Se nos ha ido Antón Ormaza. Uno de esos hombres de los que Bertold Brecht decía era de los imprescindibles. Buena gente, comprometido, luchador, desobediente ante la imposición, humano, de los que en una casa son los cimientos, no el balcón.
Supe de él por una información aparecida en la revista clandestina GUDARl. Allí se le veía en el monte rodeado de gente joven a los que arengaba para que no bajasen la guardia en medio de aquel túnel. Y le conocí unas navidades en las que Txomin Saratxaga me acompañó a visitarle en su casa de Bermeo. Una casa muy conocida por la policía. Sabían que era uno de los jefes de la resistencia.
Fui elegido con él burukide del Bizkai Buru Batzar en febrero de 1977. Un Bizkai presidido por Ajuriaguerra con Arzalluz, Sabin Zubiri, Kepa Sodupe, Iñigo Aguirre, Josu Bergara, Sabin Intxaurraga,y Juanjo Pujana. Y cuando Ajuriaguerra fue elegido diputado tras las elecciones de junio de 1977, le elegimos presidente de aquel colectivo que tuvo dos encomiendas importantes: la Constitución en 1978 y el Estatuto de Gernika en 1979. El no quería votar afirmativamente a la Constitución. Quería el no. Al final quedó en la abstención. Y luego una gran bronca innecesaria que nos enfrentó a unos y otros y que vista con la perspectiva del tiempo, solo sirvió para debilitar al nacionalismo.
Le homenajeamos a nuestra manera en Sukarrieta en junio de este año. Le esperamos en el cementerio de Sukarrieta donde reposan los restos de Sabino Arana y allí le hicimos el paseíllo hasta la tumba deI fundador del nacionalismo. Luego, en Mañuas en la comida, acudió a los postres y como no podía hablar, su hijo Ruper, lo hizo por él.
Se nos ha ido una referencia, un hombre de bien, un abertzale, uno de los líderes cuando apenas había líderes, uno de esos hombres clave para saber que pasó aquí bajo aquella oprobiosa dictadura. Se nos ha ido Antón.