El gusto a la velocidad…

foto: miniaturista.com

Con un pan bajo del brazo dicen que veníamos los niños de antes. Cuando nos comíamos el pan ya teníamos acceso a los medios de locomoción, la goitibera y el patinete.

Las “goitis” se dividían en: buenas, malas y peores. Las buenas estaban hechas con tablas unidas a base de tornillos arandelas y tuercas. Las malas se hacían cosiendo las maderas con clavos, claro, aquello no giraba como tenía que ser, pero funcionaban. Las peores eran las que se hacían de urgencia, todo valía, tablas de cajas de pescado –te quedaba un olorcillo, que todos los gatos del barrio te seguían hasta casa- los rodamientos, que en las buenas eran grandes y bien engrasados, en las peores eran de octava mano, cada uno de un tamaño. El tema era bajar las cuestas lo más rápido posible y como ya sabemos “cuesta abajo, hasta la mier… corre”. Otra cuestión eran los frenos, nosotros usábamos las suelas de las zapatillas para frenar, así que nos duraban quince días –que mala calidad había entonces- alguno fue a casa con la planta del pie bastante dañada, claro, después de dos semanas los “ferodos” habían desaparecido.

Los patinetes eran de tecnología más simple, eran menos peligrosos pero no se sentía la misma emoción que con la “goiti”. Antes de esto estaban los triciclos, pero eso era muy infantil.

Pasada esa época el salto lógico era hacia la bici. Primero con “ruedines”, pasado el tiempo y bastantes sopapos después, te los quitaban, aunque mirándolo bien hay gente bastante mayor que debería volver a ponerlos.

Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro, dicen que son las tres cosas a las que todo hombre debe aspirar, pues yo creo que habría que incluir una más: la de aprender a montar en bici. Si aprendes de mayor corres el riesgo de “engancharte” y entonces lo que puede ser una sana afición se convierte en enfermiza obsesión. Conozco casos en los que el marido está negociando con su mujer el poner un altar en una esquina del salón dedicado a “Santa Orbea”. Hasta ahí podíamos llegar….

Agur