Cantautores y políticos en la hora de su muerte

No voy a decir nada nuevo, ni mejor, que no se haya dicho tras el fallecimiento el sábado de Xabier Lete. Solo quizás apuntar que, bajo el franquismo, en la emisora clandestina Radio Euzkadi que funcionaba en onda corta desde Venezuela era, junto a Benito Lertxundi, uno de nuestros favoritos a la hora de transmitir una cortina musical que servía de separación entre los editoriales y los informativos. Posteriormente le vi y oí de lejos, le leí sus reflexiones sobre la vida y la muerte,  sobre la cultura vasca, el euskera, el nacionalismo y las raíces de su pueblo. Era una persona seria y profunda. Toda una referencia  intelectual y emocional y por consiguiente todo lo que se ha dicho en la hora de su muerte como homenaje siempre será poco. Es bueno que las nuevas generaciones valoren el hecho de que lo que tenemos en la actualidad es fruto de pequeñas y grandes conquistas en las que Lete ha tenido papel preponderante,  no solo bajo el franquismo sino también en democracia.

Por eso desde el viernes en ETB,  en todas las radios, y  periódicos vascos y estatales,  en las ventas de CD y discos y  en la Feria de Durango, toda la vida de Lete y sus canciones ha ido pasando y hemos ido recordando todo lo que este intelectual supuso para la cultura de este país. La familia Lete, a pesar de su dolor, debe estar reconocida  y satisfecha del tratamiento, merecido tratamiento, que se le ha dado a su deudo, aunque todo sea poco. Y no me quejo por ello, todo lo contrario. Lo que se haga por Lete, se hace por la cultura vasca.

Me quejo  en otra derivada y por comparación de los jefes de informativos de este país y de su calculada  incultura política, de la mayoría de ellos, cuando el deceso es de un político y no sé si por esta razón, o por falta de valoración o por el que dirán, el tratamiento no es el mismo y debería ser lo mismo que se hace con un poeta. Y pongo ejemplos.

Hace mes y pico falleció Antón Ormaza un hombre comprometido en la lucha por su pueblo. Su acción política clandestina fue perseguida y dio con los huesos en la cárcel más de una vez haciéndole la policía la vida imposible. Pero él perseveró y luchó por una sociedad democrática y por la recuperación del euskera y la cultura vasca perseguida. Fue miembro y presidente de la ejecutiva del PNV en Bizkaia, estuvo en el EBB, en EA, en la Fundación Hermanos Arana Goiri. La historia de la resistencia a la dictadura en Bizkaia no se puede escribir sin las letras de oro de Antón Ormaza. Y eso así durante muchos años.

Pues bien. Antón falleció y salvo Deia que le dedicó su portada y varios reportajes y artículos, tanto en las radios como en ETB la información parecía la de una huelga en servicios mínimos. Lo imprescindible, no fuera ser que los jóvenes descubrieran que bajo el franquismo había habido un elenco de hombres y mujeres de honor que lucharon por su pueblo con su entrega y ejemplo. Y eso no ocurre en los países que valoran su historia.

¿A qué podemos atribuir ésto?.

A muchas cosas pero la peor es a la indiferencia hacia lo político como algo que mancha o algo de lo que no se puede hablar bien ni en el supremo momento de la muerte, aunque también a una clase periodística vasca muy inculta e insensible. Desgraciadamente.

Y no pretendo contraponer a Lete con Ormaza. Ya lo he dicho. Todo lo que se está haciendo con Lete está muy bien y lo aplaudo. Todo lo que no se hizo con Ormaza, lo deploro y lo critico, porque este país necesita ejemplos de políticos honestos y entregados y no la basura informativa sobre políticos venales que se venden al mejor postor. Pero mientras no tengamos medios serios que sepan valorar estas dos cuestiones, la cultura y la política, seguiremos caminando siempre por la cuerda floja de lo superficial.

G.B. Xabier Lete. Que tus canciones y poesías nos sigan recordando el trabajo de un hombre de bien. Como Antón Ormaza. Y los miles de Antones muertos en el silencio.

Agur, Anton

1978 Anton Ormaza en el Batzoki de Barcelona

Se nos ha ido Antón Ormaza. Uno de esos hombres de los que Bertold Brecht decía era de los imprescindibles. Buena gente, comprometido, luchador, desobediente ante la imposición, humano, de los que en una casa son los cimientos, no el balcón.

Supe de él por una información aparecida en la revista clandestina GUDARl. Allí se le veía en el monte rodeado de gente joven a los que arengaba para que no bajasen la guardia en medio de aquel túnel. Y le conocí unas navidades en las que Txomin Saratxaga me acompañó a visitarle en su casa de Bermeo. Una casa muy conocida por la policía. Sabían que era uno de los jefes de la resistencia.

Fui elegido con él burukide del Bizkai Buru Batzar en febrero de 1977. Un Bizkai presidido por Ajuriaguerra con Arzalluz, Sabin Zubiri, Kepa Sodupe, Iñigo Aguirre, Josu Bergara, Sabin Intxaurraga,y Juanjo Pujana. Y cuando Ajuriaguerra fue elegido diputado tras las elecciones de junio de 1977, le elegimos presidente de aquel colectivo que tuvo dos encomiendas importantes: la Constitución en 1978 y el Estatuto de Gernika en 1979. El no quería votar afirmativamente a la Constitución. Quería el no. Al final quedó en la abstención. Y luego una gran bronca innecesaria que nos enfrentó a unos y otros y que vista con la perspectiva del tiempo, solo sirvió para debilitar al nacionalismo.

Le  homenajeamos a nuestra manera en Sukarrieta en junio de este año. Le esperamos en el cementerio de Sukarrieta donde reposan los restos de Sabino Arana y allí le hicimos el paseíllo hasta la tumba deI fundador del nacionalismo. Luego, en Mañuas en la comida, acudió a los postres y como no podía hablar, su hijo Ruper, lo hizo por él.

Se nos ha ido una referencia, un hombre de bien, un abertzale,  uno de los líderes cuando apenas había líderes, uno de esos hombres clave para saber que pasó aquí bajo aquella oprobiosa dictadura. Se nos ha ido Antón.