Han sido cuatro las esculturas que el ayuntamiento de Bilbao ha erigido en la presente legislatura: busto de La Pasionaria, escultura dedicada a Verdi, escultura a Unamuno y escultura a John Adams. Me gustan. Se sabe a quién se homenajea. El arte abstracto tiene que ser muy bueno para que agrade. Todo lo que tiene que ser explicado muchas veces, suele ser generalmente un bodrio.
Pronto habrá elecciones municipales. Ojalá la nueva corporación de Azkuna se acuerde que en esta ciudad se creó en noviembre de 1936 la primera Universidad Vasca hace 75 años. Éramos un país sin universidad.
El primer Lehendakari de la historia vasca, José Antonio de Aguirre y Lekube, nació en Bilbao. Concretamente en el Casco Viejo, en la calle La Cruz. Allí fuimos un día y pusimos una placa que al poco fue destrozada. La repusimos. Alcalde de Getxo, había sido jugador del Ahtletic, tocaba el fiscornio, fue Presidente de Acción Católica, hablaba euskera, estudió derecho y con su hermano Juan Mari apostó por la distribución de dividendos a los trabajadores de la empresa familiar, Chocolates Chobil. Con un curriculum así lo lógico era que lo eligieran Lehendakari.
Azkuna es sensible al arte y a la historia. Un buen día le comentamos que Aguirre, siendo de Bilbao, no tenía una estatua en su ciudad. “Hecho”, nos contestó. “¿Quién es el mejor escultor realista del momento?” preguntó. “Francisco López que trabaja en unos murales para una catedral en California”. “Pues ese”. Y ahí está la estatua en la calle Ercilla, con su gabardina y su sombrero, proyectando un cierto aire de desvalimiento, el que le produjo 23 años de exilio. Veintitrés años sin poder ir a San Mamés, a la Viña, a la Basílica de Begoña en agosto, a ver la casa donde había nacido.
El pobre murió triste en marzo de 1960. Y le sucedió Jesús María de Leizaola, un hombre tan culto que en los Consejos de Gobierno sus compañeros le decían. “Tú, hasta el siglo XIX. De ahí en adelante, nosotros”. Había sido funcionario del ayuntamiento de Bilbao, secretario de la diputación de Gipuzkoa, diputado en las cortes republicanas, creador de la Universidad Pública Vasca, Consejero de Justicia y Cultura, represaliado por pedir con un cartel ante Alfonso XIII una Universidad para Euzkadi, lo que le supuso que le llevaran esposado y andando hasta Amorebieta. Y segundo Lehendakari, ésta vez en el exilio.
Le conocí en París. Tenía un despacho que parecía el de un párroco. Le preguntabas la hora y te contaba la historia del reloj. Pero cuando salía a la calle con su viejo sombrero, su gabardina y su paraguas, ahí veías al Lehendakari de los vascos. Todo dignidad y modestia a la hora de coger el Metro e irse a la Biblioteca Nacional a estudiar pasajes de la vida de Enrique IV de Navarra o de doña Toda. Y, con aquel aspecto, lo mismo te escribía un libro de poesías que analizaba la economía de Euzkadi o te contaba con pelos y señales el crack del Crédito de la Unión Minera. Toda una personalidad.
Nos tocó ir a París a buscarlo y volver con él en diciembre de 1979 en un avión fletado para el regreso de su largo exilio. ¡Cuarenta y dos años!. Se dice pronto. En el ínterin le dijo un día a Ajuriaguerra que quería irse a un convento. Se lo planteó después de haber cenado dos veces. “Con ese apetito, no hay convento que te acoja” y en eso quedó toda la crisis.
En Donosti, ciudad en la que nació, no tenía ni una triste placa. Lo hablamos con el entonces Diputado General, José Juan González Txabarri y le encargó una estatua a Xebas Larrañaga. Y quedó muy bien Don Jesús. La iban a colocar en la Zurriola, frente al mar, del que el Lehendakari decía que era como la política. De suelo poco firme. Pero, no sé quien, decidió que mejor estaba en un salón. Y allí está encerrada. Y los donostiarras se quedaron sin estatuta y las palomas sin perchero. Una pena.
Tenemos pues en Bilbao, la estatua de Aguirre, la de Sabino Arana y la de Rubial, pero no la de Leizaola que además tiene una calle al lado del Meliá. Y se lo recordamos a Azkuna. Buenamente, claro está. “Está Bilbao como para encargar estatuas” nos dijo. Pero han erigido cuatro más.
Hace un tiempo le pedimos al rector de la Universidad de Deusto, Oraá, que le pusiera el nombre de Leizaola a la nueva y magnífica biblioteca de la Campa de los Ingleses en recuerdo de que fue Leizaola quien salvó la Universidad y la Biblioteca de los dinamiteros al final de la guerra. “NO”, fue su borde y no generosa respuesta. Nunca le hicieron Doctor Honoris Causa. Sí la U.P.V.
Y sin embargo Leizaola, el 19 de junio de 1937, fue todo un tipo. El periodista del Times, George Steer lo describió así: “Bilbao estaba derrotada, pero el hombre de rostro triste, de traje negro grueso, que la gobernaba, estaba decidido a que su historia fuera diáfana hasta el final. En la Presidencia, al lado del teléfono, esperaba el desenlace. Las líneas de su rostro reflejaban una calma total. Detecté, no por primera vez, en su inmóvil simetría oval, una nobleza, una severidad propia de un carácter excepcional, pocas veces observable en este mundo”.
Bueno, pues este hombre, no tiene una estatua en Bilbao. ¿Hay derecho señores?.
Pues no. No hay derecho. La tienen Tonetti y Verdi y hay hasta algunas mamarrachadas. ¿Por qué no Leizaola para que las palomas tengan un bonito palomar en el centro de Bilbao y recordemos que fue él quien hace 75 años creó la Universidad Vasca?. ¿Seremos algún día europeos de verdad?.
A Bilbao lo que le falta es la mar, playas, miradores, paisajes, que tienen Santander, Donostia, Xixón, y otras ciudades del cantábrico costero.
Las estatuas de los políticos, o sobre los políticos, sobran. No seremos más europeos por tener o dejar de tener la estatua de Leizaola.
¿Acaso con esto estas pensando una estatua o una calle en tu nombre para la posteridad?.
Más estatuas y calles se merecen cualquiera de los miles de bilbaínos y bilbaínas que cada día se levantan a las tantas, o/y recorren kilómetros de carretera a diario sin dietas ni gaitas, y así un largo etc para dar de comer y unos estudios a sus familias, pagar la hipoteca, la luz, la gasolina, etc.
A los políticos ni agua, y menos a los de ahora.
22/04/11
Me gustan mucho sus comentarios, por lo tanto me atrevo a sugerirle que escuche a «You Tube» con la version Irlandesa del Agur Jaunak, merece la pena darla a conocer sabiendo que es un hit en el mundo y que es parte de nuestra cultura.
El DEIA es buen periodico pero corto en informar interesantes actos de nuestra cultura. Da demasiada importancia al futbol, lo que para euskadi es un deporte pero no el mas importante.
Euskadi tiene mucha cultura para dar a conocer.
Escuche la cancion por favor y informe al publico de que en Euskadi no hay solo enemigos si no mucha cultura.
Da Vd. en el clavo. ¿Para cuándo un reconocimiento más que merecido a la figura de D. Jesús María, en forma de estatua? Hace un año aproximadamente pedimos al Alkate Azkuna la estatua para Leizaola, y él, muy atentamente, nos respondió diciéndonos lo que a Vd.: que no había fondos. Sí los ha habido para otras estatuas, bustos y placas. Por las mismas fechas del año pasado también nos dirigimos al Rector de la UPV-EHU, pidiéndole que con todas las reformas y nuevos edificios que están haciendo, la «uni» dedicará un edificio, plaza o espacio al que fuera su precursor, el «Lendakari Zarra». De aquí ni siquiera nos contestaron. Sí, algo le falta a Bilbao… Esperemos ver suplida pronto tal carencia.
Estoy totalmente de acuerdo con usted señor Anasagasti. Bilbao, que es una ciudad enternamente en crecimiento ha creado varias calles en los ultimos tiempos con la gran oportunidad de homenajear a grandes personajes rrelacionados con la villa. Además, quiriendo ser esta una ciudad cultural y representante de Euskadi en el mundo tiene mas motivos para rendir homenaje a algunos de esas grandes personas.
Sin embargo, a mi parecer, el ayuntamiento no esta siendo justo al denominar a sus callejero o a la hora de colocar estatuas. Si es lastimoso que el lehendakari Leizaola no tenga estatua, mas lo es saber que la tienen doblemente el señor unamuno, o personas, de las que no dudo su aportacion a nuestra sociedad, no lo fueron del tamaño de las que hizo el señor leizaola. Aun no me explico como es que el señor Rubial tiene una estatua donde se lee que es el primer lehendakari de la democracia, frente a la llamada puerta de los memorables, junto a la larga calle que lleva su nombre y que el señor Leizaola, habiendo sido lehendakari durante mas de 25 años no tenga los mismo honores. Es francamente lamentable.
Este fue un buen artículo para leer, gracias por compartirlo.