El tufillo real entre inmunidad e impunidad

Mañana será puente sabroso para la mayoría mientras unos pocos bien situados celebran la fiesta de la Constitución. En el brindis al sol del preámbulo constitucional habla de orden económico y social justo, se cita la digna calidad de vida y un Estado de derecho bajo el imperio de la Ley.

Más adelante, en el Título II, art. 56.3 y en contradicción flagrante con el preámbulo, nos avasallan con la inviolabilidad y carencia de responsabilidad del rey. Esta inmunidad que los redactores del texto entendían solo en el ejercicio público de su cargo, ha devenido con los años/lustros/décadas en un deslizamiento paulatino hacia la impunidad total para todos sus actos… personales y del resto de la prolífica familia real; todo ello con el entusiástico apoyo de un grupetto político-mediático (psoe-exrepublicano al frente) a modo de corte en la sombra amparadora.

Cuentas opacas, enriquecimiento desmesurado, más que probables fondos en paraísos fiscales, tropelías cinegéticas y medioambientales, exabruptos públicos hacia sus contrarios y detractores, amoríos, rupturas y borbonadas… son con casi total probabilidad tan ciertos como ocultados a la opinión pública por los medios, amaestrados unos y amenazados otros si lo airean. Hay quien dice que las reales gafas oscuras no solo ocultan el moratón del portazo sino la vergüenza de la pillada al yerno, lo que a él nunca le sucedió. Este preámbulo es para tratar de comprender y dimensionar la magnitud del escándalo en el que está involucrado el señor (es un decir) duque Urdangarin.

Aunque su habilidad con las manos fuera olímpica, no parece ser tanta como para urdir él solito un tinglado de succión/desviación y apropiación de fondos económicos de variopintas procedencias para engrosar su cuenta por medio de sociedades presuntamente sin ánimo de lucro, con el muy probable paso subsiguiente de lavarlo en negro y/o llevárselo a paraísos fiscales. Es difícil aceptar que tamaño tinglado de latrocinio económico a las arcas públicas haya sido urdido por banqueros y políticos baleares y valencianos solo con la palabra del consorte principesco sin el aval en la sombra de la corona. Un visto bueno que ahora tratarán primero de negar y después de ocultar, en el tránsito real habitual de inmunidad a impunidad. Porque éste ha sido hasta hoy el consuetudinario camino real constitucional, todo atado y bien tapado. Son verdades, pero verdades de pobre que seguramente serán agua de lluvia perdida en el mar.

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