7 días a la semana, 24 horas al día

Con la excusa de Reyes se ha ensayado una vez más el intento de liberalizar/desregular totalmente el horario comercial en Bilbao. Hace unos días necesitaba fotocopia de unos papeles antes de firmarlos en el banco para después presentarlos en el ayuntamiento.

Tras salir del trabajo mañanero con el tiempo apurado llegué cuando echaban la  persiana a la tienda de fotocopias, el banco había cerrado seis minutos antes y en la puerta del ayuntamiento pude leer en un decorativo cartelito que mi retraso era de cinco inapelables minutos.

Ese día ni fotocopia, ni gestión bancaria ni solicitud municipal. Con la normativa esperanzaaguirreniana podría esperar que la fotocopistería funcionara las 24 horas y que mi panadera mantuviera noche y día mi pan calentito siempre a punto.

Lo que me pregunto es para qué la fotocopia si no tendré banco ni  ayuntamiento que me atienda por la tarde, ni en sábado y menos un domingo o fiesta de guardar. El consumo como máximo exponente del progreso nos pone en la tesitura ultraneoliberal del consumirconsumir o fenecer. Mientras persiste la duda de si existe la ciudad con actividad porque encontramos comercios abiertos o si hay comercios abiertos porque existe actividad ciudadana, escuchamos la cantinela liberalizadora al arrumaco soterrado de las grandes superficies “es inconcebible que una ciudad como Bilbao aspirante a polo turístico tenga sus comercios cerrados domingos y noches todas”.

Da igual –dicen– la hora del día o de la noche y el día de la semana, porque todos los días y horas son hábiles para comprar y en consecuencia es necesario que el comercio esté abierto ininterrumpidamente: tipo supermercado chino.

No parece importar que los comercios pequeños puedan ahogarse en la tela de araña horaria de las grandes cadenas comerciales, ni que su inexorable desaparición por desregulación especulativa llevara al paro a muchos trabajadores. Bilbao marcha empujado hacia este tipo de mercadeo de 24 horas/7días: ya no hará falta ser previsor/a, puede antojársenos un cigarro habano a las dos de la madrugada, un bikini al fresco amanecer de febrero o comprar a medianoche los anillos de boda… todo sería factible cuando el horario de comercio se desregule y liberalice totalmente.

Claro que ni con anillos y aunque tuvieras novio/a podrías casarte, porque a esas horas nocturnas ni iglesias, ni ayuntamiento ni juzgados prestan servicios nupciales. Qué liberalizar horarios está muy bien, pero sólo para los otros trabajadores.

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