No prestan el Bernabeu como para que nos dejen “El Guernica”

Sábado 14 de abril de 2012

Este pasado martes, en el Senado y por enésima vez, preguntábamos sobre la posibilidad de que «El Guernica» pudiera venir a Euzkadi aprovechando el 75 aniversario del bombardeo de la Villa, símbolo de las libertades vascas. Rajoy le contestó a Zubia que no era posible. El informe de los técnicos lo desaconsejaba. Técnicos de parte que Rajoy sabía iban a impedir el traslado. De Roma viene, lo que a Roma va. Era el mismo Rajoy que en la sede del PP, en 1996, le escuchó decir a Aznar, delante de Rato, Mayor Oreja, Arzalluz y quien esto escribe, «Mi padre nació en Bilbao. Una foto mía en esta ciudad, delante de éste cuadro, pasaría de un golpe la página de la guerra civil”.

El cuadro se llama «Guernica” y lo pintó Pablo Picasso en París para el Pabellón de la República en la Exposición Internacional de aquel año. Lo pagó el gobierno republicano y aquel inmenso lienzo se convertía en una denuncia contra la guerra, la violencia y el terror de una contienda salvaje cuya máxima expresión se había alcanzado la víspera en una Villa abierta, en día de mercado. Ya lo había dicho el General Mola: «Si no os rendís, arrasaré Vizcaya”. Y lo estaba cumpliendo. Otxandio, Amorebieta, Eibar, Ugao, Durango y en ese entonces, Gernika, como banco de pruebas de la Legión Cóndor. Pero allí estaba George Steer, corresponsal del Times, cuya denuncia dio la vuelta al mundo y cuya crónica influyó en Picasso. Y el cuadro se llamó “Guernica», no Madrid. Es lógico pues que nuestro Grupo haya solicitado su traslado un millón de veces. El «Guernica» es un símbolo. Pero el símbolo al parecer solo tiene que estar en España, y Euzkadi no lo es. Esa es la causa de fondo que al parecer impide su traslado.

En 1980, el Parlamento Vasco comenzó sus sesiones en la sala de plenos de la Diputación de Bizkaia. El actual Parlamento no existía y hubo que improvisarlo todo. Comenzábamos de menos cero. Nuestro Grupo tenía 25 parlamentarios y apoyaba al gobierno del Lehendakari Garaikoetxea. El 24 de mayo de 1980, en aquella sesión, todos pedimos que el «Guernica» viniera a Gernika. Fue mi primera intervención parlamentaría, y allí estaba también como representante, el Lehendakari Leizaola, uno de los portavoces, como consejero de Justicia y Cultura, en denunciar la barbarie perpetrada en 1937. Y pidió la palabra, y el presidente Pujana se la dio. E hizo valer su autoridad moral ya que era el superior jerárquico de los pintores Ucelay y Tellaeche, junto a Larrea, que habían intervenido en las conversaciones previas a la pintura de aquel cuadro. Y entre el público, estaba el entonces senador Joseba Elosegui, que aquel 26 de abril era la máxima autoridad militar en la plaza y que en el 18 de septiembre de 1970 y ante Franco, se lanzó en llamas a lo bonzo «para llevarle el fuego con el que aquel miserable había incendiado Gernika». Aquella inmolación cargada de simbolismo, le costó estar entre la vida y la muerte, y la condena de siete años de cárcel. Cuando se lanzó ante el dictador le gritó: ¡Gora Euzkadi Askatuta!.

Además de todo ésto, otras de nuestras inveteradas demandas ha sido que el gobierno español pida perdón por aquella masacre. Lo hizo en 1993 el presidente alemán Román Herzog. Sin embargo es curioso que mientras nos dicen que la transición española no fue una ruptura, sino una mera reforma y teniendo en cuenta que el jefe del estado es quien designó Franco en 1969, nos digan ahora que No, que ellos nada tienen que ver con aquel bombardeo. Tampoco Merkel, ni Helmunt Khol, ni Willy Brandt, ni Herzog, y sin embargo lo hicieron. Es la continuidad de un mismo estado. El actual Borbón, hijuelo de aquella dictadura, debería hacerlo. No lo hará mientras el PP y el PSOE le sigan aplaudiendo sus continuas gracias.

En un Museo con nombre de Reina

Si por algo se caracterizó Pablo Picasso, además de haber sido un gran artista y  una de las cumbres pictóricas del siglo XX, fue por su apoyo a la República. Roland Dumas decía que en su testamento había dejado escrito de forma muy clara que su conocido lienzo podría instalarse en España, cuando volviera la República. Pablo Picasso, ni en su peor delirio, llegó nunca a pensar que un nieto de aquel rey felón, como lo fue Alfonso XIII, se instalaría en la jefatura del estado español de la mano de Franco y fuera apoyado por los socialistas. Por eso, quienes hicieron la operación en 1981 de traer el cuadro desde el Moma de Nueva York, con nocturnidad y secretismo, cambiaron la condición republicana por aquello de “cuando la democracia vuelva a España” y trajeron el cuadro instalándolo en el Casón del Buen Retiro al que adscribieron al Museo del Prado.

Pero, hete aquí, que rizando el rizo y con la misma nocturnidad el intrasladable cuadro fue trasladado en 1992 al Museo de Arte Contemporáneo “Reina Sofía”. El trabajo de un republicano como Picasso pintando un cuadro para lanzar un grito contra los horrores de la guerra y contra la acción internacional que había abatido a la República Española, lo instalan en un Museo que lleva el nombre de la Reina Sofía una señora totalmente anodina en cuanto al arte se refiere y esposa del nieto del monarca cuyas traiciones habían hecho llegar la República. Ahora el director de El Prado, Miguel Zugaza, acaba de pedir que vuelva a su Museo. Señal que se puede mover.

Siempre se nos ha argumentado la debilidad de la tela maltratada por varios desplazamientos sin tener en cuenta que si el hombre llega a la luna y si se puede hacer un trasplante de corazón, mover técnicamente un cuadro de un sitio a otro está dentro de lo técnicamente posible. Pero esa es la excusa. La razón de fondo es que el “Guernica” es un icono del siglo XX y solo puede estar en Madrid, y nada más que en Madrid, porque en el fondo, el que esté en Gernika supondría que no estuviera en la sede de las instituciones de la auténtica España que es Madrid. Y esto no me lo invento. Me lo han dicho. Les he contestado más de una vez que si no consideran a Gernika parte del territorio español estaría muy bien lo dijeran y tan contentos. Pero no lo harán. Ni República, ni Gernika, sino Reina Sofía y Madrid.

El ex director del Reina Sofía, Tomás Llorens lo explicó con claridad:

“El museo es el resultado de un esfuerzo colectivo muy amplio. Empieza durante los últimos años del franquismo, con un claro deseo por parte de los artistas de crear un museo de arte contemporáneo.

“En la necesidad de refundar la colección, el factor decisivo era el “Guernica”. Tanto Saura como Simón Marchán o el propio Plácido Arango, todos coincidíamos en que lo fundamental era el traslado del “Guernica”. Ese debía de ser el núcleo a partir del que debía crecer la colección, con obras de los años treinta, con obras de Picasso”.

Fue un acto de fuerza, de poder. Necesitaban un cuadro emblemático y con todo el peso del estado se lo llevaron en 1992. Y no hay más cáscaras. Sin el “Guernica”, el Museo es una cáscara vacía sin visitantes.

Sin embargo, uno de los hombres claves de aquel traslado desde Nueva York, Javier Tusell, en junio de 1996 fue preguntado por su posible traslado al Guggenheim. Y contestó lo siguiente: «Si hay algún, lugar al que en un momento determinado podría trasladarse, sería al Guggenheim y en su inauguración. Sin embargo cuando se negoció el traslado a España, nos comprometimos con el Museo de Arte Moderno de Nueva York a que no se movería del Museo del Prado. De todas forma, complicado lo tiene el actual Gobierno, porque no se ha cumplido lo que prometimos y ya ha habido un traslado». Más claro agua. De que se puede, se puede.

A falta del cuadro en Euzkadi logramos que el entonces ministro de cultura Javier Solana adquiriera para Gernika una escultura de Henry Moore «Large figure in a shelter». La idea era ir creando en el parque contiguo a la Casa de Juntas un espacio escultórico con artistas de re­nombre. Pero el «Guernica» seguía siendo la gran reivindicación y a tal efecto, el alcalde Va­llejo, con muy buen criterio, destinó una pared con la reproducción en baldosa del famoso lienzo con un pie muy claro: “Gernika, gernikara»..

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En ningún momento los técnicos consultados, muy buenos españoles han considerado instalar el “Guernica” o en Gernika o en el Guggenheim. Y es que España sigue siendo Una, Grande y Libre y sobre todo castellana y madrileña. ¡Pobre Picasso y su fenecida República!.

2 comentarios en «No prestan el Bernabeu como para que nos dejen “El Guernica”»

  1. Siempre adictos al victimismo, ¿eh? Da igual que los técnicos -bajo gobiernos del Psoe o del Pp- hayan dejado claro que el soporte del cuadro, extremadamente frágil (pues Picasso no se planteó al pintarlo una solución a largo plazo), no aconseja el andar llevándolo de un lado para otro, lo importante es recalcar, una y otra vez, que Madrid «no quiere prestarlo» (digo yo que los técnicos, que son funcionarios de plantilla y no dependen de los colores del gobierno de turno, saben de lo que hablan y no responden a presiones políticas; máxime cuando a cualquier primer ministro le vendría de perlas prestarlo y acallar las jeremiadas de los de siempre). O, como vino a decir el ínclito señor Arzallus, «en Madrid tienen el arte y nosotros sólo las bombas». Pues digo yo que si los corajudos gudaris hubieran plantado cara a las tropas de Franco con el valor y el aguante que lo hicieron los milicianos en Madrid, quizás otro gallo hubiese cantado. Porque, para bombas, la que cayeron sobre la capital, que tanto Bilbao como Barcelona, qué pronto se rindieron. Pero el que llora primero, llora dos veces ¿o no?

  2. Iñaki, dimita – es es sentido-, usted no vale para criticar sobre arte. Deje de decir chorradas cuando no sabe, de entrada, entender a Basterretxea, que es enorme. Y si usted no entiende a Basterretxea, si usted no alcanza a entender sus explicaciones, si usted cree que hace los títulos después de la obra, si usted cree que sus esculturas no son expresiones posteriores a sus reflexiones…usted no está capacitado para entender a Picasso. Porque tela marinera, hacen falta unos cuantos gin-tonics para metafisicometarifizar con Picasso. Se lo digo de verdad…yo entiendo todas las explicaciones de Basterretxea, de Picasso pocas.

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