De vinos por Lanzarote

Regalarte unos días disfrutando de la brisa atlántica y clima subtropical en una de las islas de la Macaronesia, apetece. Y no sólo me gusta a mi, las Islas Canarias es uno de los destinos de playa estrella de los vascos. Pero después de unos días al sol, muchos no podemos resistir la tentación de ir a descubrir todos los secretos de estas afortunadas islas llenas de contrastes. Como todas las islas del archipiélago canario, Lanzarote tiene un paisaje y naturaleza únicos, cada isla es como un pequeño continente. A la de Lanzarote, la más septentrional y oriental del archipiélago, la llaman la isla de los volcanes. Y no es para menos, alberga más de cien volcanes repartidos por sus poco más de 840 km2. Las erupciones y ríos de lava de color negro intenso han ido forjando la arquitectura de esta fascinante isla. No hay nada como perderse por sus rincones de tierra volcánica.

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Aunque a priori no lo parezca el interior de esta isla tiene una importante carga rural. ¡Y sobretodo vinícola! Me dirijo hacia el suroeste para llegar a La Geria, estamos entre los municipios de Yaiza y Tías, rozando el Parque Nacional de Timanfaya. El paisaje es impresionante. Estamos en una tierra volcánica de color regaliz profundo donde los lanzaroteños, generación tras generación, han sabido sacar el mayor partido a este paraje escaso de precipitaciones. En pocos sitios del mundo veréis una estampa parecida. 

Viñedos

Nunca antes había visto unos cultivos iguales. Pero ¿qué ha llevado a esta gente a cultivar la vid de esta manera? Los conejeros, como se les llama popularmente a los habitantes de esta isla, tuvieron la genial idea de excavar hoyos y rodearlos de pequeños muros semicirculares para proteger al viñedo del viento. Este ingenioso sistema ayuda además a proteger la humedad en la tierra, un bien muy escaso por estas latitudes. Aquí, sin duda, se demuestra ese dicho que dice eso de «si se quiere se puede».

Cepa

No me resisto la tentación de conocer estos curiosos viñedos de cerca. Como se puede apreciar toda la tierra se encuentra cubierta de una fina capa de arena negra. Lanzarote ha sufrido grandes desastres naturales y algunos muy recientes. Una gran erupción cubrió entre 1730 y 1935 ¡un tercio de la isla! Una debacle que inutilizó sus mejores zonas de cultivo. Pero caprichos de la historia, es precisamente gracias a este manto negro de arena como consiguen preservar la humedad.

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No solo el cultivo es diferente, también su uva es muy especial. Aquí la variedad reina es la blanca malvasia. Es pequeña, adaptada al medio y de gran calidad. Originaria de Grecia, es la variedad mediterránea más antigua que se conoce. Se oxida con facilidad, así que estas tierras son su gran aliada. Su vino fue considerado de los mejores del mundo y de reyes. Tanto es así que los caldos de estas tierras enamoraron al mismísimo Shakespeare. En tres obras del genio aparece mencionado. En Enrique IV se lee: «Por mi fe que habéis bebido demasiado vino canario. Es un vino maravillosamente penetrante y que perfuma la sangre antes de que se pueda decir: ¿qué es esto?«.

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A nosotros desde luego que ¡nos encantó! ¡Es diferente y sorprendente! Un tour por sus bodegas es muy interesante. Existen trece bodegas adscritas a su denominación de origen donde poder elegir. www.turismolanzarote.com

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Seguimos recorriendo la zona agro de la isla, ¡que es mucha! Esta isla no deja de sorprender. Pongo rumbo a los pueblos de Guatiza y Mala. Estamos en un cultivo de la cochinilla, del que Canarias fue un gran exportador durante la segunda mitad del siglo XIX. ¿Pero que es la cochinilla? ¿Y por qué fue tan valorada? Es nada más y nada menos que un pequeño insecto que vive en las tuneras. Este animal parásito era muy demandado en Europa porque con él se podía teñir de rojo los vestidos y dar color a la comida. ¡Qué curioso! Aunque su cultivo ha descendido desde el uso de colorantes sintéticos, se esta trabajando en su recuperación, ya que esta muy arraigado al paisaje y cultura de la isla.

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Lanzarote es además cuna del gran Cesar Manrique. Un artista que supo ver en el paisaje todo su potencial y fue acérrimo defensor de los valores medioambientales. Su sello lo podemos encontrar en toda la isla, en cada esquina se nota su arte y espíritu. Si os acercáis hasta aquí no podéis dejar de visitar sus obras insertadas en el paisaje, son de visita obligada. Jameos del Agua, Mirador del Río o el Jardín de Cactus son algunas de sus obras más emblemáticas. Además esta isla también alberga el Parque Nacional de Timanfaya. Un parque de origen volcánico impresionante con más de veinticinco volcanes. Naturaleza volcánica al 100%.

Jardín de Cactus

 

Jameos del Agua

 

 

Jameos del Agua

 

 

Parque Nacional de Timanfaya

 

 

Mirador del Río

 

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