Me pregunta una querida compañera si creo que lo de Evaristo cediendo el escenario del Buesa Arena a los magufos antivacunas es para tanto. Le contesto que ni para tanto ni para tan poco, e inmediatamente después le confieso que ya me rondaba en la cabeza una columna al respecto. De hecho, el día anterior había tenido bastante repercusión un tuit mío en el que decía que parece ser que también teníamos un Bosé autóctono. Nuestros viñetistas Asier y Javier lo clavaron en su dibujo en el que el líder de La Polla entonaba el “Amante bandido” del antiguo ídolo del pop hispano devenido en anunciador del apocalipsis.
Lo cierto es que, más allá de los estilos musicales diametralmente opuestos, el paralelismo es inevitable. El blandito intérprete de canciones chicle tiene en común con el agreste trovador contestatario el zumbe visionario y conspiranoico. Más allá de la tontuna del Buesa con el logo invertido de la Organización Mundial de la Salud, el de Agurain tiene una amplia bibliografia presentada denunciando el control social y delatando su ignorancia enciclopédica sobre absolutamente todo. Servidor, que de adolescente se gastó unas pesetas en sus discos y en sus conciertos, no puede ni siquiera hacerse el sorprendido. Muy pronto quedó claro que el sistema tenía un cómodo hueco para los antisistema que en lo musical se mueven en los mismos circuitos que las más alienadas de las bandas de los 40 principales. Como él mismo cantaba, “Moda punk en Galerías”. Por lo demás, lo más gracioso del episodio es que solo gracias a que el 90 por ciento de la población se ha vacunado pudo celebrarse ese concierto.