La hora del planeta

Son muy  sugestivas las fotografías de la Tierra -amada LUR-GEA- del sábado a las 21.00horas con 4.000 ciudades casi a oscuras, sobre todo si las comparamos con la intensísima luminosidad irradiada habitualmente. Podrán ser más peligrosas, pero resultan atractivas a media luz. Se hace desde 2007 y a propuesta de WWF, el sábado a las 20:30 se apagaron las luces de miles de ciudades del mundo durante una hora: «la hora del planeta». Desmond Tutú la definía «oportunidad para actuar juntos y mandar un poderoso mensaje sobre el cambio climático». Más de mil millones de personas en 134 países bajaron el interruptor concienciados por la sostenibilidad ante ese cambio que parece inexorable.

 Las murallas de Ávila, la Sagrada Familia de Barcelona, el Guggenheim de Bilbo, la torre Eifell de París, Times Square de Nueva York, entre otros cerraron sus luminarias y todos contentos, acto simbólico cumplido, aunque en la Antártida apagaran la luz pero no la calefacción y en las Fiji bajaran la luz pero no la televisión porque tenían un importante partido de rugby, al igual que un apasionante amistoso Athletic-Glasglow bajo los focos de San Mamés. Así que el planeta no apagó del todo, porque a la redacción seguían llegando teletipos con la normalidad de la guerra en Libia, bombardeos israelíes y la crítica situación nuclear en Fukushima. Se solicita el céntimo forestal para evitar la pérdida de bosques que tanto bien hacen (madera, retienen agua y suelo, reducen el CO2…); se quieren ampliar las zonas protegidas en mares para que no desaparezca la biodiversidad y el mare nostrum no sea algún día cloaca nostra; la atmósfera, el ozono, la vida salvaje y su hábitat, todo de modo sostenible mientras nosotros seguimos desaforadamente en el desarrollismo. Tal vez no haya remedio por mucha hora del planeta, céntimo forestal o área protegida que instalemos porque todo esté escrito y el próximo año las tormentas solares que nos anuncian acaben con nuestras expectativas o porque los cálculos y presagios mayas para el 21/XII/2012 sobre el fin del quinto sol sean ciertos; el caso es cuando hago la ruta de los contendores – basura orgánica, plástico, papel, vidrio, pilas…- pienso si servirá para que se retrase en algo la hora… final del planeta. Al menos los mayas dejaban en nuestras manos y ambición la posibilidad de pasar al sexto sol, tal vez apagando la luz o no contaminando, pero todos los días no sólo durante la hora H del planeta.

El crucifijo, ni ofendor ni ofendido

Es cierto que en nuestra historia con demasiada frecuencia la cruz ha sido enarbolada junto a la espada como garrote de infieles, dejando tras cada guerra de religión sus secuelas de hostilidad y marginación. Pero éstas son consecuencias de su manipulación interesada y perversa, no de la existencia de la propia cruz que es una invitación a la concordia, reflejo del sufrimiento íntimo del ser humano al que intenta redimir. De hecho, para los cristianos cada vez que este sentido original de la cruz se pervierte con llamadas a enarbolarla como arma, se vuelve a crucificar a Dios.

 Este viernes el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha anulado su propia sentencia de 2009 donde determinaba que las escuelas estatales italianas no tenían derecho a poner el crucifijo en las aulas, sentenciando ahora por el contrario que la presencia del crucifijo no supone quebranto de derechos humanos. Argumenta que la cruz en el aula no quiebra el derecho a una educación acorde con la libertad y propias creencias. La sentencia ve en este símbolo una de las señas de identidad -para lo bueno y menos bueno- de la historia de nuestro continente, al tiempo que reconoce que antes que el Estado está el «sentimiento popular», pues en Italia de manera abrumadora (84% de la población) se muestra favorable a la presencia del crucifijo.

El tribunal lo considera un símbolo «esencialmente pasivo» y que dar mayor visibilidad al Cristianismo «no supone adoctrinamiento», pues la visibilidad de la religión mayoritaria en el ámbito escolar no implica violación de Derechos Humanos, porque la presencia del crucifijo no está asociada a una enseñanza obligatoria del cristianismo ni a la intolerancia hacia alumnos de otras religiones o no creyentes. Me congratula la sentencia porque permite usar y no obliga a poner el crucifijo. En el evangelio lo pasajes más conmovedores son aquellos en los que Jesucristo infringe los códigos de exclusión social imperantes situándose a favor de la gente: prostituta lapidada, samaritana, leproso marginado, trato con republicanos…

Es difícil imaginarse a Jesús imponiendo a alguien la veneración al crucifijo, por lo que me alegré cuando dejó de ser obligatorio su uso en las aulas, tanto como ahora por la sentencia que permite usarlo allá donde se desee. Nuestra historia europea se lo merece y nuestra libertad también. La sentencia de Estrasburgo es definitiva: el crucifijo no ofende.

La corte de los privilegios

Valor político no es sinónimo de la valía del político/a. Se preguntaba un parado de 900 euros/mes lo que debe hacer para endosarse 304 euros de dieta/día por fichar y luego marchar. Lo decía al socaire de lo publicado por el tabloide News of the World donde aparece la eurodiputada socialista Eider Gardiazabal Rubial entre los diputados que realizan la práctica corrupta «abuso de dietas» tras ser cazada fichando a las 9.56 del 21 de enero en la Cámara y media hora después en el aeropuerto.

Al parecer es práctica bastante extendida, en la que se ha detectado a 70 miembros del Parlamento Europeo. Seguramente no haya nada ilegal y este es el meollo del asunto. Acusan a la denunciante, la europarlamentaria Sinclaire, de hacerlo como militante del euroescepticismo, pero la realidad es así, la cuente quien la cuente. Ya en Bilbao y con su sueldo más dietas, es llamativo que la señora Gardiazabal tenga derecho a vivienda VPO en Miribilla. Seguramente también sea todo legal y he ahí el núcleo de antivalía política.

Probablemente tampoco las andanzas entre cooperación pública/embolsamiento privado de la señora Urchueguía en Nicaragua sean ilegales, a lo sumo alegales. Nada que extrañe a la población, que escucha hablar de sinecuras y prebendas políticas como quien ve llover en abril, algo del todo normal. Gurtel, Camps, Roldán, Juan Guerra, Bravo, Chaves…

La corrupción, clientelismo, nepotismo, el conchaveo de almohada y los chanchullos son tan elpannuestrodecadadía entre los políticos que han permeado en la sociedad como consustanciales a la política. Así que es normal y consecuencia lógica que entre los principales problemas que perciben los ciudadanos como más preocupantes se cite el paro, después la economía y en tercer lugar la clase política y partidos políticos, muchas cabezas por delante del terrorismo, pensiones, el fraude, carburantes, la vivienda… Pero todo tiene su vuelta, porque a pesar de esta realidad de corruptelas, astillas y mangoneos más o menos legales y de la percepción social tan tan negativa de la clase política, la ansiedad de precampaña electoral por colarse en alguna lista para concejal o diputado es inusitada. ¿Será por servir al pueblo o para entrar en la corte de los privilegios? Porque es difícil pensar que sea por entrar en el grupo social de los peor considerados. A saber cuál es su valía política, pero valor no les falta. ¡País de Lazarillos!

Ahorro, paraíso y fraude fiscal

El Estado español paraíso fiscal? Sí para ExxonMobil Spain, porque en los dos últimos años con un solo trabajador en nómina ganó 10.000 millones sin pagar un euro en impuestos. Aunque el día del ahorro sea en octubre, la necesidad impuesta desde Europa a los psoe-gobernantes les ha calado hondo o les tiene bien cogidos por los fondos; sea como fuera, la realidad es que cada día desayunamos una nueva medida gubernamental para ahorrar o al menos eso dicen, aunque el neoliberalismo de estos exsocialdemócratas parece mal reciclado y poco creíble.

Como utilizo poco el coche no había reparado en el precio de los combustibles, pero sí, parecen angulas, de modo que gastar menos parece muy saludable económicamente. Así que aprovechando que Gadafi lleva 40 años sobre el barril y que el petróleo tiene sus reservas contadas, nos obligan a circular más despacio para gastar menos oro negro. Será mejor circular más despacio que deprisa, pero que sea por ley y provisional, parece un modelo de gobernación a golpe de telediario, con improvisación alevosa, prefiriendo ahorrar pocos del bolsillo de muchos que los muchos-muchos del de unos pocos afortunados. Del acaparamiento y sinecura de ciertos cargos socialistas (et al.) en épocas de bonanza (¡y de crisis!) mejor no hablar, pero en el reparto de la pobreza que generan son expertos: congelan pensiones, bajan el sueldo a funcionarios, jubilaciones reducidas, parados al alza, ayudas sociales a la baja, control fiscal exhaustivo de asalariados… Bueno sería que pusieran el mismo énfasis ahorrador y recaudador vigilando el PER clientelista o a las entidades de tenencia de valores extranjeros (ETVE), fórmula legal que permite a las multinacionales usar «en tránsito» el espacio fiscal español, eludiendo pagar impuestos en su país de origen, en el de destino y en el intermediario español.

Aquí, además de ExxonMobil Spain otras multinacionales como Vodafone, Hewlett Packard, American Express, General Mills o Eli Lilly han utilizado/utilizan las ETVE para canalizar sus participaciones en empresas extranjeras. Será ingeniería financiera que hicieron legal gobiernos anteriores, pero con más de un lustro gobernando podían haber modificado la ley para evitar lo que los sufridos y fiscalizados paganos denominamos directamente fraude a secas. Porque si no fiscalizan estos bolsillos repletos, qué esperan rascar de los bolsillos exangües de ciudadanos que sí pagan a escote, aunque circulemos a 20 km/h o dejemos el coche para ir a pie.

Anatomía de la codicia neoliberal

LA riqueza material es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da» escribía Schopenhauer, y enfrascados en el viejo neoliberalismo la sed insaciable se combate bebiendo más agua salada. Al menos así lo entienden un grupo de escritores, catedráticos, sindicalistas y juristas que han hecho un llamamiento a la izquierda social para unir fuerzas contra el neoliberalismo y animar a la ciudadanía a «entrar en acción» bajo el combativo lema: «¡Hay que hacer frente al abuso!» Con cinco millones de desempleados/as y una galopante economía sumergida, falta de financiación, recorte de sueldos y pensiones públicas, retraso de la jubilación… es difícil no estar de acuerdo en que se recurra al Común-Pueblo como medio de solución definitiva. Suena bien la música urgiendo al despertar de la conciencia pública de las «víctimas de esta situación» para que pasen a la acción conjunta; es válida su denuncia de las amenazas sobre la democracia, la Justicia, el medio ambiente, el bienestar social y los abusos que se cometen contra trabajadores, pequeños-medianos empresarios/as, parados y pensionistas; porque los buenos argumentos no bastan, está bien instar a la acción de forma coordinada, reclamar a toda la ciudadanía que abandone el silencio y la desunión; quién se negaría a reclamar contra la exclusión, el paro, la pobreza extrema, desahucios y la violencia de género.

Pero me pregunto si esta proclama de combate solidario en común va dirigida a personas tipo la taiwanesa Ching que se casa consigo misma porque es quien mejor defiende sus propios derechos; o si se dirige a los seis millones de single o impares (46 millones en Europa), de los que el 60% hace gala de individualismo e independencia personal absolutas bajo la máxima de «la vida es para vivirla de uno en uno», aunque beban-fuman más, tengan peor salud y vivan menos años que los emparejados «en colectividad». Se está a favor del reparto justo y equitativo de la riqueza y de los derechos laborales dignos para todos… pero bajo el prisma individual neoliberal, en modo alguno colectivo ni socializador; porque es difícil obviar que a la realidad neoliberal actual se ha llegado bajo gobiernos socialdemócratas a los que han apoyado todos los firmantes de este manifiesto. Seguramente tienen buena intención, pero es comprensible que alguno/a sospeche que los del grupo de la proclama tan solo buscan seguir disfrutando de los privilegios obtenidos.