, un gran porcentaje de la población mundial opina que su voz política no tiene relevancia en la toma de decisiones de lo público. Aquí tampoco, como si hubiera elecciones democráticas sin electores.

Es el país al que nos dicen que pertenecemos, un océano sin agua. Acaso porque conformemos una ciudadanía sin ciudadanos ni ciudadanas.

nlauzirika@deia.com @nekanelauzirika

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