Exposición sobre el Centenario de Emakume

Miércoles 5 de octubre de 2022

Recuerdo que cuando el partido salía de la clandestinidad, Juan  Ajuriaguerra dijo que había que reorganizar Emakume, para que Emakume dejara de existir. Quería decir que la mujer al estar preterida necesitaba una plataforma como había sido Emakume en tiempos de la República, para que la mujer ostentara el espacio que le correspondía. No se hizo, y creo fue un error. Solo desde la última década hemos visto una presencia cada vez más activa en el EAJ-PNV en los cargos públicos. Por eso es bueno acudir a esta exposición tan trabajada por un equipo pero en las fotos por Marian Elorza, de la Fundación Sabino Arana, que no ha sido nombrada y lleva en esto tres meses trabajando día y noche.

El Centro Cultural Aiete de San Sebastián acogerá la exposición ‘EAB 100 urte. Emakumeak Aberria eginez’ que conmemora el centenario de Emakume Abertzale Batza (EAB). La muestra, que será inaugurada este próximo viernes, está promovida por el Museo del Nacionalismo Vasco de Sabino Arana Fundazioa.

En el acto de inauguración participarán las comisarias de la exposición Karmele Pérez Urraza, Begoña Bilbao Bilbao, y Gurutze Ezkurdia Arteaga (UPV/EHU-Grupo de investigación Garaian- Facultad de Educación).

La exposición se enmarca en los actos organizados este año por el Museo del Nacionalismo Vasco de Sabino Arana Fundazioa para conmemorar el centenario de la constitución de EAB, que nació en 1922 como grupo de mujeres creado al amparo de Euzko Gaztedia. 

La muestra pretende ofrecer un homenaje a «la labor patriótica desarrollada por dicho organismo en diversos ámbitos», según han señalado desde la Fundación Sabino Arana. La exposición se compone de 24 paneles, divididos en seis grandes bloques temáticos. 

En estos bloques se recogen tanto la labor como el pensamiento desarrollado por la asociación durante todo su recorrido –inicios de EAB, florecimiento de EAB, doctrina ‘Jaungoikoa eta Lagi Zarra (JEL)’, EAB y la educación, EAB y la asistencia social, y EAB durante la guerra y el exilio–.

Con ‘EAB 110 urte. Emakumeak Aberria eginez’ se pretende «visibilizar las actividades realizadas y las experiencias vividas en favor de la patria». «Aquellas mujeres hicieron una apuesta por un nuevo modelo de sociedad, impulsando múltiples iniciativas y trabajos», han subrayado desde Sabino Arana Fundazioa.

No tan loco

Martes 4 de octubre de 2022

Ha fallecido Jesús Quintero, más conocido como El Loco de la Colina. Tras su muerte recordaba con Román Sodupe la entrevista que le hizo, con sus silencios y preguntas distintas. Todo un género. Tuve la suerte de conocerle y llevarle, tras un programa en Madrid a su hotel, un hotelito sencillo, ya que Quintero, un hombre que lo había ganado todo, tenía un agujero en el bolsillo. Un tipo original cuyos monólogos tenían más doctrina que la biblia. En definitiva un periodista con personalidad de los que surgen muy de vez en cuando.

Hace tiempo vi un programa de Jesús Quintero, el Loco de la Colina. Me gustaban sus entrevistas y lo que dicen sus entrevistados. Era original. Me gustaban sus monólogos. Decía verdades como puños.

En uno de ellos habló de la paz. Y dijo algo así: «Si quieres la paz, pon paz, Si quieres la paz, no hagas la guerra, no insultes, no hieras, no abuses, no grites, no seas un capullo, no digas palabras malsonantes. Ama y respeta a tu prójimo como a ti mismo, y si no te quieres nada, más que a ti mismo».

Como se ve nada nuevo, pero dicho por el Loco en prime time y con convicción sonaba bien.

Como Ramón Serrano, un editor catalán, casi nonagenario que cada día escribe un poema y los manda por la red. Me editó el libro “Extraños en Madrid” y este es el poema de hoy  que resume muy bien lo que fue Jesús Quintero.

“EN LA COLINA 

In memoriam 

Esta noche hay un sabor amargo

tras los cristales de mi ventana

esta noche sopla un viento callado

las hojas quietas

sobre silencios largos

la calle se desliza

como una lágrima

por la mejilla muerta de un hombre honrado

¡Ponedle un foulard

que no se resfríe!

ahí afuera está todo congelado.

Ramón Serrano

4 octubre 2022”

El Lehendakari Leizaola visto por su nieto y por Arzalluz

Domingo 2 de octubre de 2022

El pasado 12 de septiembre, sin apenas eco informativo, se inauguró  en Donostia la estatua de D. Jesús María de Leizaola, segundo Lehendakari de la historia de Euzkadi. Donostiarra, jefe de Hacienda del Ayuntamiento de Bilbao, diputado por Gipuzkoa, Consejero de Justicia y Cultura del primer Gobierno Vasco, creador de la Universidad Vasca, perseguido, exiliado y tras la muerte del Lehendakari Agirre en Paris (1960) segundo Lehendakari de nuestra historia. Regresó del exilio en diciembre de 1979 y falleció en Donostia diez años después con 92 años. Si una personalidad de esta categoría y envergadura no tiene derecho a una estatua, que venga Rodín y que lo vea. Cuando falleció, el gobierno Ardanza y concretamente el Vicelehendakari Azua, organizó las exequias con exposición del féretro en la Diputación de Gipuzkoa, visita de personalidades y público, procesión por las calles hasta llegar a la Iglesia de Santa María y entierro en Polloe. Todo  muy sentido, serio e Impecable.

La escultura es obra del artista Xebas Larrañaga y fue encargada por el Diputado General de Gipuzkoa, Joxe Joan González de Txabarri  e inaugurada ante la presencia de todos los Lehendakaris (Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe) el 13 de junio de 2007. Y desde entonces e incompresiblemente había estado casi 15 años en el  Patio de Honor de la Diputación cuando su lugar era la calle y mirando al mar. Leizaola decía que la política era estar en cubierta de un barco, donde todo se mueve, y no  en tierra firme. Ahora  su escultura está en el Puente de Santa Catalina, en la Plaza Euskadi. La Diputación la ha donado al Ayuntamiento.

Hubiera sido adecuado haber contado previamente con la agenda del Lehendakari Urkullu para que acto de tanta trascendencia en la ciudad lo presidiera él. Estuvo el Lehendakari Ardanza, pero no los Lehendakaris  Garaikoetxea, Ibarretxe y López. No se inauguran estatuas todos los días y ésta tenía especial valor. Sí estuvieron representantes de todos los partidos, pero no los alcaldes previos y los Diputados Generales ni tampoco González de Txabarri que fue quien la encargó. Y es una lástima pues una estatua es un homenaje a la trayectoria de toda una vida y la puesta a la vista pública  de un referente.

Xabier Arzalluz opinaba así del Lehendakari Leizaola tras su regreso en 1979 y para el libro de Carlos Blasco.:

“Tenemos entre nosotros a Leizaola, como una roca. 85 años. Con la mente lúcida, entera, repleta. Firme y fresco como un abedul. Con el es­tómago como una caldera de remol­cador. Lo sabe todo. Recuerda todo. Pero se niega a escribir sus memo­rias.

Leizaola tuvo un gran handicap. El haber tenido de antecesor a un Aguirre. No tanto por las indiscuti­bles cualidades de líder de acción que poseyó José Antonio. Sobre todo, porque Aguirre vivió con apo­yos importantes y pudo desplegar una acción importante. Aquel hom­bre, de un optimismo inquebrantable, murió abatido. O lo mató el aba­timiento de la traición y del aban­dono político. El pueblo vasco no debe olvidar a Aguirre. Pero tam­poco debe olvidar la circunstancia política que causó su muerte y la gran decepción de los nacionalistas vascos. Porque es toda una dura lec­ción política para un pueblo inge­nuo.

Leizaola heredó la decepción co­lectiva y el ostracismo político. Veinte años con las manos atadas manteniendo el testigo de la legiti­midad. Hasta que murió el dictador y comenzó un nuevo periodo polí­tico. Uno tras otro murieron todos sus compañeros nacionalistas miem­bros del Gobierno vasco. Y Dios le dio larga vida para entregar el tes­tigo a Garaikoetxea en Gernika.

Frente al activo Aguirre, al tem­peramental e impulsivo Irujo o al duro y tenaz Ajuriaguerra, Leizaola pasa por «avefría». Pero Leizaola no solo fue el único alto funcionario del equipo nacionalista. No solo ha sido el político cauto, ordenado, acos­tumbrado a la objetividad y al metó­dico curso procesal de los expedien­tes. Es, además, un poeta sensible. Hombre de una profunda afectividad, soterrada en una amplia per­cepción del sentido de la Historia. Un contemplativo e intérprete de la Historia. Imperturbable. Desesperante para quienes se acercan a él en busca de recetas de acción. Pero ina­gotable para quienes buscan solu­ciones inmersas en una perspectiva histórica. De la que por cierto tan ayunas están las nuevas generacio­nes.

Leizaola, en su ancianidad, es como una roca azotada por el mar. Vivió en su entorno infantil el eco de las guerras carlistas, de la des­trucción de San Sebastián. Fue pro­tagonista destacado de la hecatombe del 36. El último miembro del Go­bierno en evacuar. Bilbao. Padeció muy de cerca la segunda guerra mundial. Cristiano, occidental (pero con gran respeto a los rusos), demó­crata, honesto y conciliador. Y un mensaje final a nuestro pue­blo: «Que tenga esperanza y que sepa que del trabajo sale todo”.

En 1979, fletamos un avión de Aviaco para traerlo desde Paris. En una de las fotos aparecía el Lehendakari y a su lado un crío, Xabier Bindel Leizaola, hijo de Estibaliz, una de las seis hijas del Lehendakari, jugando con el sombrero de su aitona. En la actualidad es un alto ejecutivo de JP Morgan, siendo Coordinador de Banca de Inversiones en Tecnología para Europa, Oriente Medio y África. En el acto de Donostia dirigió unas palabras a los asistentes. Como no me vio en la inauguración tuvo la gentileza de enviarme su discurso del que reseño su parte final por falta de espacio y con el que termino este trabajo.

“Este hombre que miramos ha encarnado a Euskadi.  Para muchos, era una evidencia, un motivo de orgullo, un fermento de unidad. Pertenece a un linaje de individuos que son las luces nunca apagadas de nuestro imaginario colectivo, de un orgullo cultural, de la identidad misma de Euskadi. Por supuesto, somos hijos de nuestros recorridos individuales, de los acontecimientos de nuestro tiempo. De las evoluciones de nuestras sociedades, pero también llevamos en nosotros la memoria de quienes han hecho historia.

Frente a esta herencia tenemos una responsabilidad común de hacerla vivir en el presente, y eso es lo que hacemos hoy.

Al colocar aquí una estatua en honor del Lehendakari Jesús María de Leizaola, la ciudad de Donostia da el mejor testimonio de sus altruistas aspiraciones, y muestra la importancia que ocupa en el patrimonio Donostiarra y vasco.

Mientras una corriente de censura se eleva en naciones vecinas, mientras se desmontan estatuas para borrar la historia, incluso rehacer la historia, vosotros depositáis una, aquí en Donostia. Porque vuestra historia es bella, excepcionalmente rica y admirada, porque es fuente de orgullo, porque alimenta vidas interiores y da un alma a Euskadi.

Vuestra presencia conjunta Lehendakari, Diputado general, Alcalde y Autoridades demuestra que la cultura y la transmisión del patrimonio cultural es una misión compartida, que concierne a todos y que debe ser radiante.

Y cuando hablamos de cultura, no se trata de lo que ha pertenecido al vasto campo de lo que ya no existe.  Por el contrario, esta estatua colocada en medio de todos suscitará la legítima curiosidad de los habitantes de Donosotia.  Suscitará el diálogo entre una persona inspiradora del pasado y las del presente.  Será un puente entre épocas.  Será pues un monumento viviente.

El artista Xebas Larrañaga ha sabido crear una obra imponente, que consigue inmortalizar un carácter a la vez que una actitud, un hombre sereno paseando por esta ciudad con su reconocible sombrero.

También estamos invitados a ver en este bronce el símbolo de la llama que habitaba Leizaola, que le animaba en sus reflexiones y ambiciones, la llama de su mirada, los que la han visto, y yo soy uno de ellos, no la olvidan, iluminaba, hacia entrar en calor, guiaba a los que la conocieron.

Es un homenaje para todos los que han sabido, en el momento más duro de las pruebas, dar a un pueblo abatido una voz, una voluntad, una esperanza.  Es un hombre para quien hizo vibrar cada letra de la hermosa palabra “Euskadi”, para quien tomó parte en un sobresalto colectivo. Es un homenaje también para el hombre apasionado por esta tierra, portador del ideal más exigente: la unidad y la integridad de Euskadi.

Señoras y señores, pueda el recuerdo de Leizaola alumbrarnos aún durante mucho tiempo.  Que, en su entorno, patriota, puro patriota entre los más puros, defensor de los valores democráticos, inclusivos y plurales, puro patriota entre los más puros, defensor de los valores democráticos, inclusivos y plurales, puedan reunirse quienes viven en el respeto de las grandes horas del País Vasco, cuando algunos llevaban la historia y la democracia de este país y prologaban su eternidad.

Los transeúntes se inspirarán en ello, es vuestro deseo, es nuestro deseo, el respeto y el culto de quienes contribuyeron a elevar a Euskadi, de quien debe, a su vez, asegurar el futuro y continuar la historia.

Eskerrik asko”.

NB. ¿No creen que esta inauguración debería haber sido un inmenso homenaje sin exclusiones?.