Venganza en plato frío

ESTOS últimos días hemos conocido que tras el terremoto de 2010 en Haití algunos miembros de Intermón Oxfan organizaron, según The Times, “orgías dignas de Calígula” con prostitutas que incluso podrían haber sido menores de edad. También que desde 2012 han sido denunciados cuatro casos de mala conducta sexual entre sus colaboradores. Además, ha sido detenido el presidente de su patronato en Guatemala acusado por corrupción cuando era ministro. Noticias de este tono nos producen esa profunda perplejidad que conduce a la indignación y al más rotundo rechazo, porque nos rompe el esquema que tenemos, un tanto maniqueo, de buenos y malos. Como si pensáramos “consejos vendo, para mí no tengo”, porque evidentemente es mucho más fácil predicar que dar trigo. Así lo han entendido algunos y de hecho de sus 236.000 socios, 1.200 han pedido darse de baja en su aportación a esta ONG.

No podemos menos que rechazar de plano estas acciones de acoso sexual, bochornosas deleznables y del todo repudiables. Pero como la lengua de Esopo, lo bueno y lo malo suelen caminar cerca y a veces de la mano. Esta ONG mantiene desde 1956 en 41 países, y en España desde 1997, una actividad fecunda buscando la justicia antes que la caridad para erradicar la pobreza y la injusticia, en pro del comercio justo y de la sensibilización ante los problemas de la creciente desigualdad en el mundo. Y lo hace, hasta donde yo sé, con eficacia y respondiendo realmente al acrónimo ONG al no depender del erario público sino de sus socios, algo que algunas ONGs no pueden decir.

Por esto sorprende ―o no tanto― la virulencia de la carga de profundidad que el sr. Montoro, ministro de la Hacienda española lanza contra Intermón Oxfam “que cuide más su casa antes de hablar de las casas ajenas”… Está bien dar consejos, pero el acoso sexual de unos miembros de esta ONG en Haití no anula la realidad de su labor humanitaria ni la denuncia de su último informe de hace menos de un mes, “España es un campeón en desigualdad”, porque la recuperación económica ha beneficiado cuatro veces más a los ricos que a los pobres. O en el informe “Cuanto tienes, ¿cuánto pagas?” de 2011 donde se ponía de manifiesto la desigualdad fiscal, con las grandes empresas aportando un 2% a la Hacienda Pública frente al 92% de las familias: ¡46 veces más!

Y como guinda cabe preguntarse porqué sale a la luz algo de 2011 y precisamente ahora. OKdiario, el periódico digital peor valorado de España pero tendencioso y con muy buenos contactos en la Guardia Civil, publica “la corrupta Intermón Oxfam integra la plataforma Fede que ayudó a los golpistas a eludir a la Justicia el 1-O”. Todo vale para mayor gloria de la unagrandeylibre aunque sea apoyándose en informes inducidos de una policía “política” convertida en fiscal, juez y parte. Meter en su lodazal a esta ONG (y a cualquier otra que se interponga en la razón de Estado) es parte de la estrategia justiciera.

Venganza cocida a fuego fuerte y servida en plato frío.

Razones más que suficientes para seguir ayudando a su causa contra la injusticia.

¡Y quuueeeé?

MONTORO

ASÍ mismo, con esta semiótica entre admiración sorprendida y pregunta retórica dequienvasobrao simultáneas escucho a la administración de Hacienda/Economía, y también de Interior, ante la reciente sentencia del Tribunal Constitucional anulando la amnistía fiscal-2012 del sr. Montoro. De los 40.000 millones que se propusieron regularizar se legalizó la mitad y los ladrones-defraudadores de cuello blanco tributaron lo amnistiado a un raquítico 3%, menos que el 4% de IVA reducido por una barra de pan. ¡Y qué? Te miran por encima del hombro, sabiendo además que gran parte del dinero amnistiado tenía su origen en el narcotráfico, trata de personas, venta de armas, corrupción y otras actividades criminales.

El cazador cazado. Ha dimitido el mismísimo fiscal anticorrupción por trapicheos económico-financieros personales/familiares en Panamá ¡Y qué? Se ha ido como echando en cara a quienes pagan sus tributos aquí, quizá porque no conozcamos como él el camino correcto. Él, junto a otros “listillos” que vehiculan su actividad económica a través de los 15 paraísos fiscales más agresivos del mundo, hacen que el Estado deje de ingresar unos 1.550 millones € anuales, el 60% del déficit de reserva de las pensiones en 2017. ¡Y qué? Inquiere el defraudador al ser señalado, si Panamá ni figura en la lista oficial española de paraísos fiscales, donde como islas del tesoro sólo aparecen las Islas Bermuda, Islas Vírgenes Británicas y Mauricio. Así que como españolita lista podría organizar mis viajes de turismo financiero-fiscal por Islas Caimán, Países Bajos, Suiza, Singapur, Irlanda, Luxemburgo, Curazao, Hong Kong, Chipre, Las Bahamas, Jersey, Barbados, sin traba legal ni miedos tributarios ni penales a reclamaciones del fisco. ¡Y qué? Chulean quienes en lugar de mi potencial podría, conjugan el presente “puedo” y lo hago: es legal.

Tan legal como que en nuestro mundo vivan 1.000 millones de personas que pasan hambre, 800 millones sin agua potable y 2.500 millones malvivan con menos de 2 euros al día; al mismo tiempo que hay 7,6 billones € (el PIB de Alemania y Gran Bretaña juntos) opacos a Hacienda, guardados en conocidos paraísos fiscales, verdaderas islas del tesoro. ¡Y qué? Es mío y legal, aducen sus depositantes. Tan legal como que 62 fortunas acumulen hoy más patrimonio que 3.600 millones de las personas más pobres, mientras que en 2010 eran 388. ¡Y qué? Acaso la economía no puede estar al servicio del 1% de listos/listillos, de la desigualdad galopante. Desigualdad fomentada, porque si entre 1900-2017 se hubiera combatido esta desigualdad hoy habría 700 millones pobres menos.

Legal, aunque por estos defraudadores las pensiones de jubilación puedan bajar un 4% en los próximos diez años. ¡Y qué? Qué no se jubilen y sigan trabajando, rezongan.

En el ciclo Ética, humanismo y ciencia, la catedrática Adela Cortina propone “cultivar la ética que induzca a no dañar al otro”. Loable y justa propuesta, pero al parecer los ¡Y qué? Del 1% son mucho más válidos que la necesidad de igualdad del irrelevante 99%.

¡Y qué? se oirá justificarlo al fiscal anticorrupción.