No sé si ustedes recordarán la escena. Sucedió hace dos años y tres meses. El PNV había ganado las elecciones de marzo, e iniciaba la ronda de conversaciones con el partido socialista que había quedado en segundo lugar. La reunión fue convocada en Sabin Etxea y además de Iñigo Urkullu y los cuatro presidentes territoriales, se encontraba el lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe. La escena, que recuerdo con nitidez, fue ver en todas las televisiones ir acercándose a Sabin Etxea, por la Plaza Albia y a manera de los hombres de Paco a Jesús Eguiguren, Rodolfo Ares, José Antonio Pastor, Iñaki Arriola y Txarli Prieto. Llegaron pues pisando fuerte y seguros de lo que hacían.
El EBB les propuso un pacto de gobierno en Euzkadi con su correspondencia en Madrid en un gobierno de coalición presidido por Ibarretxe. El pacto se extendía a las Juntas Generales y al apoyo del Grupo Vasco en las Cortes en Madrid para sacar adelante un programa. Previamente, en los mentideros, se había comentado que el PSE podía estar dispuesto a ello pero solicitando al PNV que cambiara su candidato a Lehendakari; que en lugar de Ibarretxe fuera otra persona. Pero tras la propuesta del PNV de un acuerdo programático, tomó la palabra Jesús Eguiguren y de forma categórica dijo a los presentes:
“Se dice que ponemos en cuestión a la persona del Sr. Ibarretxe para mostrar nuestra negativa a colaborar con ustedes en lo que nos proponen. Y no es así. Nuestra objeción de forma y fondo no es con el Lehendakari sino con el PNV, por lo que no aceptamos su planteamiento”. Y de esa forma se verbalizó lo que desde la noche electoral había sido casi una evidencia. Un frente político llamado “constitucionalista” entre el PSE y el PP, tomando como argumento la existencia de la violencia en Euzkadi, como si el PNV fuera responsable de la misma, o como si la cúpula del PSE en su día no hubiera montado una violencia paralela para combatir a ETA bajo las siglas del Gal. Y así se consumió aquel “golpe institucional” que rompía una tradición de acuerdos entre el PSE y el PNV desde la discusión del Estatuto, tras haber corregido con aquella discusión estatutaria, aquel otro golpe dado al PNV y a la figura de Juan de Ajuriaguerra en 1978 al apoyarse en UCD para elegir a Ramón Rubial como primer presidente del Consejo General Vasco. Conviene también recordar como se traicionaron todas las apuestas con Navarra tras haber ido juntos en el Frente Autonómico en 1977.
Al muy poco vino todo lo demás. No se respetó la candidatura de Izaskun Bilbao como la persona a presidir el Parlamento Vasco y se apoyó, por parte del PSE, a una parlamentaria gipuzkoana del PP, que no sabía euskera para esta representación. Y al poco y teniendo mejor derecho, se le quitó a Paulino Corcuera como senador para apoyar al PSE a la candidatura del PP al Senado, dejando al Grupo Vasco en el Senado en situación harto precaria que le hizo pactar con el Bloque Nacionalista Gallego para no perder su Grupo Parlamentario.
Y todo esto, sin haber existido un mínimo reconocimiento público ni privado por parte de Patxi López al PNV por haber ganado las elecciones. No parece ser lo fuerte del Sr. López felicitar al adversario, ni reconocer errores propios. De hecho, en esta ocasión ha tardado diez días en hacer una mínima autocrítica sobre la deblace electoral sufrida por el PSE en las últimas elecciones municipales y forales. Por lo menos Odón Elorza, dimitió como alcalde. Patxi López sin embargo no apareció la noche electoral sino que tras su fracaso se metió de redentor en el PSOE para decirle a Zapatero que convocara un Congreso. Toda una conjura contra el presidente que le había aupado a la Lehendakaritza en los momentos de mayor penuria política para el político leonés. Todo un amigo.
Ahora, tras una breve reflexión, nos anuncian una Conferencia, después de la del PSOE, para analizar como volver a sintonizar con la gente que le acaba de dar la espalda. Lo tienen claro. En Navarra permitirán a la derecha gobernar; en la margen izquierda, algo incomprensible, se apoyarán en el PP para lograr ayuntamientos y en Araba pagarán al PP su apoyo al gobierno de Patxi López. El PP, con un mal resultado electoral en el conjunto de Euzkadi, sigue condicionando la política del gobierno de López, que es quien manda en el Frente. Y ahora, como no da la suma PP más PSE, Egiguren propone un pacto con el PNV. Pero Basagoiti le dice en su más desvergonzada afirmación: “Espero que el compromiso de López a no pactar con Bildu sea más verdad que cuando López dijo que no pactaría con el PP”.
Cuando un partido se vacía de ideología, y no quiere que haya “excursiones” a Madrid para lograr cosas que refuercen Euzkadi. Cuando se tienen celos propios de un agudo complejo de inferioridad. Cuando da lo mismo pactar con el PP, y se veta a Bildu, tras haber dicho que sería bueno concurriera a las urnas. Cuando funcionan como un boxeador noqueado sin planes ni liderazgo, es normal lo que están viviendo.
En nuestro caso seguimos teniendo claro que hace dos años les propusimos gobernar Euzkadi con acuerdos en Madrid pero siguen sin analizar objetivamente en qué situación se encontrarían unos y otros de no haber transitado el atajo de pactar con un PP con el que están a matar en España, por el simple placer de llegar a Ajuria Enea sin haber ganado las elecciones. De aquellos polvos, estos lodos.
Mientras, en la actual situación peculiar en la que nos encontramos, con un poder débil en Madrid trabajamos para logar dos cosas: desarrollar totalmente el estatuto de Gernika y tratar de que el PP no tenga dentro de un año mayoría absoluta en las Cortes Generales, porque si ésta se produjera, no habría ni Bildu, ni Sortu, ni estatuto, ni competencias, ni nada. Aznar nos vacunó.