Adiós temprano al doctor Baselga

El oncólogo Josep Baselga en una de las entrevistas que le realicé para @DEiA

Si siempre es triste la pérdida de una persona, y más si es relativamente joven, el sentimiento adquiere otra dimensión cuando, como en el caso del doctor Baselga oncólogo referente en la lucha contra el cáncer, se pierde también a un investigador de referencia mundial contra esta enfermedad.

Josep Baselga, que desde 2019 era director mundial de investigación y desarrollo del área de oncología de la farmacéutica británica AstraZeneca, ha fallecido a los 61 años, víctima de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakobs, una dolencia neurodegenerativa poco frecuente de la que había sido diagnosticado recientemente.

Esta es una de mis numerosas entrevistas, realizada hace unos años con el doctor Baselga en DEIA, del que siempre aprendías algo nuevo sobre el cáncer y sus tratamientos.

Josep Baselga: «En 20 ó 30 años habremos conseguido erradicar el cáncer de mama como causa de muerte»

BILBAO. Siendo el cáncer el enemigo público número uno de nuestra salud colectiva, escuchar al prestigioso oncólogo Josep Baselga que muchos tumores se podrán curar en fechas próximas, eleva el ánimo y abre puertas a la esperanza. Investigación y prevención precoz son las claves que cita para llegar más pronto que tarde a la curación de los cánceres a través de una medicina personalizada, con tratamientos a la carta

Su marcha a EE.UU. coincidió con el recorte de presupuesto del Gobierno central ¿Sigue investigando desde Massachusetts con el Vall d’Hebrón de Barcelona?.

La oferta de Boston es única a nivel mundial. Es la Universidad número uno en cuanto a recursos, en talento; dirigir la División de Oncología -del que posiblemente es el mejor hospital del mundo- es una oportunidad impresionante En el proceso de negociación para irme a Harvard puse dos condiciones: poder continuar con el centro de investigación de cáncer del Vall d’ Hebrón, y con el Servicio de Oncología Médica del Instituto Oncológico Baselga (IOB) en Quirón Barcelona, ahora también en Bizkaia. Y es que el mundo está globalizado. Lo que tenemos en Barcelona es único y complementario de lo de Boston. Y lo de Boston es impresionante. Es como el epicentro de la lucha mundial contra el cáncer.

Es reconocido por su investigación en cáncer de mama. ¿En qué aspecto investiga en Massachusetts?

En cáncer de mama también en terapias nuevas. Allí lo que hay es el esfuerzo más importante de secuenciación del genoma del cáncer. La promesa es el desarrollar fármacos concretos contra cada mutación, cada alteración genética. Es un poco la promesa de la medicina personalizada, del tratamiento a la carta; el 90% de los tratamientos a la carta contra los cánceres han salido del Massachusset General Hospital de Boston. Es el sitio perfecto para poder hacer ese tipo de avances.

¿Qué incidencia tiene el cáncer de mama entre las mujeres de Europa, en Occidente?

Si definimos occidente como las zonas con una elevada renta per capita y con un nivel económico alto es de una de cada ocho mujeres En el País Vasco y en el Estado estamos a 1 de cada nueve o diez. En los países emergentes, la incidencia de este tumor sube rápidamente. Por ejemplo, en China, que había poco, está creciendo muchísimo, al igual que en Taiwan y Corea. Es un mal de la civilización, si así se le puede llamar en lo que estamos viviendo.

¿Es alto su índice de curación?

Con una detección precoz, el de mama es un tumor que se cura en el 90% de los casos. El cáncer de mama lo podremos erradicar en los próximos 20 ó 30 años; dejará de ser una causa de muerte. El cáncer de colon, si se detecta a tiempo, se cura en el 70% de los casos y el de próstata tiene también un pronóstico excelente si se diagnostica en los estadios iniciales. Se empieza, también a tener más esperanzas en los cánceres de pulmón y en los tumores craneales. Sin embargo, existen otros como el de páncreas con una gran complejidad a nivel genético.

¿Hablar de alto éxito de curación no puede hacer bajar la guardia en la prevención?.

Al revés, debe de aumentarla. Este alto índice de curación sólo se da en aquellos casos en los que se diagnostican de manera precoz. Es lo que debe fomentar más el diagnóstico precoz, porque se cura con mayor facilidad cuanto antes se diagnostica. Por eso, el estar con la cabeza debajo de la almohada aquí no funciona. Esto puede representar la diferencia entre vivir y morirse. Las mamografías siguen salvando vidas; las mujeres tienen que ir a sus ginecólogos y no bajar la guardia en las revisiones.

A pesar del alto índice de curación, ¿va al alza? ¿Por qué?

Los tumores de mama van subiendo. El retraso de la edad de los embarazos, la mayor exposición estrogénica -las niñas cada vez tienen la regla antes- son algunos de los motivos. Afortunadamente, ya hemos cambiado el hábito de los suplementos hormonales; había mucho abuso en la posmenopausia o en la perimenopausia. Otro de los factores de riesgo es la obesidad. Cada día comemos más y peor. Y hay que tener en cuenta que obesidad y el cáncer de mama van de la mano.

Dieta, el fumar o beber que tanto han variado en las mujeres las últimas décadas… ¿son factores de riesgo?

Sí. El problema de tabaquismo es gravísimo. En este momento fumar se está convirtiendo en un fenómeno de mujeres. Si esto sigue así habrá más cánceres de pulmón en mujeres que en hombres. Desde que se empieza a fumar como sociedad hasta que aparecen cánceres de pulmón pasan 20 años. Hemos tenido ahora este incremento tan importante de tabaquismo en mujeres y lo vamos a pagar carísimo.

Sabiendo las causas es posible prevenir. ¿Cuál es el nivel del sistema sanitario en prevención? ¿Se podría hacer más?.

Nuestro sistema sanitario en prevención está entre los mejores porque, de forma generalizada, tenemos programas poblacionales de diagnóstico precoz. Quizás se podía hacer más en el cáncer de colon, un tumor frecuente sobre el que la gente no está bien concienciada; desconoce su frecuencia y tampoco sabe que su detección precoz lleva a la mejor curación. Es importante empezar a implementar la colonoscopia. Pero, sí hay una concienciación progresiva de la población que ante cualquier sospecha está acudiendo al médico. La evidencia es que cada vez vemos más pacientes con cáncer de mama en estadios tempranos.

¿Hay en las mujeres conciencia suficiente de la necesidad de prevenir?

Es buena, pero no suficiente. En este tema siempre hay que mejorar.

¿En el cáncer de mama, la detección precoz es sinónimo de curación?

Casi. Hay el 90% de probabilidades. Siempre existe un tumor pequeño, que a pesar de su tamaño, tiene una agresividad biológica inusual; tumores que no acabamos de entender.

¿Sería partidario de rebajar la edad de realización de las mamografías?

Más que rebajar la edad de hacer las mamografías de manera indiscriminada, lo que sí haría es fomentar en la sanidad pública un programa de resonancia magnética en aquellas pacientes de alto riesgo; el cáncer de mama es una enfermedad de gente mayor. Por eso impactan los casos en pacientes jóvenes, pero es de gente mayor

¿Es posible pensar en una vacuna contra este cáncer en un período corto de años?

Creo que no. En cáncer de mama será difícil; las vacunas suelen ser eficaces cuando tienes una causa bien definida como puede ser el cáncer de cérvix, que es producido por un virus. En lo que sí confío es en la manipulación del sistema inmunitario, cada vez entendemos mejor cómo puede regular y actuar contra el cáncer de mama. Son fenómenos de tolerancia. Lo que se genera es una tolerancia contra el cáncer y podemos manipularla y hacer que el organismo se convierta en intolerante contra su tumor.

Eutanasia, un paso más hacia la libertad individual

Ramón Sampedro luchó hasta conseguir morir dignamente

En el largo camino del logro de derechos básicos individuales, hoy se marca un hito con la aprobación de la Ley de la Eutanasia. Frente a quienes la niegan, hoy se erige la posibilidad de elegir una muerte digna; por eso es un derecho, no una obligación. Un derecho a ejercer individualmente con las premisas de respetar las normas que la ley dicte, pero al final un derecho individual que podremos elegir.

Esto es la libertad, poder elegir. Puede que haya muchas personas que a esto lo quieran llamar un asesinato encubierto, pero no veo dónde está este concepto si se respetan los términos de la ley.

Con la ley, se evitarán sufrimientos y prolongaciones artificiales de una vida que, en muchos casos, ya no lo es. Además, como el aborto, hay que insistir en que esta es una norma de voluntariedad, que no es obligatorio y que la ejercerá quien quiera.

Por eso, hoy es un día históricos para los que creemos en la libertad personal responsable.

Esperemos que la gabarra flote

Entre nosotros hay más personas de 65 años que menores de cinco años.

CON frecuencia lo urgente nos impide hacer lo necesario. En diciembre de 2020 nacieron en el Estado 7.200 personas menos que en el mismo mes de un año antes. Al dilucidar si estamos ante algo urgente o solo necesario, reconozcamos que el covid-19 no ha originado la baja natalidad, pero sí la ha agudizado.

Desde 1984 la gabarra surca la ría, yacía oxidada en la dársena seca hasta su reciente reparación; ahora ya flota. Pero no les hablaré de fútbol, aunque esta semana haya sido noticia precisamente este reflote como símbolo de renacidas ilusiones de volver a verla surcando aguas de la ría cantando el Alirón. Tanto como deseamos volver a una vida sin embozo. Porque hace doce meses nos vararon en el dique seco enmascarillados y ahora con las vacunas parece que podríamos volver al agua de la vida social cuasinormalizada. Quizá combinando vacunas, anticuerpos monoclonales y mascarillas flotemos como la gabarra de marras.

Esta pandemia coloca casi todo en óptica de prisma vírico, todos los intereses están bajo el sesgo pandémico. Restricciones, paro, ERTE y ERE, teletrabajo, horario limitado o cierre de hostelería, espectáculos claudicados o de acceso reducido, asistencia sanitaria telemática, ni grupos ni fiestas populares€ nos subsumen como sociedad. Su derivada, aumento de la depresión, ansiedad, separaciones y dificultades de convivencia. Algunas cosas se quedarán y otras volverán a su cauce anterior. Entre las que ya existían y se han acelerado tenemos el drástico descenso de natalidad, un dato mucho más pandémico que la propia infección vírica, una parte de esta sindemia.

En 2020 hubo 337.000 nacimientos frente a 501.000 defunciones. El dato alarmante de largo recorrido es que nacieron 23.000 niños menos, un descenso en constante goteo. Que los expertos lo predijeran por la incertidumbre que genera la pandemia no puede hacernos olvidar que es un problema de fondo existencial. Hay quienes argumentan que somos suficientes los 7.700 millones en el mundo, que en 2050 seremos 9.700. Cierto, pero aquí entre nosotros no solo hay menos niños, sino que hay más personas de 65 años que menores de 5 años. Menos mal que la esperanza de vida está en 83 años, porque si no, en lugar de España vaciada hablaríamos de desierto hispano en una Europa con 42,5 años de edad media frente a los 19,7 en África.

Los expertos hablan de suicidio demográfico, pero no sé si los gobernantes se toman este asunto como la urgencia de las vacunas, con políticas que equilibren la balanza. Me imagino que atraer y regularizar más inmigración sería parte de la solución. Pero hay que preguntarse por qué la edad media para tener el primer hijo es de 32 años y por qué el índice de natalidad es de 1,23 hijos por mujer cuando son necesarios 2,1 para mantener la población. Quizá sea la economía o la incertidumbre frente al futuro o ante otra pandemia, o falta de conciliación familiar con la carrera profesional sobre todo de la mujer, o pérdida del prestigio social que necesita la maternidad o que nuestros jóvenes sean los europeos que más tarde se emancipan porque sufren más paro y trabajo más precario.

Se subvencionan muchas cosas. ¿Tan difícil resultaría afrontar eficazmente nuestra propia pervivencia? Pudiera ocurrir que al intentar reflotar nuestra gabarra social vital no podamos porque no haya quien la arregle ni maneje.

Controlar el covid-19 será lo urgente, pero ¿seguir existiendo como comunidad no se antoja imprescindible?

nlauzirika@deia.com @nekanelauzirika

«La medicina y la ciencia necesitan un #MeToo»

Carme Valls Llobet, experta en medicina con perspectiva de género

A las féminas se nos recetan el doble de antidepresivos que a los varones y cinco veces más ansiolíticos»

«Las religiones y las culturas han culpabilizado a las mujeres; hay que recordarles eso de ‘Chica, tú vales mucho»

«Las mujeres tienen que aprender a pasárselo lo mejor posible en su vida cotidiana; deben recuperar su deseo»

La doctora Carme Valls, feminista

La doctora Carme Valls reivindica que las investigaciones médicas y la medicina en general tengan en cuenta las diferencias de género entre hombres y mujeres. Esta endocrinóloga catalana es experta en Medicina con perspectiva de género y política. En su libro Mujeres invisibles para la medicina (Ed. Capitán Swing), una publicación actualizada de su libro de 2006, la doctora explica que desde entonces se han dado avances, «pero en muchos aspectos, las especialistas seguimos siendo invisibles para la medicina; en otros se nos está dando visibilidad», reconoce.

Las mujeres en los servicios de Medicina son mayoritarias, pero en los puestos de dirección, ¿siguen invisibilizadas?

—En muchos aspectos, sí. Eso quiere decir que al estar la profesión feminizada, todavía el trabajo de la mujer no está lo suficientemente valorado; la mayoría de los trabajos científicos, donde participan principalmente mujeres, están dirigidos por hombres. Y los estudios que se financian si están ellos más presentes tienen más posibilidades de salir adelante.

Desde la primera edición de su libro, ¿cuánto hemos avanzado?

—Hay claroscuros. Hemos avanzado en el diagnóstico de las enfermedades cardiovasculares, también en la detección de la violencia de género; los equipos médicos están bastante preparados para hacer una detección y un acompañamiento de las mujeres que sufren maltrato. Sin embargo, en cuanto a trastornos por la menstruación no se ha profundizado; también están estancados el dolor crónico y el envejecimiento.

¿Por qué no se nos tiene más en cuenta en los estudios científicos?

—Entre otros motivos, porque el hombre lo ha abarcado todo. Considerar que el varón es más importante viene de los griegos, desde Aristóteles. Entonces ya se aseveraba que el espermatozoide débil generaba una mujer y, el fuerte, un hombre. Además, como las mujeres vivimos más años de media que los hombres, ya que tenemos más defensas contra las infecciones, la medicina debe ocuparse de estudiarlos a ellos que mueren antes.

¿Ha ocurrido lo mismo con la pandemia del coronavirus?

—En la covid-19 está sucediendo que se infectan más mujeres; sin embargo, fallecen más varones por encima de los 80 años. Lo cierto es que antes de esa edad, la mortalidad es muy similar entre muchos sexos.

En su publicación habla del sentimiento de culpabilidad de muchas mujeres, que les lleva a trabajar por ser perfectas. ¿Qué hay que hacer para gestionar esa situación?

—Las religiones y las culturas han desvalorizado y culpabilizado a la mujeres. Desde que Eva dio la manzana a Adán; desde que las mujeres africanas tocaran el agua en el Sáhara cuando tenían la menstruación y fueron culpables de que el Sahara se secara. Si hace sentir culpable a una persona la podrás dominar mejor. Por eso cada día hay que decir a las mujeres que no somos culpables de nada. ¡Y que valemos mucho! Eso de Chica, tú vales mucho, de Almodóvar,es válido para remontar la baja autoestima a la que a muchas mujeres se las somete desde muy pequeñas.

¿La ansiedad que nos provoca todo esto conlleva más psicofármacos?

—A las féminas se nos recetan cinco veces más de antidepresivos que a los varones y el doble de ansiolíticos.

¿Es la solución?

—No. Hay que resolver el problema básico: el habernos dicho que hemos de demostrar lo que somos capaces de hacer cada día en todo lo que realizamos. Tenemos que demostrar el doble que los hombres. Para gestionar esta ansiedad tienes que ser consciente de que no tienes la culpa de nada; es el patriarcado quien mantiene estas ideas.

¿Esto conlleva un gran trabajo psicológico?

—Sí. Pero afortunadamente los tiempos están cambiando y las mujeres pueden asociarse con otras que creen que valen por sí mismas. En ocasiones son situaciones duras, pero hay que hacerlas.

¿Es necesario el renacimiento personal de las mujeres?

—En muchos casos, sí. Tienen que recuperar sus deseos y sus placeres; no seguir las indicaciones que les dieron/dan sus padres, sino seguir sus instintos. Todo va más lento de lo que necesitamos las mujeres, pero las féminas tienen que aprender a pasárselo lo mejor posible en su vida cotidiana, porque eso, por ejemplo, también les aleja de las patologías de dolor. Y hablo de la recuperación del deseo y de la liberación personal.

Usted es feminista. ¿Piensa que el movimiento feminista global impulsará los cambios que también necesita la ciencia?

—Noto una gran diferencia desde la primera edición de mi libro hace 25 años. Ahora estudiantes de Medicina y profesionales me escriben para darme las gracias por su publicación. También los medios de comunicación sois más sensibles al tema; nos estáis dado más visibilidad a las mujeres en la medicina y la ciencia. Esto de lo que hablamos era bastante difícil entonces y solo se hacían eco pocos medios, no interesaba a la mayoría.

¿Se atreve a augurar cómo funcionará en los próximos diez años el sistema de salud en cuanto a género y diagnóstico?

—Hace falta voluntad política, pero soy optimista. Hay países que están llevando buenas políticas públicas, como Canadá, donde existen órdenes ministeriales de que no se otorgue dinero público si no se incluyen a mujeres en los trabajos de investigación clínicos. En mi opinión, este es el paradigma del cambio.

Yo sí me manifesté el 8M

La mejor noticia feminista sería que no existiera un 8-M

MARCHARÉ en manifestación, respetando las precauciones que la delicada situación sanitaria actual aconseja, pero marcharé; mascarilla y distancia, pero un año más haré clamar mi voz junto a la de miles de mujeres aquí y millones en el mundo, para reclamar la igualdad de oportunidades.

Hace ya muchos años que en una entrevista Lidia Falcón me contestó que la mejor noticia feminista sería que no existiera un 8-M para recordar la discriminación por género. Sería la manifestación palpable de que la igualdad entre mujeres y hombres se habría logrado y de que ya no era necesario reivindicarla. Pero los años van pasando y la reclamación femenina sigue pendiente, y aún en el hipotético de que a mí no me hubieran discriminado, son tantas las que siguen sufriendo discriminación por el hecho de ser mujer que me manifestaré también por solidaridad. Solidaridad, porque no quisiera que por no haberme importado a mí la suerte de las demás no les importara a las demás la mía si me sucediera.

Solidaridad reivindicativa, porque en 2020 oficialmente fueron asesinadas 45 mujeres. Porque casi la mitad de las mujeres al menos una vez en su vida ha sufrido violencia machista (acoso, agresión física y/o psíquica) y casi medio millón han sido violadas. Solidaridad y reclamación ante la discriminación salarial, porque a finales de octubre un hombre ya habría cobrado lo que una mujer en todo el año en igual trabajo y categoría. Porque en 2020, de 3,5 millones de parados dos millones eran mujeres, siendo España donde más creció el paro femenino. Porque a pesar de haber aumentado las mujeres en puestos directivos, aún no superan el 30%, aunque entre los nuevos licenciados ellas sean más del 60%. Veo las redacciones de los medios repletas de redactoras, médicas y enfermeras copando las clínicas, escuelas infantiles con maestras en todas las aulas, pero las direcciones siguen llenas de corbatas. Porque muchas jóvenes viven el dilema de elegir entre su carrera profesional y formar una familia, en buena medida porque solo dos de cada diez hombres comparten tareas del hogar, cuidado de los niños y de mayores € quedan tantos campos de desigualdad por género para corregir que a veces pienso que corremos una carrera en pos de un sueño y que los sueños son inaprensibles. Mientras, escuchamos halagadoras promesas en voceros públicos que al pasar del tiempo siguen sin cumplirse.

Durante estos meses de pandemia y restricción importante de derechos de manifestación y reunión hemos visto autorizadas manifestaciones de sanitarios, hosteleros, a favor de la libertad de expresión, de fascistas, negacionistas, pensionistas € reuniones y manifestaciones de todo tipo y condición, así que resulta difícil entender por qué en ciertos lugares no se permitirán hoy manifestaciones feministas. Ya quedó aclarado y sentenciado que no hubo causalidad entre las del pasado 8-M de 2020 y la posterior expansión de contagios, de modo que espero que la restricción actual no sea porque los prohibidores consideren necesario tutelar a las mujeres como menores, quizá porque crean que no sepamos cumplir las normas de protección sanitaria como personas adultas. Y mucho menos por causa del viejuno chiste que me recontaron ayer de qué si vais a la manifestación quién planchará hoy.

Por esto mismo, junto con otras muchas yo sí ocuparé las calles nuevamente para reclamar que no haya discriminación por razón de género.

nlauzirika@deia.com @nekanelauzirika