Lisístrata, en el corazón y en la cabeza

La presidenta del de Islandia, Katrín Jakobsdòttir y sus ministras de Cultura y Justicia se han puesto al frente de la huelga femenina en su país.

Después de ver cómo toda Islandia se ha levantado en huelga femenina para denunciar la brecha salarial de género y contra la violencia machista, creo que hoy más que nunca necesitaríamos a otra entusiasta Lisístrata y a sus amigas Cleonice, Mirrina y Conciliación. No sé si al papel que jugaron con su huelga sexual estas heroínas de Aristófanes podría equiparársele como equivalente el que representan la presidenta del país Katrín Jakobsdòttir y sus ministras de Cultura y Justicia poniéndose al frente de esta protesta. Más aun siendo precisamente Islandia uno de los países referentes de igualdad y donde tanto la violencia machista como la brecha salarial de género son menos abrumadoras para las mujeres.

Podríamos empezar citando los casi 60 asesinatos por razón de género en lo que va de año y los más de 1300 desde del año 2003 como guinda más trágica de la desigualdad. ¡Muchos más asesinatos que los de ETA en toda su historia! Quizá pudiéramos denominarlo terrorismo de género. Pero debajo de este drama están las penurias de desigualdad del día a día de muchas mujeres por el mero hecho de serlo.

Seguramente ya sabían que sólo el 15% de los hombres llevan las tareas domésticas frente al 46% la mujeres y el porcentaje restante las comparten. Y que si el trabajo doméstico de las mujeres se pagara supondría el 4,1% del PIB español. Hagan el cálculo de lo que se ahorra la sociedad por una labor invisibilizada.

De los cuidados podríamos decir algo parecido. Leía, como ejemplo proyectable a otros territorios, que en Aragón el año pasado pidieron excedencia por cuidados a hijos/as y a mayores 384 mujeres y solo lo hicieron 38 varones.

Y cuando alguno pone cara de sorpresa al oír hablar de brecha salarial de género, tal vez sea porque no sepa que, de media, los hombres ganan en 10 meses lo que las mujeres en un año. Es decir, el próximo 7 de noviembre, los hombres habrán levantado un sueldo anual equivalente al que las mujeres el 31 de diciembre. No es precisamente una pequeña ranura esta brecha salarial.

Desde febrero de 2022 nos desayunamos, comemos y cenamos con la guerra de Rusia contra Ucrania y desde hace dos semanas con la barbarie terrorista de Hamás y la respuesta no menos terrorista en forma de guerra de exterminio de Israel contra todo palestino que se mueva. Fíjense, los cañones, las bombas, los portavoces de los ejércitos, …, casi todo el aparataje mediático bélico está comandando por hombres. En esta guerras y en las muchas de África que subyacen semiocultas en nuestros medios de comunicación, parecería que la guerra es mucho más testicular que ovárica. Por contra, fíjense no en el cañón del que sale el obús, sino en la llegada y explosión de ese obús; allí mueren sobre todo mujeres y niños, niños y mujeres, la vida y la esperanza de nueva vida que liquidan inmisericordes los obuses … mayoritariamente testiculares. Por esto mismo podríamos pedir que Lisístrata, literalmente “la que disuelve los ejércitos”, sea un buen modelo a seguir.

Así que, si con la huelga femenina a la islandesa se consiguiera rebajar la brecha salarial y eliminar la violencia machista, no estaría mal ensayar el mismo método de huelga lisistrática para tratar de eliminar las guerras y la matanzas sistémica que en ellas se hace preferentemente de mujeres.

Aunque me temo que al igual que en la brecha salarial y en la violencia machista, los machitos-machirulos que desear hacen la guerra (que no son todos los hombres, ni muchísimo menos), se pasen por el arco de triunfo las protestas de tantos millones de Lisístratas.

@nekanelauzirika

La economía de la guerra

La economía de la guerra. Hace falta guerras para construir armas y venderlas

Me comentaba un amigo, con 1 de 64 partes de judío, su incertidumbre y que no sabía si debía estar solo impactado-aterrado por las mutuas matanzas en Israel y Gaza o si clamar más venganza que yo por no tenerla o si, quizá, lo mejor fuera pararse a pensar en el drama trágico especular que sufren los palestinos de enfrente. No tengo ninguna respuesta de solución a sus dudas y me inclino a pensar que no la haya por mucho tiempo o, quizá, ¡nunca jamás! Aunque dudo de que lo que vemos desde aquí sea la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, en cualquier caso, como persona no-palestina y no-judía, pero con sentimientos humanos, me horroriza ver lo que veo, aceptando, quizá ingenuamente, que la hecatombe es tal como la ponen en las imágenes televisadas o en las redes, porque lo que sí es evidente es que el horror que siempre ha existido en la historia, ahora nos lo meten en vivo y en directo, como un reality show del que aquí podemos desconectar apagando o cambiando de canal, pero ellos no.

Así que, sin desdeñar el impacto de la economía de guerra en la que viven 2 millones de gazatíes desde hace décadas, prefiero escudriñar las fluctuaciones de la Bolsa al ritmo cadencioso de los ratatatataá de los uzi o de los AK-47 y la caída de obuses y misiles en ambos territorios. Un concierto dramático infernal perfectamente orquestado bajo la batuta bélica de la definición bien conocida “la guerra es el lugar y la situación en la que personas que no se conocen se matan para salvaguardar los intereses de personas que se conocen, pero no se matan”. En ello estamos.

Así que, mientras palestinos e israelíes van muriendo cada uno a su modo, pero siempre deshumanizados, la Lockheed Martin pasó de pérdidas millonarias antes del 5 de octubre a ganar más de un 10% en valor bursátil, en tan solo una semana. No crean que van a la zaga las ganancias de Raytheon Technologies, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics, sólo por citar a las cinco compañías armamentísticas de cabeza en el mundo, aunque las demás tampoco se vayan sin carne entre las uñas.

Solo por aclarar, esas cinco empresas ganaron en 2021 unos astronómicos 192.000 millones de dólares que en 2022 fueron 210.000millones, una quinta parte del PIB total de España. Si habláramos de todo el monto económico en torno a las armas pasaríamos a más de 600.000 millones de dólares. Redondeando, sin comentarios.

Economía, Religión y Pertenencia a un grupo han sido siempre, siguen siendo hoy y, lo digo con honda tristeza, seguirán siendo excelentes argumento-excusas para montar una gresca entre desiguales hasta lograr que lo intenten resolver por las bravas. Lo que es igual a darles de beber agua salada para saciar la sed.

Consecuencia, siempre hace falta alguna guerra, porque si no fuera así, para qué fabricar armas y en dónde probarlas realmente y cómo reponer las más antiguas salvando de paso el problema de almacenamiento de las antiguas, que ocupan mucho y daría pérdidas.

Es la Economía de la Guerra, que después dará paso a la economía de la reconstrucción; recomposición de las estructuras que, casualidad o ¿causalidad?, ejecutarán países y empresas íntimamente emparentadas con las armamentísticas. Negocio redondo, da el pego de economía sostenible y reciclable.

Mi amigo 1/64 judío ya no practica la religión, no vive en Israel y ha dejado de invertir en activos financieros de armamentísticas. Quizá sea una vía de solución, larga, pero vía real, vamos digo yo.

@nekanelauzirika

La ventana prohibida

La próxima presidente de México será necesariamente una mujer.

Ventana vedada solo para Eva, no para Adán.

No sabría decir si era por las letras de la mayoría de las rancheras o por el estereotipo que nos venden desde las películas del ámbito mexicano, pero lo cierto es que en nuestro mundo de tabús mentales referenciales de otras culturas, solemos tomar a México como un país bastante machista en los comportamientos de sus ciudadanos; quizá en ello también pese la herencia española ya desde los primeros amoríos de Cortés con Malinche, hasta los miles de feminicidios, hasta 3000 asesinadas al año que se referencian en la frontera norte, en ciudad Juárez por ejemplo.

Tal vez por todo ello sean mayores la alegría y mi impulso a destacar que la próxima presidente del país será necesariamente presidenta, porque las postuladas para el cargo son dos mujeres. Pero aún es más reseñable, aunque no haya sido tan noticiable, que en un país oficialmente católico y con esos avatares que he citado se haya aprobado la despenalización del aborto y la legalidad de la interrupción del embarazo asistido por la sanidad pública. Es un hito. Paso a paso se anda el camino.

Por el contrario, miremos por el retrovisor de la historia el nuevo cerrojazo en Afganistán: hace ya dos años que no podían asistir a la universidad, al instituto ni  ahora a la escuela, ni ser atendidas por médicos-hombres, ni salir solas, ni hacer deporte, salir de casa lo imprescindible y siempre tapadas de pies a la cabeza…, pero la tuerca de la represión siempre puede tener un giro más y de ahora en adelante las mujeres afganas no podrán mirar por las ventanas y me imagino que tampoco por las mirillas de sus puertas bajo penas que allí nunca serán leves para ellas. A las penas de reclusión social y muerte civil de las que ya “gozaban/padecían”, se suma ahora la del encerramiento/enterramiento visual en vida, porque me imagino que para hacer cumplir esta nueva normativa les terminarán tapiando las ventanas, porque no quiero imaginarme que les arranquen los ojos para que no miren ni vean, ni las manos para que no descorran los visillos.

Comentado esta ignominia humana desde mi ventana abierta y libre de obstáculos parecería que aquí todo es color de rosa o azul, como prefieran. Pero lanzar las campanas al vuelo es escupir hacia ese cielo aún muy macho que nos lo puede devolver a la cara y no me refiero al deleznable machista besodelrubiales en los morritos de Hermoso, trufado de misoginia y de otros intereses bastardos del fútbol profesional hipermasculinizado. Yo hablaría de una patología asociada a este mundo profesional, la masculinitis balompédica, que no sé si la actual huelga de mujeres futbolistas será capaz de curar o al menos remitir. Porque mucho más allá del besito mundialero y de nuestras campanas de igualdad ante la ley, este agosto han asesinado a 7 mujeres por el mero hecho de serlo, más de 40 en lo que va de año y bastantes más de 1200 han caído asesinadas desde 2002, muchas más que todas las víctimas de ETA desde 1968 a 2010. Habiendo ya una sola víctima inocente, comparar terrorismos es un disparate distópico, pero sin visiones preconcebidas ni estereotipadas, llamémos por su nombre a estos asesinatos, terrorismo de género.

Aunque con notables diferencias, evidentemente, aún tenemos muchas ventanas prohibidas por el hecho de ser mujer o quizá por haber invitado a catar una deliciosa manzana a nuestros adanes.

@nekanelauzirika

Una, grande y libre vía Telefónica

Los menos jóvenes saben con largueza de este slogan y del chisme sobre él que circulaba de oreja a oreja como pólvora en regocijo. Una, porque de haber otra todos nos iríamos a ella; libre, porque en la quiniela podemos elegir entre 1,X,2; y grande, porque en ella entramos los propios indígenas, una millonada de turistas, y la pléyade de americanos con sus bases y su inglés imperial, pero ahora mismo también de árabes con muchos petrodólares.

Aunque sea chiste tardofranquista, podríamos traerlo a colación, porque en las negociaciones para formar gobierno del Estado, en la capital del reino se vuelve a retomar el mismo fondo del slogan, que España no se rompe ni se vende, ni a nacionalistas ni a independentistas ni a comunistas … ni a nada ni a nadie. Ni a Arzallus, ni a Pujol. ¡Ah, qué ya no están! Bueno, tampoco a Urkullu, ni a Otegi, ni a Oriol Junqueras, ni por supuesto al prófugo Puigdemont, que Euskadi y Cataluña son España, ¡muchaespaña! per secula seculorum, amén.

Pero tras tirarla al aire la moneda nacionalista española ha salido canto. Hoy mismo hemos conocido que un fondo soberano de Arabia Saudí ha comprado el 9,99% de Telefónica, una de las empresas bandera del Estado. No es la primera evidentemente, porque Iberdrola es controlada por un fondo público catarí a través de Kia, el accionista mayoritario de Endesa es un fondo soberano italiano, Ferrovial opera desde Países Bajos, el mundial de fútbol se lo llevaron a Catar montado en petrodólares a tocateja, como los partidos importantes de fútbol “patrióticos” y a sus futbolistas más destacados o se llevan a médicos y sanitarios o al personal más cualificado, sobre todo del mundo tecnológico.

Pero sucede que Telefónica es una empresa que pagamos en tiempos franquistas entre todos y que guarda secretos de Estado relacionados con la estructura básica del mismo, ejército, judicatura, alianzas, relaciones internacionales, decisiones estratégicas… Pero la “liberalizaron” (vamos, la vendieron a los amigos de sus amigos a precio de saldo) y ahora los petrodólares ponen su bota sobre ella con un fondo de inversiones que tiene por detrás al propio estado saudita. Y no es baladí el asunto, porque ese país, tierra que nada en petróleo, arena y petrodólares, es una dictadura tiránica, donde la pena de muerte se ejercita con pasmosa alevosía, donde las mujeres carecen de derechos humanos básicos, donde a los opositores se les da caza y captura o incluso descuartiza (Kasogui in memoriam).

Pero nada de lo que todo sabemos sobre ese país sirve para que a Telefónica o a otras empresas claves (de tecnología, especialmente de telecomunicaciones) se las lleven a golpe de talonario. Y sospecho que la compra-éxodo no haya hecho más que empezar.

Mientras esta venta/expolio del país llamado España al gran tenedor saudí no parece romper el Estado, para los españolesmuchoespañoles de Vox, PP e incluso de buena parte del PSOE, el que se hable catalán, euskera o gallego en un parlamento atenta contra la unagrandeylibre, y que se pida un referéndum de autodeterminación es un atentado de lesa españolidad. Todo parece cuestión solo de petrodólares.

Se imaginan que a (don)Pedro S. y a (don)Alberto N. les hicieran una oferta billonaria por Euskadi y Cataluña, ¿pondrían la mano en el fuego a que no las venderían raudos al mejor postor?

Quizá sea el camino marcado hacia la independencia, vía Telefónica.

@nekanelauzirika

La guerra sigue siendo el mejor de los negocios 

Casi siempre un negocio de apuesta ganadora, aunque a veces se trunque por un quítame unos tanques o saca tu culo de mis tierras o de mis negocios, como le acaba de suceder a Yevguein Prigozhin, el jefe de los mercenarios rusos del grupo Wagner. Bien pudiera ser que haya muerto en un accidente fortuito, pero su pasaporte al otro barrio parece más bien un empujoncito de los otros negociantes de la guerra, con Putin, su antiguo amiguito del alma, en plan padrino: ¡qué parezca un accidente! Así que podría ser que “ha muerto” sea epítome de han asesinado, matado o ejecutado por vía extrajudicial. Todo sea por la pasta. G.B.

Sólo falta que las redes nos animen a que invirtamos en ella, en la guerra como en cualquier otra acción bursátil, pero más rentable, a corto, medio y largo plazo. 

Decía Mark Twain: “La manera más rápida de acabar una guerra es perderla”. Y por las noticias que ya solo nos llegan en páginas interiores de los medios, Rusia y Ucrania, Ucrania y Rusia no dan por perdida la contienda. Así que de creer a Twain la guerra en ese punto tan cercano-lejano a nosotros no tiene visos de acabar.  

Nos encontramos cada día noticias del teatro bélico: drones que atacan Kiev, un bombardeo en Jersón, un dron sobre Moscú, dolorosos actos que matan cada día un puñado de personas en plan rosario interminable. Conclusión: se ha convertido en un conflicto de baja intensidad (para nosotros, claro), pero que no por eso ha dejado de ser dramáticamente mortal. 

Vamos, ha pasado a ser un/otro conflicto geoestratégico más entre dos potencias que se dan patadas en el trasero de los ucranianos/as por causa de su posición estratégica y la fertilidad de sus tierras. 

Y como debe haber pocos traseros ucranianos por patear, el conflicto se amplía a África, donde entra en erupción Níger con más banderas rusas en los desfiles de los sublevados que en las paradas militares del 1 de octubre en la plaza Roja. 

Claro, Níger, El Chad, Mali y Burkina Baso tienen codiciadas materias primas, entre ellas y solo por citar, la uraninita que necesitan las centrales nucleares, entre ellas y también solo por citar, la que alimenta los 59 núcleos activos que funcionan en Francia. 

Y mientras todos miramos tan solo el dedo que apunta a los dramas de la guerra, las empresas que fabrican y aportan las armas a ambos bandos al mismo tiempo o las que hacen caja a futuro con la presumible reconstrucción posterior, se frotan las manos, lo justo por poder tenerlas libres para contar sus pingües beneficios. 

Al parecer nunca falta un buen conflicto que se sustancie en guerra para así lograr un buen negocio. A resultas, mientras unos ponen los muertos y el dolor, otros trabajan para que nadie pueda perder la guerra. 

Algunos pueden pensar que quizás sea solo una triquiñuela para no llevar la contraria a Twain. Pero si analizamos los valores en bolsa de los grupos que fabrican o trapichean con componentes de guerra lo entenderán mejor. Aunque a veces a algunos les estalle el negocio volando en un avión. G.B. míster Prigozhin, señor de la guerra.

@nekanelauzirika