Aquello era un suelo…..

Foto: elcineensusmanos.blogspot.com

Hoy día no se hacen las cosas como antes. Mucho diseño, mucha estética, mucha conceptualidad, pero lo que es fortaleza de construcción, dudo mucho que se asemejen a las de antaño.

Digo esto, porque creo que ni el mismísimo Palacio Euskalduna se podría comparar en resistencia a los cines de parroquia que había en mi infancia. Aquello era fortaleza. Aguantar a doscientos “asilvestrados” dando patadas en el suelo como locos,  acompañados de gritos y aplausos  cuando en la pantalla  aparecía por el horizonte el séptimo de caballería, que venían a salvar al chico bueno en el momento que estaba a punto de morir  en manos de unos malvados indios.  El sonido de aquella trompeta era la señal para que la marabunta se pusiese en marcha. Eso era aguante.

Tenemos que contar el peso de la “chavalería” y añadirle los kilos de cáscaras de pipas y restos de chuches que poblaban el suelo, además hay que contar con los “individuos” que habitaban en el cine escondidos en los pliegues del tapizado, que aunque su peso no era mucho individualmente hablando, al ser masiva la concentración, el peso se dejaba notar. Si a esto, le unimos el concepto vibrador que podía tener la sala en momentos puntuales, ya os contaré.

El olor a pino Menforsán, tapaba el resto de “perfumes” y socializaba el cine. Los cines mas “pijos” utilizaban otros ambientadores, “Ó de té” “Ó de vete tú a saber” el caso era diferenciarse.

Menos mal que los niños de ahora están más civilizados, solo se alteran, cuando a un “gormiti” le ataca un ser espacial y le destruye, o cuando Bob Esponja se pelea con su amigo Calamardo, –mi sobrina me pone al día- de todos modos, viendo una película de indios creo que no actuarían como nosotros, lo más probable es que a través de su móvil y conectados a Internet, conseguirían quitar la financiación a los indios y de esa forma se morirían solitos y ya no habría que dar patadas al suelo. Visto de esta manera entiendo que ahora hagan los edificios más débiles.

Agur