Rehenes

Mujeres saharauis reivindicando sus derechos en pleno desierto argelio.

EL detonante en esta ocasión ha sido el señor Brahim Gali, presidente de la no-reconocida República Árabe Saharauí Democrática (RASD). Su tratamiento médico en un hospital español es excusa perfecta para que Marruecos agarre a España por los bajos que más duelen. Dejan la puerta de Ceuta abierta y se cuelan miles de ciudadanos. Aunque de mucho menor entidad, rememoramos imágenes similares a la Marcha Verde del 6/XI/1975, ahora marcha a nado en azul mediterráneo a través del mar. Con el paticorto en agonía y el campechano con sus amigotes negociando su mordida en los acuerdos de cesión de pesca y Fosfatos Fos Bucraa, la jugada le salió redonda al sátrapa marroquí, porque el ejército español abandonó el Sahara con el rabo entre las piernas, supongo que no por propios deseos, sino porque los intereses y suculentos beneficios de unos pocos se impusieron a las obligaciones del Estado con los «ciudadanos españoles saharauíes» de la provincia número 53, a los que arrojó a las fauces marroquíes.

El banco de pesca se negocia con los del sur, se les da lo que piden y ya tenemos a nuestros pescadores como rehenes de cuánto y cuándo quieran pedir más.

Ante el imparable incremento de inmigración subsahariana, España/Europa negocian y «subcontratan» con Marruecos el control de esa frontera, tal y como hacen con Turquía en otra zona. Convertidos en rehenes de este control, hemos de pagar lo que en cada momento estipule el rey marroquí por seguir siendo gendarme de frontera. Añadamos que la propia inmigración de marroquíes está disparada, porque, aunque el poder político y la fortuna empresarial de este rey-dictador y sus empresas sean estratosféricos, la pobreza, el analfabetismo y las deficiencias sanitarias y de desarrollo en Marruecos no son menos astronómicas. Lógico que muchos adolescentes marroquíes al pisar Ceuta griten: «NO-Marruecos; SÍ-España». Ante esta situación, si quien posee la llave de la puerta los tiene como rehenes empobrecidos, les abrirá o cerrará el paso a Europa cuando le convenga.

También se ha convenido pagar a Marruecos para que sea el muro frente al terrorismo yihadista. De nuevo nos convierte en rehenes de que esté contento o se canse para pedir más «de lo mío». Y como EE.UU. también está en esto, ha borrado de un plumazo a los saharauíes (teóricamente pro-socialistas) de la existencia internacional. Más reconocimiento y armas para Mohamed.

No olvidemos que, además, posee la manija de Fosfatos Bucraa, la mayor reserva mundial de fosfatos del mundo. Dato nada baladí, porque el fósforo es el elemento limitante de la vida, como bien sabe este rey, sus acólitos y también Estados Unidos. Con el aumento disparado de la población mundial y la necesidad de alimentos y de abonos minerales para producirlos, los fosfatos serán junto al agua un bien geoestratégico imprescindible.

Me explicaron en clase que los estados nacieron para solventar las necesidades cotidianas de los ciudadanos, nunca para convertirlos en rehenes de usufructo ajeno. Pero no estoy segura de que los estados estén por defender las necesidades ciudadanas de libertad e igualdad por encima de las ambiciones geoestratégicas de unos pocos beneficiados, reyes incluidos. ¡Si Tocqueville levantara la cabeza!

De ser así, cualquier movimiento de población se convertirá en una crisis humanitaria y quien lo controle se erigirá en «chantajista en jefe». Hoy, la manija chantajista del rey marroquí nos convierte a ciudadanos/as europeos (españoles en especial) y marroquíes en rehenes de su «chantaje» geoestratégico permanente, con Ceuta y Melilla como decorados.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika

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