Errores, falsedades y engaños

Acontecimientos y su noticia que nos llevan por los vericuetos de las falsas esperanzas. Como la marcha militar francesa sobre Malí. “Ayudamos a Malí para salvar a Occidente de islamistas integristas» transmite monsieurHollande por los medios, que semi-falsean la información al no mencionar los intereses occidentales en materias primas del país: oro, fosfatos… y sobre todo el uranio que surte al emporio nuclear francés.

Para falsedad con engaño alevoso-chulesco la del ciclista Amstrong, que ahora reconoce que competía con autotransfusiones sanguíneas, testosteronarado y EPO-dopado hasta el casco. Se va (le echan) extendiendo la mancha de la sospecha de su propia indecencia moral sobre los demás.

Se han tramitado ayudas aprobadas a 30.000 dependientes fallecidos, pero la mayoría no han llegado a los familiares, sino que se han extraviado en algún negociado administrativo. Nos están vendiendo, para que padezcamos sin protestar mucho, una profunda-inevitable crisis económica, pero las cien personas más ricas del planeta obtuvieron el año pasado 240.000millones dólares netos, suficiente para acabar “cuatro veces” con la pobreza. Mientras, en la España líder de la desigualdad creciente, se busca cabeza de turco en quienes menos tienen, como si entre ellos estuvieran Urdangarin, Rato y los “Gürtel&Cía”. Falsedad, engaño, falsa esperanza y latrocinios sin esclarecer. “Cada vez más ricos, cada vez más pobres», es el lema.

En el Estado 800.000 personas y en el mundo 35 millones sufren Alzheimer, cifra que llegará a 116 millones en 2050. Así que la reciente noticia de que un grupo de científicos ha diseñado una vacuna capaz de prevenir o revertir el Alzheimer cae en terreno abonado a la esperanza y credulidad inmediatas. Errores, falsedades y engaños científicos han sido tan abundantes en la historia (recordemos la falsa clonación de embrión humano del coreano Hwang Woo-suk o la fusión nuclear fría de M.Fleischmann y S.Pons) que conviene no lanzarse a batir campanas: los ensayos se han realizado en unos pocos ratones transgénicos, en humanos podrían empezar en ocho meses y sus resultados tardar en llegarnos ocho años. Puede que no sea un error, ni falsedad, ni engaño, ni fraude pero se impone, como advierten muchos otros científicos, la cautela y apostar por la prudencia en un descubrimiento del que sólo estaríamos en los preliminares; y con tantos millones de expectantes necesitados vender la piel antes de cazar el oso podría llevar a la desesperanza y a la frustración.

La precaución se impone en este Corrupkistán de andar con nariz tapada.

 

 

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