La otra mirada Dinero, todo parece dinero

Frente a la más que probable segunda venida del imbatible covid-19 el dinero no parece ser el solucionador

Bolsonari y Trump, negacionistas del Covid-19

SE pide salud, dinero y amor, pero resumiendo todo parece dinero. A los profanos nos cuesta decir a la primera Remdesivir, pero ahora, ya bastante repetido esta semana, es el nombre que ha despertado al unísono esperanza y cierta ola de indignación. No digo nueva esperanza, porque este análogo a los nucleótidos no es nuevo, sino un conocido fármaco aprobado por la FDA americana hace cuatro meses para su uso contra el covid-19, ya fue utilizado contra el ébola con escaso éxito€ o quizá excesivo precio para quienes lo necesitaban. Tampoco debería ser nueva nuestra ola de indignación al conocer que Estados Unidos ha comprado a la farmacéutica Gilead prácticamente toda su producción. Quien más tiene, puja más alto y se lo lleva. Ya contaban que en 1945-1947 ocurría algo similar con la penicilina traída hasta aquí de gaueko lana y vendida a un precio que solo los adinerados podían permitirse.

Teniendo en cuenta que su acción terapéutica simplemente reduce el período de los síntomas de quince a once días, cuesta ver a este antiviral como la bala mágica en la curación definitiva de la covid-19. Claro que si vemos esta enfermedad (y las demás) no como la curación de una persona sino como un balance ingresos-gastos, es evidente que cuatro días menos en UCI u ocupando cama de hospital multiplicado por los centenares de miles contagiados sintomáticos en el país de Trump, la cosa cambia y quizá compense el gasto-inversión (si resulta exitosa).

Existen otros antirretrovirales como Lopinavir, Ritonavir€, con los que podría suceder algo similar. Y más de un centenar de proyectos de vacunas en diferentes fases de experimentación y desarrollo, que probablemente también salgan a puja al mejor postor. Lo confirman las subidas fulgurantes del valor de las acciones de las compañías cuando anuncian cualquier nuevo avance. Las necesidades reales o creadas sirven para generar mercado y negocio, pero ¿también con la salud? Pues sí, tal como ahora se está conociendo el modo de compra de equipos de protección –mascarillas, guantes, batas, geles€–, de respiradores, reactivos para PCR o para test serológicos a pie de avión, en un mercadeo-cambalache donde la salud no era sino la excusa para el negocio que mataba a tantos y engordaba el bolsillo de pocos.

Visto bajo este prisma de todo es business, comprendo mejor la actitud (que no aptitud) de dirigentes como Trump o Bolsonaro, defensores de que quien quiera salud se la pague. Para qué poner medidas sanitarias sociales anticontagio generales si quien puede ya lo consigue por sus propios medios. Y no quiero señalar aquí, no allí, a quien conseguía PCR, test serológicos, mascarillas€, antes incluso que los propios trabajadores sanitarios, aunque nos cause perplejidad.

No sabría decir si seguir la teoría del cisne negro o del rinoceronte gris ni qué tipo de rinoceronte, probablemente el de los metarrinocerontes que embisten a toda velocidad sin darnos tiempo a modificar las estructuras para solucionar los problemas. Porque este coronavirus tuvo antecesores de diferente pelaje y condición y seguramente le seguirán otros, pero antes como ahora, incluso ante la salud y la vida de personas, el solucionador parece ser siempre el dinero.

No deseo ejercer de profeta del pasado, nada más lejos de mi realidad; simplemente estaría bien saber que frente a la más que probable segunda venida del todavía imbatible covid-19 el dinero no parece ser el solucionador.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika

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