Contradicciones y perplejidad

El director de la OMS para Europa llama a prepararse para la «inevitable» segunda doble-ola vírica en otoño: covid-19 y la gripe


Racista, machista, homófobo… y padre del ADN: así es el ganador del Nobel más odiado

SI no fuera por las contradicciones difícilmente lograríamos crear algo nuevo; la vida fluye con la contradicción humana como expresión básica de esa movilidad. De hecho, para la tardo-feminista francesa Benoîte Groult «las contradicciones son la sal de la vida», y también la pimienta social. Seguramente, ni en la ciencia, ni en el ámbito jurídico ni en la política se podrían conseguir conocimientos ni verdades sin este principio de contradicción. Pero siendo inherentes a los humanos, a veces resultan tan generadoras de perplejidad que parecen enigmas. O causan perplejidad, como la que me produce que J.Watson, descubridor de la doble hélice de ADN, igual en todos/as, sea racista y antifeminista.

Con diez millones de contagiados contabilizados en el mundo (probablemente un tercio de los reales) y medio millón de muertos, quizá no debieran existir contradicciones sobre la pandemia. Pero aun con sus hospitales y cementerios atestados, muchos Trumps o Bolsonaros niegan la evidencia.

Al tiempo que el jefe de enfermedades infecciosas de Vall’Hebron aseguraba que el coronavirus estaba en su fase final, que su propagación es mínima y que los rebrotes de gran magnitud serían improbables, Hans Kluge, director de la OMS para Europa, llama a prepararse para la «inevitable» segunda doble-ola vírica en otoño, con covid-19 y gripe estacional de ganchete; no repuntes localizados, sino una catarata de contagios y muertes como ahora o peor, que pondrá de nuevo al borde de colapso a los sistemas sanitarios.

Contradicción entre los requisitos normales para el visto bueno a una vacuna y los que están aplicando ahora, con una velocidad de aprobación más de mercado/negocio que de seguridad. También choca un poco bastante que mientras el parlamento aprueba multas por no usar mascarilla, veamos que en multitud de lugares y situaciones no se usa y que hay personajes públicos como los reyes que no la utilicen. Bueno, tampoco hay mucha coherencia entre las expresiones públicas de reconocimiento hacia la atención primaria mientras sus profesionales enfocan el verano en los centros de salud sin sustituciones y con sobrecarga, en un olvido colectivo generalizado.

Como a la mayoría, la provocativa/chulesca ultraderecha voxera que «disfrutamos» me produce desasosiego y hasta cierto miedo, pero tampoco veo coherente provocar altercados con ellos, que les dan amplia cobertura-publicidad en los medios y además como víctimas, cosa que de otro modo no conseguirían.

Ayer fue el día mundial del árbol. Imprescindibles para producir oxígeno, alimento y equilibrio climático, en 2019 sólo en los trópicos se taló bosque primario equivalente a un campo de fútbol cada seis segundos: 11,9 millones hectáreas por año, un 20% de la península ibérica.

Mañana será el día del parlamentarismo, que de un modo u otro todos los países tienen para controlar al gobierno y donde las mujeres solo ocupan el 25% de los escaños. Peor aún, según el Índice de Percepción de la Democracia, gran parte de la ciudadanía opina que esa voz política no tiene relevancia en la toma de decisiones de sus gobiernos. Tal vez parlamentarismo de sordera, porque como dirían Confucio y Cervantes, un caballero se avergonzaría de que sus palabras sean mejores que sus hechos.

Consolémonos, la coherencia da estabilidad y es más relajante, pero mucho menos divertida y creativa que nuestra multitud de contradicciones cotidianas.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika

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